La Guardia Civil protege día y noche a una víctima amenazada

9 de enero de 2009.

Por Elena Duque

Autonomías | Madrid | Violencia de género



Una mujer, cuya ex pareja ha amenazado con violar la orden de alejamiento impuesta, vive bajo protección continua


Acompañamiento en la calle, vigilancia de su residencia y llamadas telefónicas. La Guardia Civil se mantiene alerta ante cualquier eventualidad, pero desconocen por completo el paradero del agresor desde que salió de la cárcel, hace un mes. Amenazó con volver a residir con su madre en Boiro, localidad en que tiene prohibida la entrada por una orden de alejamiento.

Marisa Dieste, víctima de malos tratos y amenazas de su ex pareja, solicitó protección a la Guardia Civil cuando supo que su ex marido salía de la cárcel y que el domicilio que daba en la penitenciaría era el mismo de Boiro, la localidad en la que ella reside, lo que incumplía directamente la orden de alejamiento impuesta por el ayuntamiento. Dieste consiguió esa protección, de la que goza desde hace un mes, y con la que espera contar hasta que se celebre el juicio que tiene pendiente el agresor.

“Se están portando estupendamente. Me acompañan al trabajo, hacen la ronda delante de mi puerta o me llaman por teléfono para ver cómo estoy”, cuenta Dieste sobre los agentes que se ocupan de su protección. Por el momento, nada saben del paradero del agresor.

El maltratador pudo abandonar la prisión sin informar de un nuevo lugar de residencia. “Estoy muy descontenta y enfadada por la atención de penitenciaría”, señala Dieste, que encuentra contradictoria la actitud de los servicios penitenciarios, “pero soy la única que veo las cosas así”. No entiende que, para el juez de la cárcel, fuera suficiente justificación que este hombre ya hubiera cumplido la pena, cuando él había amenazado con incumplir la orden de alejamiento. “A mí, la palabra justicia me suena a cachondeo”.

El ex marido de Dieste violó una primera orden de alejamiento de 500 metros de su pareja, lo que motivó que el ayuntamiento de Boiro, en la provincia de La Coruña, dictase la orden de alejamiento que le prohíbe la entrada a la localidad. Boiro tiene una población de unos 18.000 habitantes.

Ana Míguez, presidenta de la Asociación de Mujeres Alacrín, a la que Dieste acudió cuando supo la situación en la que su ex pareja iba a salir en libertad, se muestra contenta con la protección que está recibiendo la víctima, pero pide cautela. “Cuando una mujer se confía es cuando automáticamente surge esa agresión”. Desde la asociación piden que se mantenga la vigilancia. “Las amenazas suelen cumplirse desgraciadamente”, señala Míguez.


Autonomías-Violencia de Género; 9 enero (09) AmecoPress

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