Blíndate Europa, pero a la violencia

14 de noviembre de 2013.

Por Gloria López

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Las más perjudicadas por las políticas migratorias del viejo continente son las mujeres y niñas


Madrid, 14 nov. 13. AmecoPress. Conmoción por el trágico naufragio, ante la isla italiana de Lampedusa, de una embarcación que transportaba a unas quinientas personas somalíes y eritreas que pretendían llegar a Europa y de los que sólo unas ciento cincuenta sobrevivieron. Días más tarde, se repite. Después, se descubren los cadáveres de un grupo de niñas, niños –la mayoría, 48-, mujeres -32- y algunos hombres -7-, que intentaba llegar desde Níger a Argelia y murieron de sed en pleno desierto del Sáhara. Y se abre un silencio que da miedo.

Europa se avergüenza de la tragedia que le salpica, pero la indiferencia cómplice no impide a los gobernantes blindar las fronteras de un continente que históricamente ha explotado los recursos naturales de numerosos países y que se abrió a la mano de obra inmigrante cuando le interesó. Sin ir más lejos, en los últimos días se conocía la decisión del Ministerio del Interior español de volver a colocar en lo alto de la valla que separa Melilla de Marruecos las llamadas concertinas, un alambre entremezclado con cuchillas que provoca serias y profundas heridas en el cuerpo de las personas migrantes que tratan de franquear la frontera. Y a las que, por cierto, como han señalado varias personas expertas, nada va a detener en su empeño.

La gente emigra por diferentes motivos, desde económicos hasta por huir de situaciones de violencia física y sexual, y también, por qué no, por el legítimo derecho a querer descubrir otros mundos y personas y aumentar el conocimiento. Somos muchas las personas que creemos que migrar tendría que ser reconocido y protegido como un derecho humano, y no, como ocurre en estos momentos, significar exponerse al accidente, la violencia y hasta la muerte.

Lo que está sucediendo es que cuanto más se blindan las fronteras y se trata de poner freno a la inmigración, más aumenta la violencia, la explotación, el atropello de los derechos humanos más elementales y la acción de gente despiadada que se aprovecha de los temores y presiones que viven las personas que salen de sus países en busca de un futuro mejor.

En ese contexto, una vez más, las más perjudicadas son las mujeres y las niñas. Vienen para reunirse con sus familias, también buscando acceso a derechos, huyendo de matrimonios forzados, de violencia en su país de origen, de la pobreza y la discriminación. En muchos casos, son introducidas en redes de trata, que se presentan como la vía para poder huir de esas situaciones.

La trata de personas es una grave violación de los derechos humanos, que según la Organización Internacional del Trabajo afecta cada año a alrededor de 2,5 millones de personas en el mundo. Naciones Unidas asegura que España figura entre los principales países de tránsito y destino de la trata. La mayoría de estas víctimas son mujeres entre 18 y 25 años captadas en sus países de origen por delincuentes o redes criminales organizadas que recurren al engaño, las amenazas, la fuerza y otras formas de coacción para sacarlas de sus países y lucrase a través de su explotación.

La trata se presenta así como un fenómeno especialmente vinculado a la inmigración y con rostro de mujer, aunque es un fenómeno global mucho más amplio que también afecta a menores y hombres. Si bien un alto porcentaje de víctimas de trata son explotadas en el ámbito de la prostitución, también abarca la explotación en otros ámbitos como el servicio doméstico, la agricultura, la mendicidad, la venta ambulante o los matrimonios serviles.

Sin embargo, organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado que hasta el momento, los gobiernos europeos han abordado la lucha contra la trata priorizando el control migratorio y la desarticulación de las redes criminales, en detrimento de la protección de las víctimas. Demostrar que una mujer fue captada, trasladada o vendida con engaños por las redes de la trata es difícil. Muchas de las víctimas de esta crueldad no quieren testificar contra quienes las han explotado. Algunas por miedo, otras porque desconocen ser víctimas de un delito. Vincular protección a denuncia es una atrocidad.

En muchas ocasiones, tras vivir un infierno, las mujeres llegan a nuestro país y lejos de encontrar apoyo, son tratadas como sospechosas. Según el informe "Mujeres en el CIE. Género, inmigración e internamiento", la mayoría de las mujeres que están en estos centros han sido encerradas sin cometer delito y, entre las internas hay víctimas de trata.

Mucho se habla de la crisis económica, pero sin duda que en el sustrato encontramos una fuerte crisis institucional, social y de valores. La Europa que bajo la presión de la economía recorta derechos, fragmenta relaciones, cierra sus fronteras a aquellas personas que viven permanentemente en una verdadera crisis de recursos y derechos básicos, está afectada por algo más que una crisis financiera.

Si bien el trato que se da a las mujeres inmigrantes muestra una de las caras más crueles de un sistema que parece haber demostrado su fracaso, nada justifica el abandono de todo intento de rebelarse a la violencia y la discriminación. Nada viene a sostener la validez de la resignación y el hecho de que la población quede muda ante los grandes retos a los que se enfrenta la Humanidad y frente a las tragedias que se viven dentro y junto a sus fronteras. No debemos resignarnos a que en las costas de nuestros países mueran inmigrantes huyendo de la miseria, de la guerra, de los conflictos, ante la pasividad de las instituciones. No debemos resignarnos a la imposición de lo que se presenta como la gran verdad universal –no hay dinero- para acrecentar desigualdades y acallar cualquier reclamo de cambio. No debemos resignarnos a tener una Europa y un mundo sin alma. Blíndate Europa, pero blíndate a la violencia.

Foto: Archivo AmecoPress.

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Opinión – Situación social de las mujeres – Mujeres inmigrantes – Mujeres del mundo – Violencia de género – Violencia sexual – Trata – Derechos humanos; 14 noviembre. 13. AmecoPress

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