“El 80% de las mujeres violadas en el genocidio ruandés sufre un trauma perpetuo”
Godelieve Mukasarasi, presidenta de la organización de mujeres víctimas del genocidio ruandés, Sevota
Godelieve Mukasarasi es presidenta de la organización de mujeres víctimas del genocidio ruandés, Sevota, y trabaja desde 1994 con mujeres víctimas de crímenes sexuales. Su trayectoria de lucha por romper el silencio, denunciar la situación de las víctimas y obtener justicia y reparación fue reconocida en 2004 con el premio John Humprey Freedom Award, concedido en Canadá por su activismo en la promoción de los derechos humanos. Hoy, Día Internacional de los Derechos Humanos, ha presentado en la Haya las peticiones y recomendaciones de la víctimas y juristas con los que trabaja en Ruanda.
Mukasarasi explicó a AmecoPress que, en la actualidad, algunas víctimas del genocidio ruandés han sido tratadas psicológicamente “pero el trauma está ahí y la vivencia vuelve una y otra vez”. Según sus datos, el 80% de las mujeres viven en un “trauma perpetuo” mucho más amplio, el de la pobreza que afecta a toda la población” pues el 56% de la población vive bajo el umbral de la pobreza y el 37% en la extrema pobreza. “En Ruanda la pobreza tiene rostro de mujer”, porque la mayoría de estas personas son mujeres, agregó, y el 34% de los hogares están dirigidos por mujeres, muchas de ellas víctimas de crímenes sexuales.
La presidenta de Sevota denunció que 60.000 de las 250.000 mujeres que fueron violadas durante el genodicio, fueron infectadas de SIDA pero sólo algunas de ellas tienen acceso a las medicinas antiretrovirales y muchas veces ni siquiera de forma regular porque esta medicación provoca efectos secundarios graves cuando no se toma en buenas condiciones, es decir, con buena alimentación.
Muchas mujeres víctimas de crímenes sexuales durante el genocidio viven todavía hoy con otras enfermedades o heridas sufridas por cortes de machete, tienen vértebras rotas, órganos sexuales y genitales mutilados y el 32% han quedado inválidas de por vida. “Eso implica que su vida sexual no es no satisfactoria ni normal y afecta mucho más a las más jóvenes que ya no podrán casarse ni tener relaciones normales”.
Además, muchas de las víctimas de violaciones quedaron embarazadas y tuvieron niños fruto de esos crímenes, entre 2.500 y 5.000 niños y niñas. Según Godelieve Mukasarasi, las que han recibido tratamiento psicológico “han aceptado su situación y hoy quieren a sus hijos, pero hay miles de mujeres que rechazan a sus propios hijos y son niños traumatizados”, que son repudiados por la sociedad y “por sus hermanastros en los casos en los que las mujeres habían sido madres en su matrimonio”.
Godelieve Mukasarasi pidió hoy en la Haya, sede de la Corte Penal Intenacional, “reparación para las mujeres”, que se restablezca su dignidad y se haga justicia porque “los traumas vuelven cuando liberan a sus violadores que, en gran parte de los casos, son sus vecinos y al volver las amenazan”.
Por otro lado, la relación es muy complicada entre las víctimas de crímenes sexuales y sus cónyuges, “que tienen actitudes horribles e insoportables: Si la mujer tiene hijos de los violadores, los maridos son todavía más violentos. Se ven constantemente inferiores y vulnerables, se sienten humilladas, deshonradas, con vergüenza”. Además, sufren acoso por parte de los jueces locales y muchas han sido repudiadas por sus familias y se encuentran en la calle, sin casa.
Mukasarasi reconoció que algunas organizaciones civiles e internacionales han dado servicios de apoyo psicológico, físico y económico, acompañamiento jurídico, etcétera, pero lamentó que estos servicios no lleguen a todas las afectadas, que esa ayuda no haya sido ni es suficiente y que no se realice “un seguimiento, que continúa siendo uno de los grandes desafíos para reparar a las víctimas”.
Romper el silencio
Godelieve Mukasarasi ha creado una red de apoyo y ayuda de las mujeres víctimas de crímenes sexuales, trabaja con los medios de comunicación y con los tribunales para que se conozca la situación, trabajando en colaboración y con el apoyo de las víctimas para superar traumas a través de las reuniones de grupo y conversaciones entre ellas.
El desafío, para Mukasarasi, es “romper el silencio en el que se ha sumido a estas mujeres para luchar así contra la impunidad” y contactar con organizaciones que contribuyan a aportar el apoyo material que les permita recuperar su dignidad a través de la autopromoción.
“Mi trabajo consiste en buscar a través de los grupos de víctimas la forma de encontrar fuerzas, denunciar, exigir justicia y que se reconozca la violación durante el genocidio como un crimen contra la humanidad”, manifestó.
Recomendaciones
Tras semanas de trabajo, las víctimas de Ruanda han elaborado un documento “que traigo a Europa para presentar a la prensa y a la Corte Penal Internacional” para demandar que se apliquen políticas reales de seguimiento a todas aquellas víctimas que han aceptado dar sus testimonios ante tribunales de justicia, ya sea nacionales o internacionales, y se les conceda una protección integral: psicológica, médica, jurídica y sociológica.
Mukasarasi ha propuesto a la comunidad internacional que, a través de Naciones Unidas, constituya un fondo social que pueda reparar e indemnizar a las miles de víctimas de crímenes sexuales de Ruanda, siempre desde una perspectiva de justicia de género: rehabilitación, restitución, restauración de la dignidad social, indemnización y garantía de no repetición. En este marco, entiende que debería crearse un observatorio que siga los casos pendientes y luche contra la impunidad.
Asimismo, ha planteado crear centros de acogida donde las víctimas puedan recibir tratamientos adecuados y completos para su mejora y su reinserción en la sociedad una vez curadas. Esto incluye formación y microcréditos que les permitan ser económicamente independientes.
También ha exigido a las instancias jurídicas ruandesas que “no se victimice mas aún a las mujeres durante los juicios”, sino que al contrario, tengan en cuenta el crimen que juzgan y “no pidan a las mujeres que muestren ante toda una comunidad las pruebas de la violación, algo que ocurre muchas veces en los tribunales populares Gacaca, y que implica que la mujer debe desnudarse ante todo el pueblo para mostrar sus heridas si quiere demostrar lo que dice”.
Por último, la presidenta de Sevota ha pedido medidas para proteger la identidad de las víctimas de crímenes sexuales, que se dicten sentencias para los violadores del genocidio y se dé difusión a “estas violencias” de las que no se habla en los medios.
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Fotos: Cedidas por LolaMora Producciones
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Internacional-derechos humanos-entrevista; 10 diciembre 07 (AmecoPress)