Trabajo más precario y menor protección para las mujeres

18 de febrero de 2010.

Por Elena Duque

Madrid | Estado Español | Empleo y género



Ellas sufren las consecuencias de las cifras más altas del paro desde 1996 agravadas por las circunstancias discriminatorias habituales


Madrid, 18 feb (10). AmecoPress. Desde que en diciembre de 2008 el paro masculino aumentase en un 78% anual, la cifra absoluta de parados y paradas ha corrido a la par. Esta situación ha llevado a la interpretación errónea de que hombres y mujeres se encuentran con las mimas dificultades para encontrar empleo.
Elevando la vista más allá, nos encontramos con que ellas sufren un paro más prolongado y mayores dificultades para acceder al primer empleo. Además, ocupan puestos de trabajo más precarios por la temporalidad y la menor remuneración, y esto se deriva en una menor protección por desempleo.
 
Antes de empezar la crisis que ahora nos toca superar el número de mujeres en el paro fue tradicionalmente superior al de varones. En diciembre de 2007 había 1.244.408 mujeres registradas en las listas del desempleo, frente a los 885.139 hombres. La crisis se había empezado a notar, el boom del ladrillo estallaba a la par que tenía lugar el derrumbe financiero internacional, y el paro masculino se disparaba.
 
Un año después el número de hombres parados había aumentado en casi un 80 % hasta situarse en 1.576.467. Para finales de 2008 también el paro femenino se había agravado, pero más suavemente. La tasa anual de crecimiento era de un 25% y ellas igualmente superaron el millón y medio. Desde entonces las cifras han mantenido un crecimiento constante y bastante paralelo.
 
Almudena Fontecha, Secretaria General de la Mujer de UGT, pide precaución al tratar esta información. “Antes de la crisis, las mujeres ya veníamos sufriendo más el desempleo que los hombres. Luego, como el principal sector que notó la crisis fue el de la construcción, la pérdida de empleo fue más acusada para los varones. Y algunos medios empezaron a decir que se había igualado el paro entre hombres y mujeres. Sí, pero no porque hubiéramos mejorado la situación de las mujeres”.
 
¿Cuál era la situación anterior? La cifra de mujeres paradas no había bajado de 1.200.000 al menos en los dos años anteriores, mientras que los hombres parados durante muchos de esos meses habían sido menos de 800.000. La diferencia entre unas y otros se movía en torno al medio millón de personas. Ahora la brecha ha desaparecido, pero no hay ganadores en esta batalla perdida.
 
Trabajo más precario
 
Primero estalló la burbuja inmobiliaria. El sector servicios cayó detrás. En dos años, por cada mujer que perdió el empleo, 14 hombres se quedaron en la calle. Sin embargo, los planes de apoyo del Gobierno, los famosos Planes E que financian las obras públicas de las distintas localidades, han generado empleo en mayor medida para varones. L
 
as mujeres encuentran más fácilmente trabajo en la educación, la sanidad y, dentro del sector servicios, en los comercios. Pero también la temporalidad predomina en estos empleos.
 
“Se dice que esta crisis se parece a la de los años 30. Nosotros decimos que puede ser parecida en términos económicos, pero no en lo social, por la incorporación de la mujer al mercado laboral”, afirma Fontecha.
 
La situación de las mujeres desempleadas se caracteriza por padecer más profundamente el paro de larga duración y por la dificultad de acceder al primer empleo, a pesar de contar con más formación que los hombres. La EPA indicaba en el cuarto trimestre de 2009 que, dentro de este grupo con especiales dificultades para salir del paro, de una cifra total de 1770.000, el 52 por ciento eran mujeres, 270.000 más que hombres.
 
De cara a la salida de esta crisis, la formación tanto académica como profesional se está convirtiendo, sin embargo, en una importante moneda de cambio. Una formación plural, que permita a las y los aspirantes acceder a un mayor abanico de empleos.
 
“Hay que tener muy en cuenta la perspectiva de género al introducir medidas para crear empleo. Se habla mucho de las nuevas tecnologías, y eso es importante, pero formando igualitariamente para ello. De nada sirven los cambios en la producción si se sigue relegando a las mujeres a los servicios”, exige Fontecha. Y afirma que es necesario “que lo que se genere tenga expectativas de género, no excluyentes. Para que según se vaya superando esta crisis las mujeres no se queden fuera y tengamos que luchar otra vez para estar dentro”.
 
Coincide con ella Carmen Bravo, Secretaria General de la Mujer en CCOO: “En el cambio de modelo productivo no podemos ignorar el talento acumulado por las mujeres de nuestro país, al mismo nivel que en el resto de Europa. Hay que tener especial cuidado de que ellas accedan al mundo laboral en igualdad de condiciones”.
 
Menor protección
 
Al igual que existe la brecha salarial entre hombres y mujeres, lo que supone algo menos del 20 por ciento del sueldo para ellas para el mismo puesto de trabajo (dos meses más de trabajo al año, ha calculado la Plataforma Andaluza al Lobby Europeo de Mujeres), al cobrar las prestaciones por desempleo, esta diferencia se percibe una vez más.
 
“Las paradas españolas tienen una menor protección social que los hombres parados, de menor duración y de menor cuantía, debido a sus peores condiciones laborales, con lo cual son más vulnerables y con mayor riesgo de verse en situaciones de pobreza”, señala Paula Rodríguez Madroño, Profesora del Departamento de Economía de la Universidad Pablo de Olavide.
 
Cobran menos, por lo que cotizan menos, y su prestación se reduce. En diciembre de 2009 los varones que recibían una prestación por desempleo eran 1.654.300. Las mujeres, sólo 1.223.000. La razón es que, como ellas están más ligadas a empleos eventuales, su protección termina antes. Eso, y que acumulan más tiempo en el paro.
 
La cuantía es también distinta. Mientras que la media diaria que percibe un hombre se estima en 29,60 euros, para las mujeres la cantidad de la prestación apenas supera los 25 euros al día.
 
Conciliación
 
La búsqueda de un nuevo empleo supone además para muchas mujeres que son madres una nueva batalla con la conciliación. Si no hay recursos para pagar a una persona que se haga cargo de los y las pequeñas de la familia, serán ellas quienes carguen, en la mayoría de los casos, con los cuidados. Se sigue considerando que el hombre es el primero, por derecho, en salir a buscar trabajo fuera de casa.
 
“Para avanzar en la igualdad de oportunidades hay que conseguir desterrar por fin el sesgo de género todavía presente de que el empleo y salario de los hombres es el principal en los hogares y el de las mujeres es el secundario”, destaca Rodríguez.
 
La situación en el campo
 
En el medio rural, medir cómo la crisis afecta a las mujeres es más complicado. A pesar de la posibilidad de la co-titularidad de las explotaciones, muchas mujeres siguen sin registrarse por la falta de facilidades fiscales. Pero el cierre de numerosos negocios familiares les deja sin trabajo y sin recursos, por no poder acogerse a la protección social.
 
Para Teresa López, presidenta de FADEMUR, “la agricultura y la ganadería sufren una crisis sin precedentes. Estamos muy preocupadas, la EPA en el cuarto trimestre ha señalado un descenso del 4 por ciento de la actividad. Muchas explotaciones piensan cerrar por la caída de los precios. La mayoría son familiares, y el cierre afecta igual a hombres y mujeres”.
 
Perspectiva
 
En enero de 2010, el total de personas inscritas en las listas del paro alcanza los 4.048.493, un 18.8% de las personas en edad activa. Por otro lado, el número de afiliados a la Seguridad Social, de personas empleadas, se sitúa en 17.546.011, un 1,4 % menos que el mes anterior y un 5% menos que hace un año.
 
“Las crisis financieras de los años 90 muestran que normalmente el impacto es más negativo y a más largo plazo para las mujeres”, afirma Rodríguez.
 
Según los datos del Ministerio de trabajo, el 37% de los parados hombres registrados en enero en las oficinas del Inem tenían pocas o muy pocas posibilidades de encontrar un empleo. En el caso de las mujeres la cifra aumenta hasta el 42,8%.
 
Aunque se espera que el sector servicios se vaya recuperando progresivamente, y éste emplea a más mujeres por regla general, los nuevos empleos que se crean refuerzan las malas condiciones. Las mujeres, en cualquier caso, aceptan con más facilidad un empleo que no satisface sus expectativas. Son más versátiles, y eso les conduce también a que en ellas se concentren con más frecuencia los puestos más precarios.
 
“En otras épocas difíciles, de crisis, o de guerra, cuando los hombres no estaban, las mujeres se ocuparon de las fábricas. Pero cuando ellos regresaron, ellas volvieron amablemente a sus casas. Ahora no es así. Ahora, el trabajo de la mujer tiene vocación de permanencia”, precisa Fontecha, y recalca la importancia de que a medida que salgamos de la crisis, se establezcan con firmeza los criterios de igualdad, para que no se desande el camino que tanto tiempo ha costado recorrer.
 
Y Rodríguez matiza: “Si no hay presupuestos de género en las políticas, no se realizan análisis de género antes de su implementación, ni se toman medidas específicas para el fomento del empleo de las mujeres, sólo se creará empleo en sectores masculinizados y habrá un retroceso en el avance hacia la igualdad en el mercado laboral”.
 
 
 
Fotos: archivo AmecoPress
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Pie de foto: 1, 2 y 3) Trabajadores en las calles de Madrid
Estado Español - Empleo y Género; 18 febrero (10), AmecoPress
 

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