Las mujeres, las grandes violentadas en las guerras
Madrid, 15 feb. 10. AmecoPress/Artemisa.- La resolución 1325 sobre Mujer Paz y Seguridad cumple en 2010 su primera década. La comunidad internacional ha sido criticada por no acabar de implementar el texto. Solo 13 países han desarrollado un Plan de Acción. Además, las agencias de la ONU que trabajan este ámbito son varias y con escasa financiación, lo cual dificulta la coordinación. En este marco, Margot Wallstrom, actual vicepresidenta de la Comisión Europea, asumirá una nueva función como delegada de la ONU contra la violencia sexual en los conflictos.
El 27 de enero, representantes de la Unión Europea y la OTAN se reunieron en una conferencia sobre Mujer, Paz y Seguridad. A la sede de la Comisión Europea, en Bruselas, estaban convocados el Secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen y la alta representante para la política exterior de la UE, Catherine Ashton. Asistieron también, Maria Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta de España, país que ostenta la presidencia europea de turno, y la ex secretaria de estado estadounidense Madeline Albright.
Se trataba pues, de una cita de alto nivel que, sin embargo, no ha contado con una gran visibilidad. Ante unos 500 asistentes, los ponentes subrayaron la necesidad de luchar contra la violencia sexual como arma de guerra e integrar a las mujeres en las negociaciones de paz y en los procesos de reconstrucción. Así lo estipula la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 1325 sobre ’Mujeres, Paz y Seguridad.’ La 1325 fue aprobada el año 2000, en un momento en el que se tomaba conciencia de la tragedia de la violencia sexual sistemática en las guerras.
La resolución llama a los estados a proteger a las mujeres en situación de conflicto, luchar contra la impunidad, formar a militares en cuestiones de género, integrar a las mujeres en los diálogos de paz, y aplicar el enfoque de género en sus misiones de paz. Ya en la IV Conferencia Internacional de la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, se abordó con particular preocupación el uso de la violencia contra la mujer como arma de guerra, y los efectos específicos que ésta tenía sobre la vida de las mujeres.
Así, la violación se incluye como crimen de lesa humanidad en los Estatutos de los Tribunales Especiales establecidos por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para la ex Yugoslavia y Rwanda. La Corte Penal Internacional, por su parte, asumió en sus planteamientos la inclusión del género. La violencia sexual, por último, supone una clara violación de los Convenios de Ginebra.
Principal marco internacional para abordar esta temática, la resolución 1325 cumple en 2010 su primera década. Es tiempo, pues, de una evaluación.
La comunidad internacional ha sido criticada por no acabar de implementar el texto. Solo 13 países han desarrollado un Plan de Acción. Además, las agencias de la ONU que trabajan este ámbito son varias y con escasa financiación, lo cual dificulta la coordinación.
En este sentido, se anunció que Margot Wallstrom, actual vicepresidenta de la comisión europea y anfitriona del encuentro de la semana pasada, asumirá una nueva función como delegada de la ONU contra la violencia sexual en los conflictos, nombramiento que ha sido bienvenido por parte de las ONGs.
En Junio del 2009, se celebró una conferencia internacional en Islandia donde se propusieron una serie de mejoras en la implementación de la resolución. La sensibilización, una mejor exposición del enfoque de género para evitar que sea percibido como algo impuesto, intensificar el contacto con la sociedad civil y trabajar la masculinidad, fueron algunas de estas propuestas.
Por su parte, Ines Alberdi, directora general del Fondo de la ONU para el Desarrollo de la Mujer (Unifem), manifestó en mayo del 2009, ante el Consejo de Seguridad, su preocupación por la infrarepresentación de la mujer en los equipos de negociadores en conversaciones de paz, aduciendo que esto dificulta que se aborden asuntos como el procesamiento de violadores o la prestación de servicios públicos necesarios para la mujer.
La violencia sexual: impune arma de guerra
La historia reciente ha demostrado que esta ausencia de ’voces femeninas’, desemboca en impunidad. En la misma Europa, miles de mujeres fueron violadas en Bosnia y Herzegovina, entre 1992 y 1995. No han sido resarcidas. Esta es la conclusión de un informe de Amnistía Internacional publicado en septiembre de 2009. El Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia, que expresamente incluía en su mandato procesar los crímenes sexuales entre otras violaciones de los derechos humanos, fue creado en 1993. Dieciséis años después había juzgado solo 18 casos de violencia sexual.
En República Democrática del Congo, las Naciones Unidas cifran en 200 mil las mujeres y niñas víctimas de violencia sexual desde 1998. En el país luchan tropas gubernamentales, ejércitos extranjeros y milicias, combatientes de todos los grupos recurren sistemáticamente a la violación. La periodista congoleña Caddy Adzuba, afirmaba recientemente que gran parte del problema ’es el estigma que queda luego a la mujer violada.
Muchas no lo denuncian.’ Este mismo estigma persiguió a las mujeres de Guatemala donde, durante 36 años de guerra civil, la violación de mujeres, en su mayoría indígenas, constituyó una práctica generalizada, como parte de la política contrainsurgente del Estado. Aunque la guerra acabó en 1996, Guatemala tiene unos de los índices de violencia contra las mujeres más altos del mundo. Persiste la impunidad ante estas agresiones.
La vulnerabilidad de las refugiadas
En 2004 Amnistía Internacional publicaba un informe donde se denunciaba el uso de la violación como arma de guerra en Darfur (Sudán). En él se reportaban la violencia sexual sistemática que ejercían las milicias aliadas del régimen militar, en las aldeas de la región. La tragedia de estas mujeres no concluye al abandonar la aldea, los campos de refugiados albergan mujeres solas, que han perdido a los suyos en la guerra o que han sido repudiadas tras las violaciones. Están expuestas a ser asaltadas cuando se alejan a recolectar leña. Pueden atacarlas milicianos u otros refugiados. Algunas no se atreven ni a aceptar la escolta de las fuerzas de la Unión Africana, pues perciben la presencia masculina como una amenaza.
La violencia sexual también está al origen del desplazamiento mujeres en Colombia, así lo afirmaban el 18% de las desplazadas en un estudio realizado por la Defensoría del Pueblo en cuatro ciudades del país en 2007. Los grupos armados usan la violencia sexual como táctica en el conflicto. Refugees International ha tomado conocimiento de incidentes de violación de mujeres indígenas frente a sus comunidades por grupos armados. La vergüenza que sienten las mujeres a la hora de denunciar agresiones sexuales se traduce en un infra-dimensionamiento de la situación.
Mujeres, Paz y Reconstrucción
Mientras se puja por implementar las resoluciones de la ONU, se pueden aprender experiencias positivas lideradas en gran medida por la sociedad civil. En Ruanda, desde 1994, apenas terminó una de las guerras más sangrientas de la historia reciente, la Asociación de Mujeres Ruandesas (ASOFERWA) construyó centros donde provee consejo a las mujeres afectadas por el genocidio. Pero su trabajo más valiente, es el dirigido a que jóvenes sospechosos de haber participado en la guerra, puedan ser reinsertados en la comunidad. Junto a la formación y acompañamiento de los chicos, ASOFERWA realiza un gran esfuerzo de sensibilización de la población y las familias que acogen a estos jóvenes marcados por la violencia.
En Somalia las mujeres, encabezadas por la activista Asha Hagi, cofundadora de la ONG Salvar a las mujeres y los niños somalíes (SSVC), presionaron hasta conseguir participar en las negociaciones de paz articuladas sobre una base tradicional que comprende cinco clanes. Las mujeres se presentaron como el ’sexto clan’ y su participación acabó por ser aceptada. Así consiguieron algunos avances como cuotas de representación mínima en los gobiernos locales, regionales y nacionales.
Durante este 2010 muchos estarán atentos al trabajo de la comunidad internacional para enfrentar cierto déficit de credibilidad en cuanto a su compromiso y capacidad de implementar la resolución 1325. Mientras tanto, las mujeres seguirán padeciendo la violencia ejercida contra ellas, en las muchas guerras que quedaron fuera de la agenda de los medios. Pero también seguirán creando alternativas para sobrevivir y reconstruir sus comunidades y a sí mismas.
Fotos: Archivo AmecoPress. Asha Hagi, cofundadora de la ONG Salvar a las mujeres y los niños somalíes (SSVC) y Margot Wallstrom, vicepresidenta de la comisión europea.
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Internacional – Unión Europea – Mujeres en el mundo – Violencia de género – Violencia en conflicto armado – Derechos Humanos. 15 feb. 10. AmecoPress/Artemisa.