Un flagelo que debe ser erradicado

7 de febrero de 2011.

Por Silmar Jiménez

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Incrementar la educación e intervención internacional como propuestas para acabar con la Mutilación Genital Femenina


Madrid, 07 feb. 11. AmecoPress. ‘Mujeres contra la mutilación genital femenina’ fue el nombre de la conferencia ofrecida por tres mujeres africanas abanderadas en la lucha contra la práctica y que se celebró este 4 de febrero en el salón de actos de la Fundación Sur dentro del programa Mujeres que cambian al mundo, de la organización Mundo Cooperante, patrocinado por la Comunidad de Madrid y con el apoyo de Mujeres para el diálogo y la educación.

Sólo más educación hacia la población y mayor compromiso por parte de los gobiernos y las autoridades internacionales pueden significar el impulso para erradicar una práctica imposible de concebir en pleno siglo XXI. Esta es la conclusión que se desprendió de la conferencia Mujeres contra la mutilación genital femenina (MGF).

Durante la conferencia se pudieron conocer, de primera mano, las experiencias de Efua Dorkeeno, activista ghanesa que dirige, en el Reino Unido, un programa contra la mutilación genital femenina de la organización Equality Now; Agnes Pareyio, líder comunitaria de la tribu Masai; presidenta de la organización Tasaru Ntomonok (rescate de la mujer), quien lidera un programa de educación para niñas y de promoción de los derechos de las mujeres en la región del Valle del Rift en Kenia y de Honorata Nasuwa, coordinadora de la Red contra la mutilación genital NAFGEM (por sus siglas en inglés) que desarrolla en Tanzania una serie de trabajos de formación para la erradicación de la práctica en las regiones del Kilimanjaro y Manjara.

 Más compromiso de las autoridades

Para Efua Dorkeeno la lucha contra la MGF se remonta ya a dos décadas y es ahora cuando se están produciendo cambios en las legislaciones al respecto. La práctica se lleva a cabo en 28 países africanos y en 17 de ellos ya existen leyes en contra. Por otro lado, lo que anteriormente se reconocía como una práctica cultural, actualmente es considerado como una flagrante violación de los Derechos Humanos de las mujeres en África, no solo a escala mundial, sino que esta práctica que tiene por fin el control de la sexualidad de las mujeres en una sociedad patriarcal, se reconoce como transgresión a los derechos de la mujer en el protocolo sobre Derechos Humanos de la mujer africana.

No obstante, Dorkeeno considera que falta el deseo político de firme y seriamente involucrarse en la campaña: “la concienciación se ha ido logrando en el mundo pero es un trabajo a completar para que además de producirse leyes en contra, estas se apliquen a cabalidad”, manifestó.

No es cultura, es tortura

Por su parte, Agnes Pareyio, quien pertenece a la comunidad Masai, y por lo tanto es víctima de MGF, hizo una cruda descripción de los tipos de mutilación que se llevan a cabo en el territorio africano, de las razones y consecuencias de la práctica donde destacó, no solo el dolor que produce en las mujeres que son sometidas a la misma, sino los problemas que de ella se derivan y que van desde las infecciones hasta la muerte por desangramiento en algunos casos. Indicó, además, las graves consecuencias que la ablación conlleva en las mujeres y sus hijos en el momento del parto.

 

La organización que preside Tasaru Ntomonok (rescate de la mujer) ha desarrollado durante los dos últimos años una campaña de educación y creación de conciencia sobre la MGF y sus consecuencias. Considera que las labores de concienciación y educación deben de ser extensivas a padres y madres ya que se trata de sociedades patriarcales y donde son las madres o mismas mujeres quienes llevan a cabo la mutilación en sus niñas, pero que también debe llegar a los jóvenes quienes se casarán con las mujeres mutiladas.

Explicó que poco tiempo después de comenzada la campaña las niñas comenzaban a abandonar sus hogares por no ser mutiladas, pero también huían del matrimonio impuesto, gracias a la educación que estaban recibiendo. “En la comunidad Masai no se valora la educación y una niña, ella es una fuente de ingresos, no es un miembro que se va a quedar en una familia, entonces cuando la niña cumple nueve o diez años se les casa en unos matrimonios arreglados y las entregan a la otra familia”.

Agnes Pareyio fue tajante en llamar la atención de otras sociedades en torno a la práctica de MGF. “Otros países no nos toman en cuenta ya que consideran que se trata de una práctica cultural pero nada tiene que ver con nuestra cultura, se trata de una tortura, tanto física como psicológica para las mujeres y tenemos que acabar con ello, necesitamos de la ayuda de todo el mundo para que esto deje de ser visto como algo cultural porque no solo daña a las mujeres sino que es causa de muerte”, dijo.

La educación es la clave

Honorata Nasuwa por su parte apuesta también por la educación y el conocimiento profundo de la práctica y sus consecuencias, no solo por lo que representa sino por los resultados que NAFGEM, la organización, para la cual trabaja, ha podido obtener en la región del Kilimanjaro en Tanzania, aún así está consciente de que hay que trabajar más al respecto.

NAFGEM, según explicó Nasuwa, ha llegado a tocar la conciencia de grupos de circuncidoras que realizan la práctica ya no solo por una razón cultural o religiosa, sino por dinero. “Hemos conseguido crear conciencia en 205 mujeres circuncidoras que dejaron en público sus cuchillos para manifestar que nunca más volverían hacer esta práctica lo cual ha sido considerado un éxito”, aseveró.

Sin embargo esta activista destacó que aún quedan retos, entre los más importantes el de acabar con las mutilaciones a niñas de un año, las cuales se están llevando a cabo como una forma de escapar de la ley. “El pretexto es que la bebé sufre de algún tipo de infección cuyo único tratamiento es la circuncisión la realidad es que lo hacen para escaparse de la ley” comentó.

Otro de los retos que mueve a NAFGEM es la mutilación transfronteriza, ya que muchas familias se trasladan para poder realizar la circuncisión en las niñas, “dentro de la comunidad Masai todos son familia aunque vivan en diferentes regiones del áfrica. Al ver que en algunos lugares la legislación es más dura al respecto, se trasladan a lugares donde visitan a sus familiares y pueden llevar a cabo la MGF. NAFGEM está luchando para que las redes en contra se hagan más fuerte y se puedan detener estos viajes”.

Esperanzadora, concluyó Honorata Masawa, “lo que tenemos que hacer es educar, a la sociedad porque el cambio está ahí. Al principio la tasa de la práctica en el Kilimanjaro era del 35 por ciento, ahora es del 25 por ciento, con lo cual sabemos que con la educación podemos lograr que se siga legislando al respecto y con la concienciación hacer que se cumplan las leyes para que la MGF sea historia.

Fotos AmecoPress

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Pies de foto: 1) Un momento de la conferencia 2) Efua Dorkeeno, Honorata Masawa y Agnes Pareyio 3) Conferencia

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