Arantxa Echevarría: "El hándicap era conseguir a dos chicas gitanas que se prestaran a ser tan valientes de besarse en la pantalla"
Madrid, 26. feb. 19. AmecoPress.- Es el momento de Arantxa Echevarría. Con su primer largometraje, una película sobre gitanas lesbianas llamada ‘Carmen y Lola’, se ha hecho con el Goya a ‘Mejor dirección novel’ y se ha convertido en la primera directora de cine español seleccionada en la ’Quincena de Realizadores’ del Festival de Cannes. Pero Echevarría lleva años tras las cámaras, buscando un hueco en una industria que no se lo ha puesto nada fácil. Ahora, gracias a dar visibilidad a muchos tabús de los que nadie se atrevía a hablar, la directora está viendo su esfuerzo y talento recompensados.
Nos citamos con la ganadora de un Goya en ’El Matadero’ de Madrid con la intención de tomar un café, que amablemente se ofrece a invitar, y conocer un poco más la mentalidad de una persona que "está viviendo un sueño".
¿Cómo fueron tus comienzos en la industria cinematográfica?
Desde que tengo uso de razón quería ser directora de cine. Sabes que hay cosas que son vocacionales, es un chollo tener vocación, cuando no lo tienes es horroroso. Fui a estudiar cine a la Complutense, porque no había otras opciones. Yo soy muy viejina y no había más escuelas privadas de cine. Ahí estuve dos años diciendo: "no estoy aprendiendo nada". Vi una cámara de pasada, nos la pusieron en la mesa y pensé: "esto es todo lo que voy a ver de cine". Y aprendí mucho de teoría pero no el cine en sí. Opino que el cine es una de estas artes que hay que hacer para entender.
A los 18 directamente empecé a hacer cine, viendo a los que en clase se movían más haciendo cortos, y yo me apuntaba. De auxiliar, de maquillaje.... yo me metía en todos los saraos, y en tercero dejé de estudiar la carrera porque ya estaba todo el día rodando. Rodábamos cortos, cosas pequeñitas, sin dinero, buscándonos la vida, pero cuando te metes ahí empiezas a conocer gente. Fui meritoria [1] durante cuatro años, llegué a ser camarera, baby sitter, de todo para poder mantenerme. Pero desde los 18 años he trabajado en cine y he conseguido vivir de ello, lo cual es un milagro.
Arantxa Echevarría nos pregunta, se interesa por la situación de las personas becarias y nos insta a que exijamos buenas condiciones laborales.
¿Qué conocimientos te aportaron tus anteriores trabajos para hacer tu primera película?
Muchísimos porque, como te digo, mis primeros trabajos fueron en cine y pasé por todo. He sido maquilladora, auxiliar de cámara, atrecista, decoradora. Entonces, conocía todos los departamentos, que a la hora de dirigir también es muy importante saber lo que tienes que pedir luego a la gente, cómo pedirlo y cuáles son las limitaciones, por ejemplo económicas; porque también he sido directora de producción, jefa de producción, ayudante de dirección. Sé perfectamente lo que cabe en un plan de rodaje, sé cuánto dinero se necesita. No puedo pedirle a alguien de vestuario: "hazme 150 diseños en dos semanas”, porque es inviable.
El conocimiento de cada puesto ayuda mucho a la hora de hablar con ellos y saber qué puedes exigir y qué no. Tener conocimiento de lo que haces siempre repercute en que tu diálogo con el equipo sea muy fluido y en seguida dicen "vaya, sabe lo que dice, pues quizá no está tan desencaminada", y así les puedes embarcar en el barco; porque al fin y al cabo, un director no es más que un capitán, que coge a los mejores timoneles y navegantes para llevar ese barco a buen fin.
Yo he echado las cartas, he leído las manos, he tenido un puesto en la calle... He hecho de todo, eso siempre son vivencias. Pero yo creo que lo que más me ha hecho madurar, con diferencia, es viajar, fue irme fuera de España. Te cambia la perspectiva de vida. Yo me fui con 20 años a Australia, estuve allí tres años, pero me fui allí para aprender inglés. Pensaba que si me iba a Londres, en cuanto lloviese me veía volviendo a casa con las orejas bajas. Ahorré para cogerme el billete y me fui al otro lado del mundo solamente para no poder volver, porque si no habría vuelto porque tenía miedo, no sabía hablar inglés, pensaba que se iban a reír de mí... Los miedos que tenemos todos. Y lo pasé muy mal al principio pero, de pronto, a los cuatro meses dije: "pero si soy la persona más feliz de esta tierra".
Trabajaba de camarera, pero vivía en un país acojonante, conocí a gente que cambió mi vida, abrió mi mente. De pronto descubrí que la sociedad española era una pacata, que allí la gente era mucho más liberal, que los conceptos eran otros, que ayudabas a la gente solamente por ser española, aunque no hubiese otro nexo en común. Se crean una serie de vínculos hacia la inmigración, hacia ser inmigrante, que te sitúan en la realidad de la vida. Creo que lo que más me ha ayudado ha sido viajar. Pero viajar estando, siendo parte de otra sociedad.
¿Quiénes dirías que serían tus referentes cinematográficos?
Claire Denis, Jane Campion. Es como preguntar cuál es tu libro favorito, depende de la época de tu vida cambia mucho. Yo recuerdo haberme criado con Mankiewicz, con Cukor, con los grandes del cine de estudio americanos y luego desarrollarme a pelis más independientes, y ahora estoy en una fase en la que todo lo nuevo me parece mucho más interesante que lo antiguo. Por ejemplo, Clare Denis ha hecho una peli que se llama ‘High life’, que es una película de ciencia ficción con un punto social brutal que es desazonante, que lo pasas fatal, que puede ser buena o mala pero que sales del cine pensando. Yo creo que cualquiera que me haga pensar cuando veo una peli se convierte en referente directo, y es que es imposible decir un nombre.
Nos ponemos a hablar de libros, los mejores clásicos y la dificultad a la hora de elegir. Rápidamente llegamos a la conclusión de que hay demasiados referentes como para tener una respuesta cerrada.
"La discriminación positiva creo que es necesaria ahora"
¿Te has encontrado con dificultades añadidas o con menos oportunidades dentro de la industria del cine por ser mujer?
Todas, todas. Es que además soy mujer vieja. Yo creo que ahora las cosas han cambiado mucho, pero cuando yo tenía 20 años, eran los 90. Yo he oído lo de "bueno, bonita". A mí no me llames bonita, ya eso de primeras, un productor, un equipo, un jefe de dirección. Me han dicho: "bueno bonita, tú y yo lo podemos arreglar" y te cogen por encima. Yo pensaba: "eso no se lo haces a un tío, ¿por qué me lo haces a mí?". Y además en cine he ido por el camino lento, desde meritoria, auxiliar, ayudante y he llegado a ser directora de producción que es la que maneja la pasta. Ahí es donde estáis el productor y tú, que eres quien forma el equipo, y estando en ese puesto, me han venido señores que trabajaban para mí con un rollo paternalista horroroso, "pero cariño, venga, dame un poquito más de esto y...". Yo pensaba: "¿tú hablas así con un tío? ¿Por qué me hablas a mí con esta desigualdad?".
Y creo que es algo que no solamente pasa en cine, pasa en todas partes. Hay un gap, un escalón todavía entre las mujeres y los hombres y se ve en la sociedad. En las juntas directivas de las grandes empresas solo hay un dos por ciento de mujeres y suelen ser en recursos humanos y cosas así, que son vitales para la empresa pero que no se toman en serio. En cambio, no hay directoras financieras, no hay CEOs de grandes empresas que sean mujer. Y sobre todo por ejemplo en cine es muy cáustico saber que hay más mujeres que hombres en la escuela, en las academias, en los masters...
Hay más mujeres, en cambio hay un momento, "el corte" como lo llamo yo, en que no hacemos largos. Sí que hacemos cortos pero no llegamos al paso de profesionalización, que es un poco lo que le pasa siempre a la mujer. Tenemos las herramientas porque el Gobierno nos ha ayudado a tenerlas, que es igualdad, pero después llega la realidad, que es la sociedad y ahí te encuentras que hay cinco hombres y una mujer, entonces, ¿a quién elige un productor? Pues por cercanía, por género y por números, elige a un hombre.
Una mujer para estar en esa lista de cinco hombres y una mujer, tiene que demostrar el doble. Ellos demuestran que son buenos, tú tienes que demostrar que eres buena, que eres capaz, que no la vas a cagar... Son tantas cosas que demostrar que es agotador y en ese camino del cine yo he sufrido todo eso muchas veces, lo que pasa que yo estoy ahora ya en una posición que me produzco a mí misma (risas), ya no tengo esa mirada masculina por encima, pero no tengo que llegar a eso. A mí me encantaría que me produjeran, no tener que estar luchando tanto para conseguirlo.
¿Cómo crees que se podría conseguir que cada vez hubiese menos machismo concretamente en el cine?
Pues yo creo que vendría muy bien una cosa que ya está pasando. El Ministerio de Cultura, a través del Instituto de Ciencias de las Artes, el ICA, está patrocinando de alguna manera, haciendo una selección positiva de mujeres. Es decir, tú como productor, si tienes una mujer directora o una mujer guionista o una mujer directora de fotografía, una mujer de sonido, recibes una serie de puntos que te ayudan a conseguir pasar la primera criba de petición de dinero, de subvenciones. Eso creo que es vital y es lo que ha demostrado que haya este año de cuatro películas, tres dirigidas por mujeres en dirección novel. O sea, el productor piensa que le interesa sacar un proyecto adelante y esto le ayuda. Entonces, la discriminación positiva creo que es necesaria ahora. Ojalá tengamos que decir en breve que no, pero por ahora, sí. Y creo que tendríamos que hacer aún más. Incluir ahí productoras, incluir la gente que no está dentro del cine y luego yo creo que poco a poco.
Eso en cuanto al cine, pero yo creo que es una base cultural, o sea, a los niños desde pequeños, no hacerles diferencias sexuales, porque no deberían de existir.
Vi un vídeo muy gracioso, que me pareció fascinante. Cogían a niños de colegio y les decían: "dibujad un bombero". Y todos dibujaban un bombero, "dibujad un piloto", y todos lo hacían. Y todos dibujaban hombres. La profesora, finalmente, acababa mostrando a mujeres que representaban esas profesiones. Yo creo que desde la infancia, nosotros mismos de una forma irracional, sin darnos cuenta, incluso yo, estamos todo el rato marcando la sexualidad y los roles de género en los niños. El día que no hagamos eso, los niños van a funcionar con naturalidad ante la diversidad, y van a funcionar mucho mejor que nosotros, pero tenemos que cambiar la educación.
Arantxa se refiere a este vídeo. Hay que aclarar que al ser en inglés, las profesiones carecen de género, ya que en este idioma son nombres neutros
Yo por ejemplo nací en una época de Franco en la que la bandera de España era un sinónimo de fascismo, pero mi productora, Pilar, nació en la época de la democracia donde la bandera de España era ser española nada más. Yo tengo hacia la bandera de España una relación complicada, porque me recuerda a una época de una dictadura, cuando en realidad no debería, y ella en cambio tiene una relación muy natural con su bandera. Fuera de márgenes políticos, de ideas etc, solamente es porque yo fui educada así y ella fue educada en un colegio donde se daba la Constitución, la igualdad de género etc. Creo que la educación es la base del futuro para poder conseguir esta igualdad.
"Un pastor me dijo que era el demonio y que iba a acabar en el infierno"
Hablando ya tu primera película, ’Carmen y Lola’. Cuando se hizo el casting, ¿fue bien acogida la idea de la película?
Fatal (risas). Ya no solo en el casting, desde que empecé a preparar la película. Yo soy paya, vasca, no tengo absolutamente nada que ver con el mundo gitano. Antes de escribir, tenía que conocerles y entrar en su mundo, ya que apenas tenía conocimiento. Tuve que meterme dentro de la comunidad y entrar a hablar con la gente más importante de ella para informarles de qué iba la película. Nunca mentí sobre esto, siempre les dije la verdad porque pensaba que si les mentía nos podíamos meter en un lío, entonces les decía que era la historia de amor de dos gitanas. Me decían: "tú estás loca, eso no pasa, eso es de payos...", de todo. Pero siempre pasa lo mismo, el desconocimiento produce miedo. En cuanto vieron que yo era una chica con unos hijos, con una familia, con los mismos problemas para pagar el alquiler, exactamente igual que ellos, pasó el tiempo, que también ayuda mucho, y empezaron a confiar en mí.
Ya en el casting todo el mundo sabía que era la paya que estaba haciendo la película de las lesbianas. Y cuando venían al casting, todas me decían que no querían ser protagonista, querían ser la amiga, la prima… pero las chicas, no. El hándicap era conseguir a dos chicas gitanas que se prestaran a ser tan valientes de besarse en la pantalla, porque para ellos, no había mucha diferencia entre la realidad y la ficción. Me decían que les iban a criticar, que no se iban a poder casar, que no iban a poder tener una relación con otro gitano después de esto.
Cuando estábamos en el casting, de pronto apareció un pastor y me dijo: "tú eres el demonio, vas a acabar en el infierno" y yo le senté conmigo y le pregunté por qué. "Porque esto es el pecado, esto es el demonio que te ha nublado la razón". Hay una secuencia con una pastora en la película que pasó en la realidad. Yo le decía que cómo podía ser pecado si Dios los crea, y si crea a una chica que se enamora de otra chica, el amor de Dios nunca puede ser malo. Y él me dijo: "entonces, tú crees que si un hombre mayor se enamora de un niño, ¿eso no es pecado?". Y le dije que estábamos hablando de gente que tiene la misma capacidad de decisión. Esa frase me dejó impactada. Es una utilización muy vulgar, muy populista, para recriminar cosas sin ningún tipo de base cultural o inteligente. Y eso me lo encontré todo el tiempo en el rodaje. De gente que nos escupía por la calle, nos ha pasado de todo.
Y después de este tipo de cosas, ¿pensaste en algún momento en tirar la toalla durante el proceso?
Siempre, lo que no sé es cómo la hemos hecho. Me pasó primero buscando el dinero. Iba a las productoras y me decían: "yo no quiero hacer una película de gitanos, directora novel, con actores no profesionales". Ahí ya empecé mal.
Y luego a la hora de escribir el guion, porque claro, necesitaba documentarme, necesitaba conocer chicas de 15 o 16 años gitanas lesbianas. Fui a COGAM, fui a todos los colectivos LGTBI, fui a asociaciones gitanas… Y es que no existían. Yo empecé a pensar: "a ver si no van a existir de verdad". Por supuesto que existen, hay gente gay en todas las comunidades del mundo. Y las conseguí encontrar en Internet. Pensé, ¿dónde están? Si fuera yo con 16 años cómo haría para no sentirme sola y única, y es buscar redes sociales. Me metí en todos los chats LGTBIs del mundo, como en la película, con el link de GITANAWAPA, me hice un homenaje (risas). Y ahí conseguí hablar con ellas.
Y a la hora de rodar, porque eran actores no profesionales. Había días en los que yo decía que no había valido nada de lo que habíamos rodado, porque no estaban a la altura, no tenían el día, no tenían herramientas... Había escenas muy duras que eran muy complicadas de reproducir.
Y luego también en el montaje, porque cuando de pronto vi todo el material que tenía rodado... Nosotros no parábamos de rodar todo el tiempo, y hay una parte muy documental al principio, dejarles libres y seguirles, el pedido, el cumpleaños y demás. Había tanto material que yo decía: "esto no lo voy a montar nunca".
He intentado tirar la toalla mil veces, pero hubo una que fue cuando no encontrábamos a Carmen en el casting, que ahí hablé con mi productora y dije: "hemos conseguido el dinero que era lo más difícil, pero no consigo a ninguna gitana que se atreva a hacer este papel, vamos a tener que devolver el dinero", y apareció.
¿En qué o quién te inspiraste para crear a Carmen y a Lola?
Pues me inspiré mucho en mí misma, en mi propia primera relación de amor, da igual el sexo, en lo que yo sentía. Yo me enamoré de Pablo, un niño del colegio que el día que se entere me la va a liar (risas), y recuerdo cómo guardaba sus papeles, cómo miraba sus rizos y los memorizaba. El día que había una fiesta y salíamos por ahí todos juntos, si no me hablaba era la persona más infeliz del mundo, si de ponto me miraba, el mundo se transformaba. Pensé en mi primer amor, que no fue tan sexual, el sexo fue un juego, algo que surgió luego, pero pensé en mis sentimientos, y pensé que nadie lo había contado así. Las películas del primer amor se han contado desde el punto de vista de un hombre, hay más sexo, siempre pienso en ’La vida de Adele’. Y me preguntaba por qué nadie había contado desde el punto de vista de una mujer qué es una sensualidad, más que una sexualidad.
Y luego, al ver esa noticia de las dos chicas que se habían casado gitanas por primera vez en el 2009, me imaginé esa historia de ellas. Y ahí hubo una explosión en la cabeza y dije: “cómo sería la historia de un primer amor prohibido, y luchando contra tanto que hay que luchar en el mundo gitano”.
La directora nos cuenta que todo empezó cuando vio en el periódico la noticia de las dos primeras gitanas que se casaban. Ambas aparecían de espaldas, con nombres ficticios, y afirmaban que nadie había acudido a la boda y que había sido por el Juzgado.
"Yo ya soy medio gitana y ellos medio payos, ha sido un quid pro quo"
¿Qué aprendizaje te llevas de haber creado esta película?
De todo. He madurado como ser humano una barbaridad. He crecido como familia porque ya no solo tengo mi propia familia si no que tengo la de Zaira, la de Rosy, la de Moreno... Yo ya soy medio gitana y ellos medio payos, ha sido un quid pro quo. Y he madurado mucho en cuanto a mi visión del cine. Ahora creo que el cine es una herramienta y antes quizá en mis cortos sí que quería visualizar el mundo femenino. Tengo un corto que se llama ’Yo, presidenta’. Pero de pronto te das cuenta que puede ser una herramienta y te creas una carga emocional, una mochila en la que te percatas de que lo que cuentas la gente lo ve, le puede transformar la vida o no y cómo mola poder echar un cable hacia otras personas. He cambiado mucho, he madurado, ha sido mucho tiempo también. En el camino yo he tenido dos hijos. Todo ha cambiado mucho en mi vida y todo ha cambiado para bien, porque creo que todos los cambios son siempre positivos.
¿Qué significa para ti como directora los reconocimientos en Cannes y en los Goya?
(Suspira) Ponte en la situación un momento de que te nominan para el Pulitzer. Para mí es... Un sueño suena a baladí, a repetitivo. Es tu primera peli y vas al mejor festival del mundo, donde ha estado Spike Lee, ha estado Sofia Coppola, Scorsese... No puedo explicarlo con palabras. Yo a veces me levanto y todavía sigo sin saber muy bien qué ha pasado. He puesto el Goya en el salón, la gente dice: "lo pongo en el baño, en la oficina". No, no, lo he puesto en el salón (risas). Y a veces cuando estoy ahí, lo miro y digo: "¡ahí va!". Todavía sigo sin comprender bien todo lo que está pasando con la película. Creo que la película me está superando. (risas)
¿Fue difícil trabajar con personas que no son actores y actrices profesionales?
Una locura. Fue muy difícil y también muy, muy bonito. Fue un viaje muy bonito porque no tienen herramientas, no saben gestionar las emociones, es muy complicado. Y yo les pedía cosas que además eran muy límites. De pronto les metes en la presión de un personaje, la presión ya no solamente de la actuación, sino que hay sesenta personas mirándote, tienes dos horas para rodar esa secuencia porque tienes poco dinero para seguir en esa misma localización e inmediatamente después vas a rodar otra secuencia en una cena donde se tiene que estar riendo, son muchísimas cosas. Le pides a alguien sin ninguna experiencia que lo de todo en dos horas.
Lo que sí hicimos, con tiempo y gestionado bien, fue mucho ensayo, mucho trabajo antes, mucho previo. Estuvimos seis meses, que es algo inusitado en una película tanto tiempo. Y ahí lo que hicimos fue conocernos. Yo llegué a conocer a Zaira y a Rosy perfectamente, igual que ellas me conocen a mí. Y luego, con ese conocimiento, podíamos jugar. Es decir, había secuencias en que necesitaba que pasaran de 0 a 10, de llorar a reír. Sabía perfectamente lo que les dolía y sabía perfectamente lo que las hacía felices. Por ejemplo con Zaira, la muerte de su abuela es algo que a ella la marcó muchísimo y hay una canción que compusieron sus hermanos para su abuela, que cada vez que la oye, llora. Pues tenía que utilizar eso. Un actor se va para dentro, trabaja él solo, busca sus sentimientos, y además los puede reproducir no una vez, si no dos, tres... Ellos, no, yo tenía que ser la persona de fuera que las indujera y además, no había forma de repetir.
Rafaela con la secuencia de la carta, después me dijo que se iba a su casa. La llorera, el destrozarse, el abrirse... ella no podía repetirlo más veces, creo que lo hizo una segunda vez y ya no funcionó. Es prácticamente toma única. Y esa verdad también la ves en la pantalla.
Pero como director tienes que estar muy concentrado, muy pendiente del otro, de que esté a gusto, de que entienda. Por ejemplo, siempre tenía una opción B que era rodar con actores y contar la historia sin ellos, lo tenía rodado por si acaso no funcionaba. Rodábamos primero sin ellos. Por ejemplo la escena de la carta yo tenía rodado que ella entraba, nos quedábamos fuera esperando, no se oía nada y luego ya salían, por si no funcionaba. Yo tenía esas bazas por si acaso pero cuando ves cómo funciona, es increíble.
¿Cómo te tomas las críticas que se le hacen a la película?
Bien porque creo que la película tiene muchísimos fallos. Es una primera obra y además, no puedo ver la película. Pienso: “fatal”. Además, creo que hay que ser autocrítico. Las considero muy positivas desde el punto de vista cinematográfico narrativo.
Y las críticas del mundo gitano las tomo también muy positivas, porque creo también que se crea debate, y el debate siempre es positivo, que la gente discuta y hable sobre las cosas te hace ver otros colores y creo que es importante el debate para ello.
Para terminar, ¿cuáles son tus futuros proyectos?
No puedo decir nada, somos muy pesados los de cine y hasta que no firmemos somos supersticiosos, pero sí que tiene que ver con la mujer. Va a ser una peli social y me llama mucho la atención las minorías, por ahí iré. No creo que me vaya a un thriller de ciencia ficción, me encantaría, pero hay una historia que me bulle como ’Carmen y Lola’ que está ahí y solo me falta tiempo para escribirla.
Nos despedimos y la directora marcha camino a otra entrevista. En estos días de fervor, Arantxa Echevarría apenas puede creerse todo lo que le está sucediendo, pero continúa con ganas de seguir demostrando todo de lo que es capaz.
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Foto: Archivo AmecoPress. Lidia López Hernández. Tomada de Youtube.
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Pie de foto: Arantxa Echevarría. Imagen del trailer de ’Carmen y Lola’
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Cultura - Voces de mujeres - Biografías - Cine - Mujeres creadoras - Lesbianas - 8 de marzo - 26. feb. 19. AmecoPress
[1] Una meritoria de producción es una persona a las órdenes del equipo de producción que se encarga de cualquier eventualidad que pueda surgir durante el rodaje