El rostro del VHI-SIDA y los usos problemáticos de drogas afectan especialmente a las mujeres

Madrid, 30 nov. 09. Redacción AmecoPress.- Según FAUDAS, desciende el número de casos de VIH entre la población inyectora pero aumenta el riesgo de muerte por fallo hepático entre personas co-infectadas con VIH y hepatitis C. Además, continúa siendo necesaria la prevención y la reducción de daños ante el riesgo de transmisión o reinfección por prácticas sexuales sin protección y por compartir material de inyección.

El colectivo de personas con drogodependencias cuenta con el mayor porcentaje de infecciones por VIH y muertes por SIDA a lo largo de la historia. Según Xavier Pretel, miembro de FAUDAS, se ha perdido un tiempo valioso en debates morales sobre la conveniencia o no de dar jeringuillas o impulsar programas de metadona, “este debate estéril, nada sanitario y en contra de los derechos humanos ha tenido como consecuencia la muerte de un número importantísimo de personas de nuestro colectivo. Alguien debería pedir perdón por las muertes causadas y dar reparación a tanto sufrimiento”, declara.

Hoy en día, ese mismo riesgo de abandono institucional lo tienen las mujeres con usos problemáticos de drogas, cuya visibilidad se ha cuadruplicado en menos de una década, llegando a alcanzar casi el 45% de solicitantes de tratamiento.De ellas, una de cada diez mujeres usa droga por vía inyectada.

A pesar de ello, no han aumentado los recursos dirigidos a mujeres. “No existen casas de acogida para mujeres usuarias y se cuentan con los dedos de una mano las comunidades terapéuticas que trabajan específicamente con nosotras. Las mujeres con usos problemáticos y/o con VIH tampoco tienen acceso a las casas de acogida específicas para víctimas de violencia de género”, afirma Marisa Fernández, portavoz del grupo de trabajo sobre género y drogas de FAUDAS.

Según Carmen Romera, integrante del grupo de trabajo, es necesario identificar los riesgos de estos usos y superar las diferencias de género tanto desde el punto asistencial como social. “La vulnerabilidad femenina a la infección sólo se entiende desde los factores físicos, sociales y psicológicos, al igual que con las drogodependencias. Antes que pacientes o usuarias de drogas somos cuidadoras (de hijos, parejas o padres). Las mujeres con las que trabajamos se abandonan por los demás y llegan a los hospitales y centros de atención en estados lamentables y mucho más deterioradas, las que llegan”.

Para Martín Barriuso, presidente de la Federación de Asociaciones Cannábicas, “también existe una vulnerabilidad masculina relacionada con la asunción de riesgos y exigencia de demostraciones a la hora de consumir”. Las organizaciones firmantes consideran necesario trabajar también con los hombres para superar las diferencias de género.

En un momento de crisis en el que aumentan los usos problemáticos de drogas, estas entidades insisten en la necesidad de aumentar los recursos de reducción de daños en el ámbito estatal (salas de consumo higiénico, espacios calor café, distribución de material estéril), el acceso a tratamientos y programas de inserción laboral para consumidores de drogas en situación de exclusión social y que se garantice la confidencialidad del registro de casos de VIH. También “es preciso facilitar la participación real de las asociaciones de personas afectadas en el diseño y ejecución de las políticas sobre drogas y VIH”, declara Joep Oomen, coordinador de ENCOD.

Foto: Archivo AmecoPress

Estado español – Comunicados – Salud y género. 30 nov. 09. AmecoPress.