Viudas de conductores de autobuses, en Guatemala, retoman la vida unidas

8 de junio de 2010.

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Guatemala, 08 jun. 10. AmecoPress/SEMlac.- Tienen varias cosas en común, pese a que nunca se habían visto la cara: la misma edad, similar número de hijos y ninguna profesión. Claudia, Norma, Mercedes y Mayra coincidieron, incluso, en algo más: el dolor, aquel que la violencia les provocó y que, de la noche a la mañana, las obligó a convertirse en viudas cuando apenas iniciaban su vida conyugal.

Ellas, que han vivido la tragedia, representan a otras 200 mujeres más que también perdieron a sus esposos violentamente, cuando se dedicaban a su trabajo como conductores de bus de transporte colectivo.

Hechos violentos que se suscitaron en un lapso de año y medio y que fueron cometidos por pandilleros que hasta la fecha siguen extorsionando a los choferes.

Los pandilleros cegaron a tiros la vida de cada uno de sus esposos, la mayoría jóvenes, por negarse a pagar el dinero de la extorsión que los eximiría de ser asesinados y les permitiría laborar en el día.

’Las viudas de los conductores’, como se les conoce ahora, son mujeres que hoy retoman la vida y buscan construir un mejor futuro para sus hijos, comenta Dina Elizabeth López, quien a sus 34 años le tocó vivir la tragedia de identificar el cadáver de su esposo, tendido sobre el timón del autobús, con varios impactos de bala en la cara y cabeza.

El luto y el dolor las ha llevado a conformar la asociación de viudas de pilotos, entidad dirigida por Lilian Pérez, quien a pesar de haber perdido a su esposo a causa de una enfermedad, buscó la forma de apoyar a estas mujeres, muchas de ellas vecinas de su comunidad.

Pérez las organizó para buscar apoyo económico, social y sicológico para ellas y los casi 300 niños y niñas de tres, cinco, siete años a quienes, a su corta edad, les tocó acudir al funeral del papá. Incluso bebés, que desde el vientre corrieron con la mala fortuna de perder a su padre sin conocerlo físicamente.

Guatemala es un país donde la violencia ha socavado la vida de al menos 5.000 personas en 2009, la mayoría hombres, y cuyo principal instrumento de asesinato es el arma de fuego. A pesar de que las viudas no tienen una profesión, porque muchas no saben leer y la mayoría vive en lugares de riesgo por la pobreza, buscan capacitarse para aprender un oficio que les permita un ingreso económico.

Ángela, quien forma parte de la asociación y ya terminó su primera capacitación de pastelería, confirma que se vieron en la necesidad de organizarse para sobrevivir desde que sus esposos fallecieron, porque "casi todas dependían completamente de ellos".

Unas nunca habían trabajado, dejaron inconclusos sus estudios y otras solamente se dedicaban a la venta de dulces o eran empleadas domésticas por día. La vida las sorprendió desprevenidas, ilustra Pére.

"De lavar y planchar no se puede vivir", comenta Mayra, quien tiene dos hijos de cinco y tres años de edad, a los cuales debe ahora cuidar sola y terminar de darles educación.

El gobierno las ha incorporado a un plan de resarcimiento para las viudas, a través del programa de cohesión social, con remesas condicionadas y bolsas solidarias, destaca Silvia Palomo, secretaria de Bienestar Social de la Presidencia de la República.

Remesas condicionadas es un programa gubernamental que consiste en proveer de una dotación en efectivo a las familias más pobres, a cambio que sus hijos vayan a la escuela y las madres mantengan un control de salud.

Las bolsas solidarias consiste en la repartición de alimentos que el gobierno entrega mensualmente como una ayuda a las mujeres en condiciones de pobreza y pobreza extrema, madres solteras y de la tercera edad.

A eso se suma la capacitación que han recibido 125 viudas. Ellas mismas gestionaron, desde la asociación, aprender un oficio con el cual sobrevivir. La oportunidad les llegó cuando menos lo esperaban. Un centenar de ellas ahora ya conocen cómo presentar una mesa en un banquete, qué comida preparar para una boda, un bautizo o un cumpleaños.

Ingrid, quien enviudó en 2009, dice estar más tranquila. "Dejaré de lavar y planchar ajeno, podré conseguir un trabajo mejor y darles de comer y estudios a mis tres hijos". Su esposo trabajó como chofer y, posteriormente, murió en manos de los extorsionadores, a pesar de pagar las cuotas semanales.

Pérez indicó que este sólo es un primer paso, ya que gestionan dar seguimiento a estos cursos y especializar a las beneficiadas. Pero la meta no queda ahí. Las integrantes de esa asociación trabajan en un proyecto de una página Web donde puedan darse a conocer, con el fin de que empresas o personas particulares puedan contratarlas, ya sea como cocineras o en áreas administrativas.

Es por ello que, agrupadas, tocan puertas de instituciones, ONG´s, embajadas e instancias del gobierno, para que las capaciten y les ayuden sicológicamente a salir del trauma que les ha tocado vivir. No quieren buscar venganza personal, admiten, porque al final de todo siguen viviendo en la misma comunidad que los asesinos de sus esposos.

Foto: Archivo AmecoPress

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Internacional – Mujeres viudas – Empleo y género – Pobreza y género. 08 jun. 10. AmecoPress

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