Os deseamos un Feliz 2018
Madrid, 21 dic. 17. AmecoPress.- Si algo caracteriza el periodo que concluye es el crecimiento del feminismo, como movimiento social que ha sabido incluir a las nuevas generaciones, abrir puertas y hablar, sobre todo hablar. Cierto es que este logro se empieza a cristalizar como consecuencia de la acumulación de una lucha sostenida que siempre ha existido aunque no haya sido visibilizada. También, el hecho de que el feminismo se haya movilizado como nunca en calles y plazas y encuentre altavoces en ciertos espacios antes vetados, conlleva un riesgo en esta sociedad en la que cualquier cosa es susceptible de mercantilización.
Algunas voces sugieren que el germen de las movilizaciones que el feminismo ha protagonizado en 2017 en el Estado español está en la masiva manifestación contra la ley del aborto de Gallardón en 2014, y en las que dieron lugar al nacimiento y crecimiento de la Plataforma del 7N. Y es que, a pesar de que las luchas feministas son de algún modo históricas, la organización y expresión del movimiento feminista ha logrado incluir frescura, alegría y un aire de futuro.
Pero a pesar de esta creciente tendencia, a todas nos sorprendió la apabullante asistencia a las manifestaciones convocadas el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, en todo el Estado español y en todo el mundo, y de manera especial, la confluencia de miles de jóvenes. Esa celebración logró introducir en el debate público el tema de los cuidados, de los que siempre nos hemos ocupado las mujeres, como eje fundamental no solo de la economía, sino de sostenimiento del mundo.
Como siguiendo una sintonía común, en el planeta resonaba el eco de las marchas feministas contra la presidencia de Donald Trump, y el éxito del ya famoso ’Lunes Negro’ que llenó las calles de Varsovia y otras tantas ciudades polacas de mujeres (y hombres) contra la propuesta que endurecía todavía más la ya restrictiva ley del aborto en Polonia (afortunadamente logró tumbarla). En Latinoamérica, con altos grados de Feminicidio, argentinas, mexicanas, hondureñas y guatemaltecas, entre otras, lograban incorporar diversas capas de la población a la lucha por los derechos humanos de las mujeres.
El movimiento feminista ha señalado el conflicto y ha articulado respuestas colectivas, más allá del trabajo institucional que en el caso español quizás ha estado muy vinculado a sacar adelante el Pacto de Estado contra la violencia de género. Un “acuerdo de mínimos”, 200 medidas y cerca de 1.000 millones de inversión en cinco años, lo que implica un avance importante, pero insuficiente, según los mismos grupos políticos que han participado en su elaboración. Un pacto que sin la adjudicación real y efectiva de presupuestos, no podrá activarse convenientemente.
Los logros conseguidos en las calles se han fundido con avances en la capacidad del feminismo para situar elementos claves de la lucha de las mujeres en el debate político y social. El levantamiento mundial contra el productor Harvey Weinstein y la campaña ‘Me too’ puso sobre el tapete la violencia sexual que padecen todas las mujeres, con la complicidad del entorno, que asegura no creerlas.
En nuestro país, la repercusión mediática y social del juicio de La Manada no tiene precedentes: miles de personas, convocadas por el Movimiento feminista, recorrieron las calles de Madrid al grito de “Nosotras somos la manada” para protestar por la revictimización de las mujeres que sufren agresiones sexuales. Y todo ello fue conquistando espacio en las redes sociales y en los medios de comunicación, superando la frontera de las que “ya están concienciadas” para incomodar a quienes “no se lo habían planteado”.
Nuevos espacios feministas –medios, webs, blog, grupos, asociaciones-, que denuncian y proponen, con formas más o menos conservadoras, más o menos transgresoras, pero que siempre ponen de manifiesto la desigualdad entre mujeres y hombres y la necesidad de visibilizar y empoderar a las mujeres en los distintos ámbitos, de un modo transversal. Firmas o expertas feministas que se convierten en referente. Series, películas, canciones con contenido feminista que se reconocen. Basta citar el estreno en la HBO de ’El cuento de la criada’ para experimentar que tanto aplauso no deja de ser sorpresivo.
Por supuesto que las reacciones en contra son fuertes, abundantes y violentas. Las instituciones se afirman rígidas negando el cambio y seguimos apareciendo en los diccionarios como el sexo débil. Las jerarquías patriarcales que continúan teniendo el poder en las empresas, las instituciones, los partidos políticos, los festivales y los medios de comunicación, confunden la fuerza con la imposición y la competitividad. Por supuesto, nos siguen insultando, degradando y, hay que decirlo, matando, por el hecho de ser mujeres.
Las más jóvenes, que, por cierto, son las más discriminadas en este sistema económico, político y social, apuntan a dar una nueva lección al mundo: están construyendo propuestas radicalmente diferentes, creando y aprendiendo mientras hacen. Van a la raíz y cuestionan las políticas laborales y el modelo de producción (recomendamos visitar la página web), el ideal de belleza y su tiranía sobre las mentes y cuerpos, los modelos hegemónicos de sentir y vivir la sexualidad, las identidades y la influencia del consumismo en el ideal de felicidad. Y a la vez proponen nuevos estilos de vida: con las personas en el centro, cuidadosas con el planeta, tolerantes y diversas en modelos y formas de expresión. No es un debate ni una postura completamente nueva, hay generaciones de feministas que han hecho muchos aportes en esa dirección, pero las jóvenes están sabiendo adaptarse a los nuevos tiempos.
Cierto es que las multinacionales, expertas en mercantilizar todo, se apropian de los eslóganes y los imprimen en camisetas: con el único objetivo de vender y ganar dinero (es probable que esas camisetas estén cosidas por las manos de mujeres pobres de Bangladesh). Cierto es que si el feminismo “está de moda”, pero solo en España y solo teniendo en cuenta las mujeres asesinadas en el ámbito de la pareja, 46 mujeres han perdido la vida por violencia de género (a lo que hay que añadir hijos e hijas asesinadas, y otras mujeres a las que hombres matan por ser mujeres pero que no figuran en las estadísticas) es que la moda es muy superficial, porque esa violencia machista es la expresión última de la desigualdad.
Aunque parezca que el Feminismo esté de moda, las estructuras patriarcales siguen marcando el rumbo. Esperamos cambios con la sentencia del juicio de La Manada, pero sobre todo, apuntemos a vigilar qué pasa en las comisarías cuando se denuncia y en los juzgados cuando se juzgan acosos, violaciones y cualquier tipo de violencias machistas.
Aunque parezca que las mujeres de todo el planeta se han puesto en pie, como sugiere la perspectiva internacionalista que el Feminismo, como teoría y como movimiento, siempre ha tenido, las mujeres que huyen de la pobreza mueren ahogadas en el mar y son atrapadas por las redes de trata, las refugiadas que esperan nuestra solidaridad en campos inhumanos utilizan pañales por las noches para no tener que ir al baño ante el riesgo de ser violadas, las niñas son vendidas en las fronteras para contraer matrimonio con señores mayores a cambio de dinero para sus familias. Los poderes religiosos callan frente a la violencia contra las mujeres y mueven sus tentáculos: apropiándose del poder político en algunos países que imponen leyes restrictivas a la población femenina y, en países supuestamente laicos y democráticos, persiguiendo a entidades que trabajan con rigor y profesionalidad en la prevención y en la salud sexual, como la Federación de Planificación Familiar Estatal, que finalmente ha recibido una sentencia judicial en contra.
Los festivales, los jurados, los certámenes, las exposiciones, los congresos y eventos de todo tipo están lejos de alcanzar la paridad. Este verano, cuando la prensa se hizo eco del caso de Juana Rivas, tertulianos, opinadores y periodistas daban su punto de vista, pero rara vez se optó por llamar a una experta en violencia de género, como se hace por ejemplo con los especialistas en terrorismo cuando ocurre un atentado.
Pero eso no resta valor a todo lo hecho. Las mujeres han hablado, mucho y bien. Han cuestionado muchas cosas, han incomodado, han señalado los privilegios de los hombres y, han reclamado iguales derechos y oportunidades. Y han decidido no callar.
AmecoPress continuará siendo una de sus ventanas. Repetimos: En nuestras informaciones las mujeres seguirán siendo las protagonistas, por sus actos, por sí mismas. Nuestras fuentes son las expertas y las organizaciones de mujeres que cada día nutren el mundo con proyectos, iniciativas y análisis que ponen en jaque el sistema de creencias patriarcal y tratan de impulsar procesos que cambien esa hegemonía cultural, lo que obviamente implica una transformación radical de la sociedad.
Y además, el próximo año, nuestra Escuela de Formación Continua en Comunicación de Género, participada por Convenios de Colaboración con las Universidades, va a recibir un contundente impulso.
Este proyecto pretende formar a las nuevas generaciones de periodistas desde una perspectiva de género que les permita ser conscientes de la representación actual de las mujeres en la prensa.
Así mismo, que sean capaces de incorporar estrategias de eliminación de usos sexistas en el discurso mediático, lo que favorecerá la igualdad entre hombres y mujeres y, por último, reivindicar la presencia y posición de las mujeres en la empresa informativa.
Gracias por existir, por aportar y abrir nuevas posibilidades. Gracias por la complicidad. Gracias también a las lectoras. A todas, Feliz año y nos encontramos en enero de 2018.
Foto: AmecoPress, cedida por Pablo de Pedro
— -
Opinión – Medios de Comunicación – Comunicación y género – Feminismo – Movimiento Feminista. 21 dic. 17. AmecoPress.