“Me gustaría hacer un informativo de madres con niños, y que las periodistas no tuvieran que dejar la profesión con la maternidad”

7 de agosto de 2007.

Por Teresa G. Espejo

Cultura | Madrid | Libros



Daniela Musicco, autora de ‘El campo vacío. El lenguaje indirecto en la comunicación audiovisual’


Al igual que en ocasiones el silencio es capaz de expresar ideas y sentimientos mucho mejor que la palabra hablada, el vacío físico en una imagen cinematográfica configura un plano lleno de contenido, sin necesidad de que aparezcan los personajes para contar lo que está ocurriendo con su actuación. Por el contrario, el lenguaje de la televisión reproduce acontecimientos constantes y persigue mostrarlo todo: el llanto, el insulto, la broma, el sexo… saturando al espectador, que no encuentra espacio para lo sugerente ni tiempo para la reflexión.

Daniela Musicco analiza en ‘El campo vacío’ las posibilidades que este recurso narrativo ofrece a la comunicación y propone utilizarlo en el discurso informativo. Tras la publicación de su libro, en el que recopila la investigación de su tesis doctoral, la periodista, doctora en Comunicación Audiovisual y profesora del Centro Universitario Villanueva, compartió con AmecoPress sus opiniones sobre la profesión y sus propuestas para configurar un universo televisivo más interesante y constructivo, sin renunciar a la audiencia.

En su libro analiza las posibilidades del campo vacío como recurso narrativo en el cine, el teatro, la pintura y la televisión. ¿Cómo transmitir un mensaje utilizando el campo vacío a través de medios tan diferentes?

Para mí era muy importante ver como un mismo lenguaje podía utilizar diferentes medios de expresión. Soy una defensora del Renacimiento, a pesar de que ha ocurrido hace muchos siglos, porque me parece que con la especialización tan grande, los diferentes medios hemos perdido una idea global del ser humano y su manifestación en la tierra, su capacidad de comunicar. Me parecía muy bonito y también muy útil para aprender muchas cosas, el no mantener aislado un lenguaje de otro, porque la televisión, aunque muchos la veamos como el producto más ínfimo de serie b de nuestra cultura, en el fondo es un lenguaje de la imagen y
hereda tantas cosas de la pintura como pueda ser el cine. Creo que no debemos perder esta perspectiva, para darnos cuenta de que podemos llegar a niveles tan altos como se ha llegado algunas veces en la pintura y en el cine.


¿Cree en la televisión?

Aunque parece casi como un acto de fe, sí, creo en la televisión y creo que es un medio fantástico de comunicación. Que lo empleemos mal y hagamos malos productos no quiere decir que el medio sea malo, o sea, siempre y cuando tengas un instrumento de comunicación que te permita llegar a muchas personas, es un arma maravillosa para poder transmitir mensajes, informar, dar conocimiento… si no la utilizamos bien es nuestro problema, pero la televisión en sí es buena.

El campo vacío sugiere subjetividad, ¿esta idea no está reñida con la supuesta objetividad a la que deben tender las noticias en televisión?

Hay un ejemplo en el libro, una secuencia que analiza Arnheim, la de Sternberg en la película ‘Muelles de Nueva York’, en la que una mujer trata de suicidarse. Arnheim dice que era importante que en ese momento, en el intento de suicidio, no se viera a la mujer, que hubiera un campo vacío porque el mensaje indirecto emociona mucho más. Eso sería impensable para un cámara de televisión, porque los reporteros, si llegaran a cubrir un intento de suicidio así, se tirarían al agua y le pondrían el micrófono para preguntarle porqué se quiere suicidar. Esto por desgracia es así, es lo que se hace. Lo que ha pasado en estos años, es que hemos perdido la capacidad de darle importancia al pensamiento y a la sensibilidad más que a la información descarnada. Pero realmente, cuando estamos viendo a una persona llorando en directo, eso no es información, es manipulación porque sabemos que los sentimientos de una persona nos producen mucha audiencia.


El libro hace un repaso a grandes películas, la mayoría de ellas extranjeras. ¿En España no se ha explotado el recurso del campo vacío?

Hay algún ejemplo, como ‘La Caza’, de Saura, que me parece maravillosa porque simboliza todo un mundo, toda una serie de modos de sentir, trabaja mucho con ese campo vacío, con esa búsqueda en la nada de algo que atrapar. Por poner otro ejemplo reciente, la película ‘Tesis’, de Amenábar, es muy interesante respecto al lenguaje. Aquí, el momento de tensión ocurre en un campo vacío, donde por no captar, capta negro, es decir, no ves absolutamente nada. Pero el libro es parte de una investigación mucho más amplia y he tenido que restringir, aunque considero que España es un país riquísimo artísticamente.

¿Hay algún género informativo que pueda sacar mayor partido al campo vacío?

A mi me encantaría que, como un ejercicio de ética, se utilizara el campo vacío en los informativos. Me gustaría que llegara una ley… (ríe) lo que pasa es que eso sería casi antidemocrático, pero hay una parte de mí a la que le encantaría que, cada vez que tuviéramos la oportunidad de grabar una tragedia, que siempre aumenta la audiencia, hubiese un acto de restricción y dijéramos: no voy a aumentar la audiencia con la tragedia de esta persona, no la voy a grabar y en su lugar voy a grabar un campo vacío, y a lo mejor, de forma indirecta, contaré lo que le está pasando a esta persona.

¿Ha podido utilizar el campo vacío en su trabajo, en el programa ‘Espejo público’ de Antena 3?

Cuando era de reportajes, porque ahora ha cambiado, teníamos una cierta libertad a la hora de elegir lo que íbamos a grabar. Y en esta sutil línea es donde se mueve el trabajo del periodista serio o menos serio, y para mí, el menos serio es el que saca más llanto y menos cantidad de información. Lo que no quiere decir que yo no lo haya hecho, porque es muy difícil trabajar con libertad en la televisión.

¿Qué le gustaría hacer en televisión?

Además de hacer obligatorio el lenguaje indirecto en los informativos, creo que se pueden hacer muchos trabajos y un montón de programas sin que estén reñidos con la audiencia, porque si el trabajo está bien hecho no tienes porqué perder al público y hay muchos temas sociales para tratar, e incluso se podrían hacer concursos inteligentes que aportaran cosas, porque hasta la televisión de entretenimiento se puede hacer de forma constructiva.

Y un sueño…

Uno que tengo en el cajón es hacer un programa con madres con niños, porque un día me planteé porqué las madres tenemos que dejar de trabajar cuando tenemos hijos. Y me dije ¿y porqué no hacemos un informativo donde las madres estén dando la información con sus hijos, mientras son pequeñitos? Porque igual que vemos en otros países -y lo vemos a veces como un atraso- a las pobres mujeres trabajando con los niños, yo creo que está más atrasada la sociedad en la que estamos viviendo nosotras, con niños metidos en lugares y esperando que sus madres les vayan a recoger después de jornadas de doce, trece y catorce horas.

¿Alguna anécdota como madre periodista?

Una vez tuve que cubrir la información sobre el paro y no tenía con quién dejar a mi hija pequeña. Así que me la llevé, y con ella del brazo, estuve hablando con la cola de personas que había en la puerta del INEM. A nadie le sorprendió, y además pude ver que la mayoría de la gente eran mujeres, es decir, que eran desempleadas buscando trabajo, por eso, elegí entrevistar a una mujer. Pero esto los hombres periodistas habitualmente no lo hacen, porque no se dan ni cuenta.


¿Cómo ve el futuro de la profesión?

Veo un futuro prometedor, soy optimista por naturaleza y tengo confianza. Aunque la cosa está difícil porque sigue siendo una profesión muy masculina y tenemos que luchar mucho con ejemplos, como el de la agencia que habéis montado vosotras. Es muy importante que haya una conciencia de que el mundo no es un mundo de hombres y de mujeres, sino que sigue siendo de los hombres, y para que sea de hombres y mujeres tenemos que luchar y cada una aportar su granito de arena allá donde esté.

Las universidades de periodismo están llenas de mujeres estudiando, pero los puestos de dirección en los medios siguen estando copados por hombres.

Hay mujeres jefas, pero muchas veces se comportan como hombres, y por eso quizá muchas de ellas hayan llegado hasta ahí. Lo que echamos de menos es una visión del mundo más femenina en la que haya cabida a una vida privada, compatible con los hijos, que no está dentro del mundo masculino y sí del femenino, porque hay muchos hombres que podrían ser femeninos en ese sentido, y no me sirve de nada que haya una mujer directiva si no tiene un discurso femenino, sino que está perpetuando el mundo tal y como está.

La mirada de mujer periodista ¿es distinta a la de los hombres?

Absolutamente sí. Existe una mirada femenina, que no siempre es de las mujeres. Para mí, la mirada femenina es la que se detiene más en los detalles y es capaz de ver diferentes posiciones, más partidaria de no dividir el mundo en blanco y negro, y también más conciliadora. Hay muchos hombres que tienen esa visión, y al igual que en las películas, creo que se puede hacer también una información femenina.

En el discurso informativo ¿tiene cabida el lenguaje no sexista?

Se están dando pasos pero todavía hay mucho que hacer. Ayer estuve viendo la película de los Simpsons y salí con cierto dolor porque no deja de perpetuar modelos machistas y conservadores. Y está bien que la gente se ría, y no tengo nada en contra de los Simpsons, pero me parece penosa la representación del marido y de la mujer que transmite algunas veces.


El campo vacío ¿puede servir para reproducir o deconstruir estereotipos?

No me planteé una investigación de género, pero es verdad que mirándola con los años, una de las razones por las que la hice fue para reivindicar una mirada femenina y me alegro, además, de que los directores de cine que aparecen sean hombres, porque demuestra que es una mirada que pueden tener hombres y mujeres, aunque me da pena que no aparezcan ahí más mujeres directoras, porque la historia sigue siendo muy difícil para las mujeres para entrar en cualquier campo. Es una reivindicación del lenguaje menos agresivo, menos violento, porque una imagen de impacto te conmociona pero no te conmueve, y yo creo que la comunicación existe cuando precisamente te conmueve, es decir, te mueve hacia algo. En este momento, la comunicación tiene sentido.

¿Cuánto tiempo duró la investigación y cómo se publicó el libro?

El porqué es sentimental y hasta que encontré al director de mi tesis estuve con mi idea debajo del brazo porque todo el mundo la creía descabellada; hasta que encontré a un hombre descabellado que la quiso dirigir. Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a aquello que desparecía, a cómo las cosas y los sentimientos seguían existiendo aún sin estar presentes, era una necesidad de investigación muy espiritual, y esto fue lo que me conmovió en un principio. A parir de ahí, fui encontrando todos estos autores y construyendo algo, que partió de un sentimiento, y fui entendiendo como el campo vacío era una forma de expresar sentimientos que perduraban, más allá de lo que nosotros somos capaces de ver y de vivir.
Del mismo modo que mi relación con el tema de investigación fue sentimental, y afectiva con el director de tesis, con la edición pasó algo parecido. Me presentaron a una persona para hacer una investigación postdoctoral y le llevé mi tesis. Al cabo de mes y medio me escribió un mail para que se la mandase a una persona de Cátedra; y así fue, la publicaron.

Ya está sumergida en una nueva investigación…

Como profesora en el Centro Universitario Villanueva trato de analizar la televisión en otras pantallas, porque la juventud no ve mucho la televisión. Para no perder esta ventana de comunicación que nos permite informar, enseñar, educar, etcétera, la televisión tendrá que adaptarse a las nuevas pantallas.

¿Cómo Internet?

Por supuesto, ahí está el futuro.

Daniela Musicco Nombela. ‘El Campo Vacío’. Madrid, Ediciones Cátedra (2007)


Fotos: AmecoPress


Cultura – libros; 7 agosto, 07 (AmecoPress)

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