Abuso, truculencia y periodismo
Buenos Aires, 20 may. 10. Artemisa/AmecoPress.- La primera impresión fue de incredulidad. Cómo podía ser posible que un grupo de personas saliera a defender a los abusadores de una niña. Cómo era posible que se manifestaran abiertamente pidiendo justicia en contra de una víctima a la que acusaban de ’vaguita’, ’ligerita’ y otras cosas.
Pero la incredulidad dejó lugar a la indignación cuando recordé que también al chico que acusó al Bambino Veira de haber abusado de él se lo llamó ’rarito’; que el 95 por ciento de los abusos sexuales ocurre paredes adentro de las familias, donde padres, tíos abuelos, amigos y demás son abusadores que las familias y sociedades tapamos; así como que la Iglesia Católica sigue prote.giendo a los curas abusadores; y que profesionales de la psicología y abogacía que intervienen en casos de abuso sexual son desacreditados, amenazados y amedrentados para que cesen en su actividad.
El mismo día, en la Red Informativa de Mujeres de Argentina (RIMA), una portavoz dijo que en Olavarría el domingo se hacía una marcha por un ginecólogo acusado de abusar de pacientes. Entonces, la incredulidad ya había quedado atrás para dejar lugar a una confirmación. Todo encajaba dentro de los mecanismos perversos que tenemos como sociedad para seguir acusando a víctimas, incluso menores de edad, de lo que les pasa.
En ese engranaje, cómo dejar afuera a los medios de comunicación, actores fundamentales para dar visibilidad a las demandas sociales pero también para alimentar y reproducir los vicios de esta sociedad abusadora.
Cómo entender sino que sigan hablando de ’video hot’ o ’video porno’ para referirse la filmación de tres hombres mayores de edad abusando de una chica de 14 años y que incluso algunos anuncien ’te mostramos el video porno de Villegas’.
Cómo entender también que den voz a vecinos y vecinas que defienden a los ’buenos muchachos’ cuando esos hombres, casados y de 25 a 31 años de edad, ya fueron detenidos por la Justicia acusados de ’abuso sexual agravado’, ’corrupción de menores’, y ’difusión de material pornográfico’, delitos para los que el Código Penal prevé condenas de 8 a 20 años de prisión.
Cómo entender que hagan hablar a vecinos de la ’casa del horror’ también para defender a los nueve corruptores, abusadores y violadores que fueron condenados por la Justicia de 8 a 42 años de prisión.
La excusa de la objetividad periodística a través del uso y abuso de la teoría de las dos campanas o las dos caras de la verdad, como decía aquel noticiero de canal 9, no es más que eso, una excusa para hacer un periodismo truculento que sume rating y lectores. En esto
s tiempos de crisis periodística –provocada especialmente por la aparición de Internet y las redes sociales, pero no sólo por eso-, es hora de que el periodismo aproveche para cambiar. Que archive por obsoleta e insuficiente esa teoría, que no puede dar cuenta de la complejidad de las cuestiones sociales; y que tenga como horizonte la protección de las víctimas antes que nada.
Todavía hoy las niñas, los niños, las mujeres, están desprotegidos y son culpables hasta que se demuestre lo contrario. Hay que invertir la carga de la prueba y dejar de exigir a las víctimas que aclaren que lo son. ¿Hasta cuándo seguiremos poniéndolas en cuestión por ser ’vagas’, ’putas’, ’rápidas’, ’trolas’, llevar falda corta o el pelo atado en una coleta?
Foto: Archivo AmecoPress
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Internacional – Opinión - Medios de Comunicación – Violencia de género – Pederastia – Infancia. 20 may. 10. AmecoPress.