María Teresa Ruiz Cantero: “Hay muchos médicos y médicas que son conscientes de que ya no vale el modelo de talla única”
Madrid, 26 jun. 19. AmecoPress.- María Teresa Ruiz Cantero atiende a AmecoPress desde su despacho en la Universidad de Alicante, media hora antes de tener una tutoría con una alumna. Sus respuestas exudan un entusiasmo que se percibe incluso a través del teléfono por el que hablamos. Esta médica y profesora, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública, es la principal artífice del monográfico “Perspectiva de género en medicina”, publicado este 2019 y que recoge diez artículos en los que profesionales de diferentes ramas de la Medicina (cardiología, neumología, pediatría…) analizan los diferentes sesgos de género que intervienen tanto en la investigación como en el diagnóstico de las enfermedades y su posterior tratamiento. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de sesgos de género?
Cantero, nacida en Melilla, pero afincada desde hace años en tierras alicantinas, lo explica con claridad: “Es una diferencia en el esfuerzo diagnóstico y terapéutico entre hombres y mujeres que podían tener consecuencias positivas, negativas o neutras para la salud de estos”. El ejemplo más común para poner cara a estos sesgos y revelar el porqué de la necesidad de aplicar la perspectiva de género en Medicina en los últimos tiempos es el del infarto, que no se manifiesta igual en hombres que en mujeres: en ellos, los síntomas son dolor torácico (que puede ser intenso o leve y suele extenderse durante 20 minutos), ansiedad, y dificultad para respirar; mientras que ellas tienen ardor en la región superior del abdomen, mareos, malestar estomacal y sudoración.
En la monografía, explicas que el concepto de sesgo de género se utiliza por primera vez en 1991 en una revista anglosajona. ¿Qué se entiende por sesgo de género y cuándo se empieza a aplicar la perspectiva de género en la medicina en España?
En España empezamos un grupo de profesionales de mi entorno en los 90. De hecho, como el concepto de sesgo de género estaba en inglés, pensamos ¿y ahora cómo lo traducimos? Porque ¿cómo va a entender la gente “sesgo de género”? Llegamos a un acuerdo una compañera y yo: íbamos a explicar el sesgo de género como una diferencia en el esfuerzo diagnóstico y terapéutico entre hombres y mujeres que podían tener consecuencias positivas, negativas o neutras para la salud de estos. Por ahí empezamos la primera investigación, que era sobre sesgos de género en enfermedades respiratorias en atención primaria. Nos planteamos lo siguiente: si hay estos sesgos de género en el hospital, en donde están los especialistas, ¿qué pasará en la atención primaria, donde no los hay y hay menos tiempo de atención? En ese estudio definimos los sesgos de género, y, más tarde, ese concepto lo utilizó la Ley de igualdad de 2007 en el artículo 27, el relacionado con temas de salud.
A lo largo de los 90, algunos investigadores e investigadoras de diferentes comunidades autónomas trabajaron este tema, aunque fuera poco. Por aquel entonces, en España también comenzaba el apoyo entre redes y grupos y se constituyó el grupo de investigación Red de Investigación en Salud y Género (RISG). La RISG hizo que fuéramos interactuando entre nosotras y eso ayudó mucho. En 2007 pudimos publicar un artículo sobre los sesgos de género en investigación. Yo tenía claro que el problema no es que los médicos sesguemos nuestra atención sanitaria de manera voluntaria, sino que nos enseñan de manera sesgada en las universidades (y no solamente en Medicina, sino en todas las carreras). El problema de enseñar de una manera sesgada es que la generación del conocimiento también está sesgada.
¿Cuál es la situación actual? ¿Cómo ha surgido esta monografía?
Hace apenas tres meses, se ha publicado un artículo en el que, a través de big data del sistema nacional danés, han estudiado a 7 millones de hombres y mujeres durante 21 años, y han evidenciado que, en 700 enfermedades, en las mujeres hay un mayor retraso diagnóstico, exceptuando la osteoporosis, que es la única en la que se tarda más en diagnosticar a los hombres. Publicar sobre este tema de manera competitiva a nivel internacional es muy difícil, y ha afectado la crisis: si no te dan financiación, no puedes seguir investigando.
Respecto a la monografía, pensé: ¿qué puedo hacer para, de una tacada, difundir en España que los sesgos de género ocurren en muchas patologías? Convencí a la fundación Esteve, les propuse el proyecto y ellos lo aceptaron. Hice una búsqueda bibliográfica en Medline [una base de datos de bibliografía médica] para encontrar autores y autoras españolas que hubiesen publicado en buenas revistas sobre ciertas patologías con perspectiva de género, y mi sorpresa fue que me encontré con que hay más gente de la que me esperaba que ha publicado sobre su especialidad con perspectiva de género. Son estudios muy potentes y publicados en muy buenas revistas.
¿Cómo se define la perspectiva de género en vuestro trabajo?
En medicina, por un lado está la perspectiva de derechos humanos, que es la que se centra en los problemas de acceso a la atención sanitaria, y a una atención sanitaria de calidad, que es un derecho humano de tercera generación. La perspectiva de género, por su parte, de alguna manera consiste en evidenciar que el rango de oportunidades que tienen las mujeres para decidir dónde ir o dónde pedir ayuda es menor que el de los hombres. Es lo que se conoce como concepto de agencia: ciertos grupos sociales, como las mujeres, no tenemos el mismo rango de oportunidades para tomar decisiones. Por el contexto en el que nos movemos, por el androcentrismo y los valores imperantes, tenemos un rango de oportunidades de decidir más estrecho, de tal manera que cuando una mujer a la que le está dando un infarto siente dolor o angustia, las probabilidades de ir al médico y que te atienda un especialista, cardiólogo en este caso, es menor que cuando eres un hombre. Entre otras razones, porque, si no tienen dolor, como algunas mujeres que están sufriendo un infarto manifiestan, el médico te dice: “Eso no es un infarto, está usted histérica”.
Los conceptos de sexo y género no significan lo mismo. ¿Cómo se entienden en el campo de la medicina?
El sexo es biológico, lo que miras es si hay diferencias en la expresión de las enfermedades. Por ejemplo, con la espondiloartritis: es una patología que en los hombres afecta a la columna vertebral, mientras que en las mujeres es más periférica (articulaciones de brazos y piernas). Antes se creía que era una enfermedad exclusivamente de hombres y a las mujeres se les diagnosticaba otra cosa. Esto es lo que se conoce como la expresión de las enfermedades, que es donde yo tengo mi caballo de batalla: en que nos demos cuenta de que, por ejemplo, en el infarto de las mujeres, los síntomas son distintos. Esto es algo puramente biológico. Si no se sabe que en las mujeres las enfermedades se expresan de forma diferente, no solo se las diagnostica mal, sino que los médicos creen que son las mujeres, y no las enfermedades, las que se expresan diferentes a los hombres: ahí entramos en una cuestión de género, del prejuicio social de que las mujeres hablan más en la consulta, divagan más…, y los hombres van más al grano. Esto es un prejuicio.
Además, hay una interacción sexo-género, porque todavía nos movemos en un contexto diferente: las mujeres, en la esfera de las tareas reproductivas, y los hombres, en la de las tareas productivas. Esa interacción sexo-género provoca que las mujeres, por ejemplo, que suelen tener trabajos más parciales y temporales, hagan mucho más presentismo que los hombres, es decir, van a trabajar sí o sí, tengan o no dolores, siguiendo con el ejemplo de la espondiloartritis. Ellas se toman la medicación antes de irse a trabajar, porque saben que les va a doler y que en casa van a tener que seguir trabajando; los hombres, no. Ellos no se toman la medicación antes de su jornada laboral y cuando vuelven a casa lo que dicen es “me tomo la medicación ahora y que me dejen tranquilo”.
También vemos diferencias entre quienes tienen empresas: la mujer es la operaria y la empresaria, lo hace todo, con lo cual, cuando tiene un brote de esta enfermedad, que duele e incapacita mucho, tiene que cerrar el negocio. Por su parte, los hombres suelen tener empresas con más operarios o incluso codirigen la empresa, así que, cuando están muy mal, son sustituidos por sus compañeros y no tienen que cerrar. Además, como tendencia, a los hombres se les cambia de puesto de trabajo, para ellos hay más movilidad laboral. Incluso a algunos de ellos el jefe los acompaña al médico. Con las mujeres no se negocia tanto cambiar su puesto y muchas de ellas vuelven al hogar. Entre los hombres más jóvenes con espondiloartritis hemos detectado una mayor preocupación por no poder llevar a cabo tareas reproductivas como la crianza de los hijos, que es la preocupación principal que ellas muestran, pero, la mayoría de ellos, cuando llega a casa, mira para un lado y no participa.
¿En qué medida se está aplicando la perspectiva de género en la atención primaria? ¿Hace falta más formación para los profesionales?
Sí, hace falta más formación. Hay muchos médicos y médicas de atención primaria que son conscientes de que ya no vale el modelo de talla única. Las mujeres expresan muchas enfermedades de manera diferente, como pasa en el tema del infarto. En la atención primaria, donde tienen esos famosos diez minutos por paciente, la probabilidad de que haya errores diagnósticos y demoras de por medio, hasta llegar al o la especialista, es mayor. Nuestros estudios pretenden aportar un nuevo conocimiento para mejorar la práctica profesional. Ahora estamos estudiando la colitis ulcerosa y la enfermedad de Krohn, que son enfermedades inflamatorias; cuando tienen eso, a las mujeres se les suele diagnosticar colon irritable y se les dice: “Señora, está nerviosa”.
Respecto al infarto, en la monografía señaláis que a las mujeres que han sufrido uno parece que no se las escucha en consulta, lo cual hace que se les sigan recetando ansiolíticos. ¿Cómo se pone solución a eso? ¿Se está trabajando en las facultades para que los nuevos profesionales no incurran en estas prácticas?
Se están dando pasos. Hace dos años se formó una comisión para incorporar la perspectiva de género a todas las carreras de las universidades catalanas; a mí me llamó la AQU (Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya) y me encargué del programa de las carreras de biomedicina y ciencias de la salud. La Ley de igualdad catalana (2015) exige que se incorporee la perspectiva de género en las universidades catalanas, mientras que la ley de igualdad del Estado español (2007) únicamente lo recomienda. El verbo hace la diferencia. Por otra parte, existe la Xarxa Vives, una red de universidades del área catalanoparlante (Comunidad Valenciana, Baleares…). Están siendo muy proactivos para generar documentos sobre la incorporación de la perspectiva de género a las diferentes carreras. Ya hay unos cuantos documentos, centrados en unas ocho o diez carreras, entre las que está la de Medicina. Se está trabajando en ello, pero en otros lugares del Estado español no hay tanto trabajo hecho.
¿Cuál debería ser el papel de los medios de comunicación en la difusión de estas cuestiones, que son un asunto de salud pública?
Podéis ayudar mucho. Vuestra perspectiva no es la nuestra: nosotros y nosotras, cuando publicamos, lo hacemos en revistas científicas o en monografías como de la que estamos hablando, y no llegamos a una amplia mayoría. Es cuando vosotros nos preguntáis, como ahora mismo, cuando podemos transferiros ese conocimiento. Yo me he dado cuenta al trabajar con periodistas de que transmitís lo que os contamos de forma mucho más sencilla; a la hora de redactar, me encanta cómo lo traducís. El rol que desempeñáis es muy importante, es una especie de transcripción entre mi lenguaje más técnico y el que tú sabes que la comunidad va a saber entender.
La monografía "Perspectiva de género en medicina" puede solicitarse y descargarse de forma gratuita a través de la página web de la Fundación Dr. Antoni Esteve.
Foto: Archivo AmecoPress.
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Pie de foto: 1) Portada de la monografía "Perspectiva de género en medicina"
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Sociedad – Salud y género – Libros – Estudios de género. 26 jun. 19. AmecoPress.