Quién te cantará
Madrid, 08 abr. 20. AmecoPress.- Uno de los puntos más remarcables de la película ‘Quién te cantará’ (2018) es la incesante dualidad de personalidades de las protagonistas que mantiene la tensión durante todo el film. Son dos mujeres que van desvelando poco a poco la naturaleza de sus actos pero siempre bajo un aura oscura y escalofriante que no puede anticipar lo más mínimo lo que va a ocurrir.
El director madrileño Carlos Vermut juega con las expectativas que va creando durante toda la narración en un continuo símil de espejos y espectros, imitación y mímesis que termina por confundir al espectador y no dejarle diferenciar entre una mujer y otra, abocadas las dos a la autodestrucción y al drama.
De esta manera, la película no refleja las inamovibles reglas de género, sino que las traspasa para mostrar cómo una mujer se refleja en otra y viceversa, pero sin discurrir profundamente en los argumentos que llevan a esa identificación. Al comienzo, la suplantación de la personalidad parece ser el tema principal, pero según avanza la película, puede verse cómo es la propia identidad de cada mujer lo que tambalea y se pone en tela de juicio.
Tras Magical Girl, esta historia de Carlos Vermut vuelve a tener como protagonista a una mujer, Lila Cassen (Najwa Nimri), una cantante famosa de los años 90 que debe volver a los escenarios tras sufrir una amnesia casi total. Acompañada por su manager Blanca (Carme Elías), deciden afrontar la vuelta a los escenarios con la ayuda de una fan incondicional de Lila, Violeta (Eva Llorach) que imita en su karaoke las canciones de Lila como nadie. Para ella, esa es la vía de escape que tiene para olvidarse de la mala relación que tiene con su hija y el daño que eso le hace.
Poco a poco, entre ambas mujeres va estableciéndose una relación simbiótica que acabará suponiendo un renacimiento para ambas, cuando al comenzar la película ya las dos habían querido morir. Lila y Violeta van confesándose con ellas mismas en sus vidas privadas y dejan la huella de varios diálogos que nunca se apoderan de la narración del todo pero que tratan el tema de la identidad de la mujer y cómo las relaciones personales que establecen con sus familiares se apoderan de ellas hasta tal punto de perder su propia identidad.
Con la música como punto de conexión entre ambas mujeres, Vermut sitúa a las dos protagonistas en los puntos opuestos de un mismo círculo para entender ese punto en común: Lila comenzó a cantar para poder cuidar a su madre y Violeta dejó de cantar para poder cuidar a su hija. ¿Una mujer es más que su papel en la familia cuando ese papel es todo lo que existe en la vida de una mujer? ¿Es la artista una manera de camuflarse y escapar de todas esas responsabilidades que inundan las vidas de las mujeres y no dejan cauce para otras riadas?
La difícil conciliación de Violeta con su hija es el reflejo de la relación de Lila con su madre años atrás, e indagando más en las distintas realidades que estas mujeres han tenido que vivir, se explica esa confusión de personalidades y deseos que se contradicen y complementan a la par. Ambas mujeres ven su vida destrozada por la de otra a quien culpan y se ven obligadas a buscar su vía de escape para continuar con una razón, con una ilusión, con algo de fantasía.
Esta película llena de reflejos, espectros, espejismos y promesas irrealizables muestra, con una estética elaborada entre clásica y moderna, todo lo que hay detrás del rostro serio de una mujer a la que la vida le ha llenado el camino de dificultades, impuestas por las propias relaciones humanas y no por el mundo del espectáculo, al que también Vermut atribuye cierta razón de confusión entre artista y persona y cómo eso perjudica también a la identidad real.
Con guiños a los famosos directores Hitchcock y Almodóvar, la película mantiene siempre un halo de misterio y tensión que no llega a resolverse nunca, sino que va aumentando durante el film acompañada siempre por una música espectacular. La muerte ronda la película desde el comienzo hasta el final, y en el mismo lugar siempre: el mar, donde una mujer nace y la otra muere. Violeta y Lila son el mismo color, pero dependiendo de la luz, en distintos tonos. Lo increíble de estas mujeres es que han tenido que iluminarse solas, y mucho tiempo sosteniendo una luz, al final termina por dejar la mente oscura.
Foto: FilmAffinity
—
Cultura - Cultura y arte - Crítica cultural - Espectáculos - Cine. 08 abr. 20. AmecoPress.