Mujeres protagonistas en las pantallas de cine

10 de febrero de 2010.

Por Elena Duque

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Víctimas, madres, cuidadoras y objetos


Madrid, 10 feb (10). AmecoPress. De los papeles arrebatadores y arrebatadas de las divas de los años cincuenta, a las grandes heroínas de las últimas décadas, las mujeres, ya sea en papeles principales o secundarios, han ocupado portadas por su glamour casi más que por su trabajo. Estereotipos de actrices aparte, los estereotipos de sus personajes cambian poco.

En las películas de las últimas semanas en las carteleras españolas sigue predominando una imagen discriminatoria de la mujer, más notable cuando ésta ocupa un papel protagonista.

En la Mujer sin Piano, de Javier Rebollo, la cámara acompaña a Rosa (Carmen Machi) durante 24 horas de su vida. Cuenta la historia de una mujer casada y ama de casa de mediana edad, que se ve a si misma mayor, desgastada y sola, y decide salir a pasar una noche entera fuera de su casa. Rosa es una persona un tanto derrotada, que se ha abandonado a la rutina, que no se cuida, que no se importa. Una mujer dedicada al cuidado de su casa y de su familia que se ha olvidado de tenerse en cuenta para la mayoría de las cosas. ¿Es ésta la imagen de la mujer del siglo XXI que queremos?

Del supuesto realismo de Rosa, al tremendo drama de Sapphire titulado Push y llevado al cine bajo el nombre de su protagonista, Precious. Una de las películas más anunciadas estos días, lleva a la pantalla la historia de una mujer adolescente, de color y obesa, que sufre los continuos abusos sexuales de su padre y el maltrato de su madre. Sin mensaje positivo, sólo el drama de su vida. Un golpe a las conciencias más adormecidas.

Dentro de unos días se estrena otra producción española, Nacidas para Sufrir, de Miguel Albadalejo. El director reúne numerosos personajes femeninos para relatar la historia de la Tía Flora, una mujer de 70 años, soltera por decisión y dedicada, ella también, a cuidar de los demás durante toda su vida. Primero sus padres, después sus sobrinas, últimamente a una tía. Y ahora, a la vejez, en vez de tener a un allegado que le cuide, sus sobrinas contratan a una mujer para que se encargue de ella. Pero Albadalejo no ve drama en las mujeres, sino recursos. Temerosa Flora de que le envíen a una residencia, la mujer tiene una ocurrencia que deja a todos boquiabiertos: casarse.

Otras muchas películas retratan mujeres reales o imaginarias, actuales o de otros tiempos. Nine, con Penélope Cruz, habla de la mujer como objeto de deseo. Chéri trata sobre el negocio de las mujeres acompañantes a principios del siglo XX en Paris, cortesanas que se enriquecen con los obsequios de ricos y nobles.

La Decisión de Anne y Hierro cuentan el sufrimiento de dos madres enfrentadas a la enfermedad de un hijo o a la pérdida de otro, respectivamente. Y para qué hablar de la comedias de Hollywood. Estereotipos de mujer-objeto, del rol social como madre o como cuidadora-ama de casa, y de víctima de malos tratos puede encontrarse, pero la imagen de una mujer retratada sólo como persona es prácticamente inexistente.

La visión más optimista de estas semanas es la ofrecida por El Erizo, tiernísima película de Mona Achache (curiosamente, una mujer) y basada en el libro titulado La Elegancia del Erizo, de Muriel Barbery (también mujer).

En esta cinta, una niña de familia rica y superdotada se encariña con la portera de su vivienda, para los demás una mujer huraña, cuyo bajo nivel de educación y su poco ojo para la moda (a parte de no tener ningún interés) la relegan a una posición social inferior, invisible para los inquilinos del edificio a no ser para cuestiones estrictamente ocupacionales. La discriminación que generalmente aparece asociada a su empleo se une a la imagen poco femenina, según los cánones, de esta mujer. Pero a la niña eso no le impide ver la persona que hay dentro.

A través de sus incursiones, casi siempre secretas, al hogar de la portera, nos acerca a una mujer sensible y discreta, muy reñida con el trato recibido en la vida, y tremendamente culta. Y esta mujer, sin estereotipo colgando, atrae la atención precisamente de un vecino, que a pesar de ser rico, culto y muy educado, sabe observar y ver. No solo es capaz de distinguir la riqueza de la portera, si no que además le apoya para que ella recupere su autoestima y así se permita a si misma ser feliz y ser libre para amar.

Fotos: archivo AmecoPress. Fotograma de El Erizo

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Cultura - Opinión - Cine - Comunicación y Género; 10 febrero (10), AmecoPress

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