Perú

Cuando el frío mata: Venancia Apaza perteneciente a la etnia aymara

10 de septiembre de 2010.

Por Zoraida Portillo

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Lima, 10 sep. 10. AmecoPress/SEMlac).- Venancia Apaza mira a su alrededor y no puede contener las lágrimas. En el paisaje que la rodea, cubierto de hielo hasta donde se extiende la vista, solo hay desolación y dolor: sus carneros y sus alpacas yacen muertos, literalmente congelados; de sus sembríos de papa apenas si quedan unas cuantas plantas mustias. A su lado, su pequeña hija, Rosa —de tres años— se limpia los mocos con ambas manos. Su piel luce quemada, cobriza.

"Hace varios días que está resfriada", cuenta alzándose de hombros. Pero ese gesto no es de indiferencia, sino de impotencia, porque Venancia vive en Chutaccollo, un caserío remoto de la provincia de El Collao, en Puno, departamento ubicado en el sudeste del país y uno de los más pobres del Perú, donde para ir a un centro de salud hay que caminar más de tres horas.

La mayor parte de la población de El Collao pertenece a la etnia aymara. Ubicado por encima de los 3.800 metros de altitud en promedio, sus pobladores están acostumbrados a los rigores del clima andino, caracterizado por heladas, granizadas, lluvias y temperaturas que pueden descender bajo cero por las noches.

"Pero este año, está haciendo más frío que nunca", refiere Venancia. "Ha habido fuertes vientos y temperaturas de congelación". En efecto, el Servicio Nacional de Hidrología y Meteorología del Perú ha llegado a registrar hasta -20°C en las partes más altas de Puno.

"Por acá todos los chicos están resfriados, con bronquitis, con mocos", informa. Y al mirar a Rosa se puede entender por qué: aunque tiene tanta ropa encima que se mueve con dificultad, las prendas son delgadas y raídas. Y sus pequeños pies no sólo están descalzos, sino sin medias y ostentan un preocupante color morado, por la quemadura de la nieve.

Según datos oficiales, entre enero y agosto han muerto 79 niñas y niños menores de cinco años en Puno y se han atendido 80.000 casos de infecciones respiratorias agudas (IRA) en infantes de ese mismo grupo de edad. Se estima que alrededor de 35.000 niñas y niños entre cero y cinco años se encuentran en riesgo de contraer alguna IRA en ese departamento.

Perú cuenta con un sistema de vigilancia epidemiológica que notifica semanalmente a la Dirección General de Epidemiología las infecciones respiratorias agudas y neumonías que se atienden en los establecimientos de salud, sean públicos o privados.

El sistema había registrado 250 muertes por neumonía en niños menores de cinco años a nivel nacional hasta mediados de agosto. Esa cifra debe haber aumentado en los últimos quince días, tal como ha ocurrido con los nuevos infantes muertos en Puno.

Como sea, más de la cuarta parte de las muertes han ocurrido en Puno. Otras regiones con alto número de defunciones de menores por neumonía son Loreto (25), en la selva, y las andinas de Huánuco (24) y Cuzco (19).

El director de Salud de Puno, Alfredo Torres Basurto, informó a la prensa que el 90 por ciento de los infantes muertos falleció en su hogar, sin recibir atención médica. La distancia a un establecimiento de salud fue la causa principal.

Ante esta cruda realidad, el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) ha decidido intervenir más directamente. Además de enviar ropa de abrigo, mantas y estufas, también capacitará al personal de salud para potenciar su capacidad de atención de emergencia de las IRAS, y a los padres de familia a fin de que aprendan a identificar los signos de la neumonía.

José Vásquez, coordinador del área de emergencia de UNICEF, dijo a SEMlac que la ayuda está destinada a Puno y Loreto, el principal departamento de la selva peruana, donde las temperaturas han descendido de un promedio de 30°C a -10°C, ocasionando grave perjuicio a sus pobladores, que no están acostumbrados a bajas temperaturas ni cuentan con medios para protegerse.

En agosto, el Ministerio de Salud llevó a cabo una intensa campaña de vacunación en Puno que, desafortunadamente, sólo cumplió el 65 por ciento de la meta propuesta, debido a la oposición de los pobladores a que ingresen los vacunadores en aquellas zonas dominadas por contrabandistas.

El titular del sector, Oscar Ugarte, mostró una foto tomada en una zona de Juliaca, en la que se ve una banderola con grandes caracteres que dice: "Prohibido el ingreso a personas agenas (SIC) las 24 horas. Orden de masacre".

"El contrabando ha hecho de Puno un lugar donde impera la delincuencia organizada, que obstruye el trabajo que realiza el sector Salud y hasta ha generado temor en los vacunadores", señaló.

Ugarte también denunció la "deficiente" inversión del gobierno regional de Puno en salud pública, al usar sólo el dos por ciento del presupuesto asignado al sector, lo que a su juicio también estaría condicionando las muertes y alto número de infecciones respiratorias entre los infantes.

Sin embargo, para los especialistas en salud hay una realidad que no se puede ocultar: el alto grado de desnutrición de la niñez pobre del Perú, que la hace fácil presa de diversas enfermedades infecciosas.

"Casi el 20 por ciento de niñas y niños menores de cinco años padece desnutrición crónica en el Perú", dijo la nutricionista Beatriz Basurto. "Pero donde la situación resulta realmente dramática es en el campo, donde más de un tercio de los menores sufre de hambre crónica", aseveró.

"Enerva comprobar que muchos casos de desnutrición crónica no llegarían a tales si realmente se tomara la decisión política de atacar la desnutrición en sus primeros estadíos".

Afirmó que "La desnutrición no es sino el resultado de una dieta pobre en nutrientes y micronutrientes como vitaminas, minerales, proteínas y carbohidratos. Por ejemplo, una anemia ferropénica (ausencia de hierro) que no es tratada a tiempo puede devenir desnutrición".

Basurto, quien ha trabajado con poblaciones de los Andes y la Amazonía, recordó que muchas comunidades tienen una dieta basada exclusivamente en un solo componente alimenticio. Mencionó un estudio realizado con 120 infantes de seis meses a cinco años de la selva peruana, que arrojó una tasa de anemia leve a moderada en el 92 por ciento de la población estudiada y una de desnutrición general de 12 por ciento.

Por su parte, la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2009 del Instituto Nacional de Estadísticas e Informática reveló que el 50,4 por ciento de los niños menores de tres años en el Perú tiene anemia. Y nuevamente, el área rural es la que presenta las tasas más altas: 74 por ciento.

Para Basurto, esto es "muy grave": una anemia en menores de dos años significa que muchas de sus capacidades ya no se podrán desarrollar. "No estamos hablando solamente de talla, desarrollo corporal y exposición a enfermedades, sino de su parte cognitiva, que quedará seriamente afectada para el resto de su vida", señaló.

Y al escucharla, se nos viene a la mente la imagen de Venancia, pero sobre todo de su hija Rosa, con su respiración alterada, sus piececitos descalzos, su inaccesibilidad geográfica, que limita su atención en un establecimiento de salud, y su situación actual, forzada a comer tan solo unas cuantas papas deshidratadas que sobrevivieron a las heladas. ¿Cómo estará en el próximo invierno?

Foto: SEMlac

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Internacional – Mujeres del Mundo – Mujeres rurales – Salud - Pobreza y género – Género y desarrollo. 10 sep. 10. AmecoPress/SEMlac.

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