Mujeres nigerianas, envueltas en violencia en su viaje a Europa

29 de julio de 2011.

Por Gloria López

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Engañadas, sufren abusos y violaciones y se convierten en víctimas de trata


Madrid, 29 Jul. 2011. AmecoPress. Según un informe del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, Marruecos se ha convertido en la principal lanzadera de nigerianas hacia España. Por cercanía, Algeciras es una de las grandes puertas de Europa, pero es también la puerta del infierno para muchas de estas mujeres engañadas, que sufren abusos y violaciones.

Son víctimas de trata, un fenómeno de preocupantes dimensiones que "constituye una de las más escandalosas y sangrantes formas de reducción del ser humano a simple mercancía y representa una de las violaciones más graves de los derechos humanos”.

Trata, la nueva cara de la esclavitud en el mundo, en cuanto fenómeno que aglutina viejas y nuevas formas de explotación de seres humanos, prescindiendo del respecto a su dignidad intrínseca, y como tal supone una constelación de violaciones de derechos humanos.

Según las Naciones Unidas, constituye el tercer negocio ilícito más lucrativo en el mundo, después del tráfico de armas y de drogas y, como fenómeno complexo en un mundo globalizado, su estudio requiere una mirada multidisciplinar y transnacional.

El informe del Ministerio ahonda en los mecanismos de coacción y explotación que pesan sobre las mujeres nigerianas y estructura las recomendaciones de mejora en el sistema de protección. Para ello, parte de un enfoque transversal de género, en concreto en lo que concierne a las cuestiones de género que atraviesan necesariamente todas las consideraciones relativas a las migraciones contemporáneas.

La historia de todas estas mujeres explotadas y violentadas que cruzan el Estrecho para venir a Europa en busca de un futuro mejor, comienza en un lugar muy parecido, en un entorno caracterizado por la pobreza, la inestabilidad familiar y la falta de expectativas. Según dados de la UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas, 2006), casi la mitad de la migración internacional es femenina, de tal forma que en las últimas décadas, estamos delante de un proceso de feminización de la migración.

El proceso de globalización contribuyó en el aumento del número de mujeres que en las últimas décadas han tomado la decisión de salir en solitario de su país de origen hacia diferentes partes del mundo.

Las situaciones de pobreza o de escasos recursos económicos en la familia; la escasez de empleo y la precariedad salarial son algunas de ellas; las contingencias sociales y económicas, así como las diferentes expresiones de violencia patriarcal, son escenarios que limitan las oportunidades y la libertad de las mujeres, motivando el movimiento migratorio.

“La migración en femenino está envuelta de diversas especificidades que se derivan del simple hecho de ser mujer”, asegura el informe de Igualdad. Una vez decididas y con Europa como horizonte, inician su camino. La mayoría emprenden el trayecto solas y comparten las jornadas con desconocidos -en coche, camión o a pie-. A medida que avanzan en su camino, la violencia sexual aumenta. En los lugares donde pernoctan -que ellas llaman guetos- los tratantes las violan.

Y las redes de trata de blancas acentúan entonces la captación de mujeres que, ante la falta de recursos económicos, hipotecan su vida para que les ayuden a cruzar el Estrecho.

Por otro lado, su condición de mujeres extranjeras en los países de acogida hace que, frente al mercado de trabajo, se encuentren en situación de mayor vulnerabilidad. Las estrictas políticas migratorias colaboran a que haya un mayor número de mujeres en situación irregular, y por lo tanto expuestas a una mayor vulnerabilidad.

 La condición de “ilegal” y su consecuente relación con el mercado laboral tiene mucha importancia a la hora de ejercer los derechos de ciudadanía en los países desarrollados.

Así, una vez en territorio nacional, bastantes de ellas sufren los abusos de las redes de explotación sexual, que las trasladan desde el sur -Algeciras y Almería principalmente- al resto del país, y las reparten por los clubes y carreteras de Madrid, Cataluña y Bilbao.

Empiezan entonces las coacciones, las amenazas (tanto a ellas como a la familia que dejaron en Nigeria), los golpes y las vejaciones. Con frecuencia, las mujeres objeto de trata son obligadas a realizar trabajo sexual, a contraer matrimonios de conveniencia o a realizar “trabajos femeninos” en condiciones de explotación en el trabajo doméstico, en las tareas agrícolas o en talleres de fábricas (UNFPA, 2006).

“Las restricciones actuales de la política migratoria sitúan en condiciones de ilegalidad una parte muy importante de la población migrante, hecho que facilita su explotación por parte de los empresarios sin escrúpulos y la deja indefensa ante mafias y traficantes” (Juliano, 2005:68).

Fotos archivo AmecoPress

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Pie de foto: Imagen de la portada del estudio del Ministerio

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