Eliminar la brecha de género en la agricultura, esencial para los países en desarrollo
Lima, 22 mar. 11. AmecoPress/SEMlac.- Si los rendimientos en las tierras cultivadas por las mujeres alcanzaran los de los hombres, la producción agrícola en los países en desarrollo aumentaría entre 2,5 y cuatro por ciento, con lo cual la cifra de personas malnutridas en el mundo podría reducirse hasta en 150 millones. Actualmente, se estima que 925 millones de personas están por debajo de los niveles de nutrición en ese grupo de países.
Esta es una de las impactantes conclusiones del informe El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2010-2011, Las mujeres en la Agricultura, que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) dio a conocer el 7 de marzo, en víspera del Día Internacional de la Mujer.
Y, pese a su impacto sobre la producción agrícola y la seguridad alimentaria, el logro mencionado constituiría tan solo una parte de los beneficios considerables que podrían obtenerse garantizando que las mujeres tengan igualdad de acceso a los recursos y oportunidades en el agro, subraya el estudio.
Para lograrlo, no existe otra vía que cerrar las brechas de género en la agricultura y el empleo rural, lo cual significa mejorar el acceso de las mujeres a la tierra, las tecnologías, los servicios financieros y la educación, expresa su director, Jacques Diouf, en la introducción del informe.
"El cierre de la brecha de género en la agricultura pondría más recursos en manos de las mujeres y reforzaría su voz en el seno del hogar; se ha demostrado que esta estrategia mejoraría la seguridad alimentaria, la nutrición, la educación y la salud de los niños", dice.
Aunque Diouf reconoce que no existe una pauta concreta para cerrar la brecha de género en la agricultura, pues entran en juego una amplia gama de insumos, activos, servicios y mercados, y las limitaciones correspondientes están interrelacionadas, subraya que "con políticas adecuadas basadas en información y análisis exactos pueden realizarse progresos y los beneficios serían considerables".
"Debemos eliminar todas las formas de discriminación de la mujer en el ámbito legal, garantizar una mayor igualdad de acceso a los recursos y que las políticas y programas agrícolas tengan en cuenta la dimensión del género, así como hacer oír la voz de las mujeres en la toma de decisiones a todos los niveles", indica.
Fuerza femenina en el agro
De acuerdo con el informe, las mujeres en los países en desarrollo representan, en promedio, el 43 por ciento de la fuerza laboral agrícola. En América Latina es 20 por ciento, con una tendencia al alza en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, mientras que en muchos países de América Central y el Caribe la proporción de las mujeres en la fuerza laboral agrícola está disminuyendo.
Pero eso no es malo, según el informe, pues en general se debe a que los países de América Latina tienen niveles educativos femeninos relativamente altos en comparación, por ejemplo, a las mujeres de África y ciertas zonas de Asia, a la diversificación y el crecimiento económicos, y a normas culturales que favorecen que ellas emigren hacia las áreas urbanas para trabajar en el sector de servicios.
En el Asia oriental y sudoriental, así como el África subsahariana, la participación femenina llega hasta casi 50 por ciento. Sin embargo, la diferencia de rendimiento entre hombres y mujeres alcanza en promedio el 30 por ciento, y la mayor parte de las investigaciones realizadas revela que esta brecha se debe a las diferencias en el uso de recursos.
Y es que las mujeres controlan menos tierras que los hombres, suelen ser de peor calidad y carecen de seguridad sobre su tenencia; poseen menos animales de trabajo necesarios para la agricultura que los hombres. Y, por lo general, tampoco controlan los ingresos generados por los animales -generalmente pequeños- que gestionan. Además, son menos propensas que los hombres a utilizar insumos modernos, como semillas mejoradas, fertilizantes, medidas de control de plagas y herramientas mecánicas.
Y como, a nivel global, tienen un nivel inferior de educación y menor acceso a los servicios de extensión, les resulta más difícil acceder a algunos de los otros recursos, como la tierra, el crédito y los fertilizantes. Estos factores también impiden a las mujeres adoptar nuevas tecnologías con la misma facilidad que los hombres.
Roles sociales y empleo del tiempo
Un dato muy interesante del estudio se refiere al empleo del tiempo por parte de las mujeres, el cual varía grandemente en función del cultivo, la fase del ciclo de producción, la edad y el grupo étnico, entre otros factores.
Sin embargo, la preparación de la comida y la recogida de leña y agua "constituyen ataduras a las que debe hacerse frente para que las mujeres puedan dedicar su tiempo a tareas más gratificantes y productivas", señala la investigación. Además, el cuidado infantil y otras responsabilidades del hogar se suman al tiempo que ellas dedican a la agricultura, haciendo que su jornada sea mucho más larga que la de los varones, añade.
Un estudio realizado en 2009 por la investigadora ecuatoriana Ivonne Antezana, en la provincia de El Carchi, una zona tradicionalmente dedicada a la producción de papa, demostró que las mujeres asociadas en CONPAPA (Consorcio de la Papa) estaban muy bien empoderadas y participaban en las actividades relacionadas con el cultivo del tubérculo en porcentajes incluso mayores que los hombres.
Sin embargo, cuando comparó las actividades totales que realizaban las mujeres como complemento a las agrícolas, encontró que el tiempo diario empleado equivalía a 46 horas, es decir prácticamente el doble de las horas del día. "En cambio, el tiempo de los hombres sí era de 24 horas y ello a pesar de que asignamos a hombres y mujeres las mismas horas de sueño, de cuidado personal y de ingesta de alimentos, cuando en la práctica muchas veces ello no ocurre", refirió Antezana.
En cuanto a ingresos remunerados, la FAO señala que si bien las mujeres siguen enfrentándose a la discriminación y la segregación ocupacionales en los mercados de trabajo rural, tienen empleos con salarios bajos, estacionales y a tiempo parcial y tienden a cobrar menos que los hombres, aun cuando sus cualificaciones sean superiores a las de estos, los nuevos empleos en las agroindustrias de valor elevado orientadas hacia la exportación ofrecen a las mujeres oportunidades mucho mejores que las labores agrícolas tradicionales.
"Generalmente, los salarios son más elevados y las condiciones de trabajo mejores que en la agricultura tradicional. La incorporación a gran escala de las mujeres en la fase de envasado de la producción agrícola no tradicional destinada a la exportación puede ser una de las novedades más importantes para el empleo femenino en las últimas décadas", subraya el informe.
Esto es notorio en la ciudad peruana de Ica, 300 kilómetros al sur de Lima, donde el auge de las empresas agroexportadoras emplea mayoritariamente mano de obra femenina.
"Hay quienes dicen que aún falta mucho para hablar de ’mujeres adecuadamente empleadas’ pero yo estoy contenta: antes tenía que trabajar como doméstica, lavando ropa, porque la producción agrícola estaba por los suelos, ahora mis hijos estudian, ya no tienen que trabajar en el campo y yo me he comprado un terrenito, dígame usted si eso no es mejorar las condiciones de vida", señalo Luzmila Abanto, trabajadora de una empresa de espárragos de la localidad.
El estudio encontró que las mujeres ganan menos que los hombres en todas partes, excepto en las zonas rurales de Panamá. América Latina tiene también la mayor proporción regional media de jefas de explotaciones agrícolas, que supera el 25 por ciento en Chile, Ecuador y Panamá.
Tareas por delante
"Cerrar la brecha en el acceso a la tierra y otros activos agrícolas requiere, entre otras cosas, reformar las leyes para garantizar la igualdad de derechos, formar a los funcionarios públicos y dirigentes de las comunidades y hacer que respondan por el cumplimiento de la ley y el empoderamiento de las mujeres con el fin de asegurar que estas sean conscientes de sus derechos y capaces de reclamarlos", subraya el informe.
Asimismo, resalta que, para poder participar en los mercados de trabajo rural, las mujeres deben disponer de tiempo libre gracias a tecnologías que ahorren trabajo y la prestación de servicios públicos, el aumento del capital humano de la mujer a través de la educación, la eliminación de prácticas de empleo discriminatorias y la capitalización de los programas de obras públicas.
Finalmente, propone como áreas prioritarias para lograr la reforma del sector la eliminación de la discriminación de la mujer en el acceso a los recursos agrícolas, la educación, los servicios de extensión y financieros así como los mercados de trabajo; la inversión en tecnologías e infraestructura que permitan ahorrar trabajo y mejorar la productividad "de modo que las mujeres dispongan de más tiempo libre para dedicarse a actividades más productivas", y "facilitar la participación de la mujer en mercados de trabajo rural flexibles, eficientes y justos".
Fotos: Archivo AmecoPress.
-------------------------------------
Internacional – Mujeres del Mundo – Mujeres rurales – Género y desarrollo – Pobreza y género. 22 mar. 11. AmecoPress.