Trabajadoras transexuales del sexo: el doble estigma
El equipo de salud de Fundación Triángulo presentó un estudio, enmarcado dentro del Programa de Atención a Trabajadoras Transexuales del Sexo (TTS), financiado por la Secretaría del Plan Nacional Sobre el SIDA (MSC). El objetivo principal del estudio es conocer los obstáculos y barreras físicas, sociales, psíquicas y culturales que favorecen, mantienen o incrementan las prácticas de riesgo para el VIH para, a partir de este conocimiento diseñar intervenciones más adecuadas a la realidad de las TTS. La investigación ha trabajado sobre una muestra de 58 transexuales femeninas trabajadoras del sexo.
El equipo de investigación ha estado compuesto por un grupo multidisciplinar de profesionales: dos trabajadores sociales, Teresa Navazo e Iván Zaro, una doctora en psicología, Daniela Rojas, así como un médico y coordinador del Centro Sanitario Sandoval, Jorge del Romero.
Tal y como ha explicado en la presentación, Iván Zaro, “pesar de ser un colectivo prácticamente desconocido para la ciudadanía y representar una minoría dentro del colectivo de personas que ejercen la prostitución, encontramos que junto a los trabajadores masculinos del sexo las TTS tienen una prevalencia de infección por el VIH muy superior a la hallada en mujeres que ejercen la prostitución”.
Especialmente vulnerables al Sida
“De hecho”, explicó Iván, los datos reflejan que las personas que ejercen la prostitución constituyen una población “especialmente vulnerable” en la infección por el VIH, encontrando las mayores prevalencias en transexuales (22 por ciento) y hombres (12 por ciento) frente a las mujeres(1 por ciento) que ejercen la prostitución. Son estos datos los que nos motivaron a elaborar un estudio de carácter descriptivo que permita una primera aproximación al colectivo así como una detección de sus necesidades socio-sanitarias”.
Un total de 58 transexuales femeninas trabajadoras del sexo participaron y cumplimentaron el cuestionario en el que está basado el estudio. Una amplia mayoría fue captada en las zonas de ejercicio de la prostitución como la calle, pisos y locales o bares.
“Podemos concluir”, dijo la trabajadora social Teresa Navazo en en la presentación del informe, “que nos encontramos con un conjunto de TTS que rondaban los 30 años, casi todas ellas solteras, sin hijos, y cuya procedencia en la mayoría de los casos era latinoamérica, fundamentalmente Brasil. La llegada de estas TTS se produjo, sobre todo, en el periodo comprendido entre 2003-2006”.
Teresa explicó que “un aspecto particularmente relevante, dada la gran cantidad de personas originarias de países distintos de España, era la situación de irregularidad, así como el hecho de estar o no empadronadas. Este último trámite permite la obtención de la tarjeta sanitaria, indispensable para recibir tratamiento médico en general, y tratamiento antiretroviral en caso de ser seropositivas para el VIH. Los datos nos mostraron que tres cuartas partes de las encuestadas no habían regularizado su situación, pero, por el contrario, prácticamente un 80 por ciento estaba empadronada”.
“En cuanto al trabajo sexual”, continuó diciendo la trabajadora sexual, “nos han sorprendido las tempranas edades de inicio en el trabajo sexual encontradas en algunos casos (14, 15 años) así como las edades tan tardías en otros (33 y 44 años)”.
La mayoría de las encuestadas refirió iniciar el trabajo sexual en su país de origen, lo que excluye la situación de inmigración como desencadenante del mismo. Ahora bien, resulta evidente que la inmigración, la situación de irregularidad, la ausencia de redes sociales, etc, no hace más que favorecer la continuidad en el trabajo sexual, ya que desde los países de acogida no se ofrecen otras alternativas.
En el estudio que se presentó hoy prácticamente la totalidad de las encuestadas dijo ejercer la prostitución de manera voluntaria. Sólo se encontraron dos casos en los que las TTS se habían visto obligadas a ejercer la prostitución para devolver la deuda asumida como consecuencia del viaje a Europa. Ahora bien, este ejercicio voluntario debe matizarse con otras variables, como por ejemplo, la intención o la posibilidad de abandonar el trabajo sexual. Así, cuando se preguntó a las TTS, si abandonarían el ejercicio de la prostitución si eso fuera posible, casi un 90 por ciento respondió afirmativamente. La cuestión de fondo es que muchas de estas TTS no se ven obligadas a ejercer la prostitución, pero si pudieran disfrutar de otras oportunidades laborables, posiblemente, no ejercerían la prostitución.
Desinformación y falta de seguimiento médico
Con relación a la transexualidad, encontramos que un porcentaje importante de las encuestadas, prácticamente la mitad, no conocía siquiera la existencia del certificado de disforia de género, necesario para la posterior reasignación de género.
Un aspecto importante del estudio es que en él se refleja que la vía de administración del tratamiento hormonal, encontramos el porcentaje de TTS que utiliza la vía parenteral es muy alto, y que dada la ausencia de una adecuada información y seguimiento médico, existe riesgo de transmisión de VIH por estar compartiendo el material de inyección del tratamiento hormonal.
“De manera evidente”, explicó Teresa, “uno de los objetivos más relevantes del presente estudio era conocer las prácticas sexuales de las trabajadoras transexuales del sexo con clientes y con parejas privadas. En general, podemos afirmar que el colectivo de TTS utiliza de manera consistente el preservativo para el sexo con clientes, pero cuando se indagó sobre el uso del preservativo con las parejas estables, los resultados cambian notablemente. Esto puede ser una fuente de transmisión del VIH.
Los datos mostraron que un alto porcentaje de TTS se había realizado las pruebas del VIH, (principalmente, en el Centro Sanitario Sandoval de la Comunidad de Madrid). De aquellas que conocían los resultados de sus pruebas, encontramos que un 25 por ciento estaba infectada por el VIH y de ellas, la mitad recibían tratamiento antiretroviral. En cuanto a los antecedentes de ITS,
“El consumo de drogas y/o alcohol encontrado en la muestra encuestada fue realmente llamativo”, declaró la autora del informe en su presentación. “Creemos que de estos resultados se derivarán acciones encaminadas a reforzar aquellos mensajes dirigidos a explicar la asociación entre consumo y conducta sexual de riesgo, así como los riesgos del consumo y abuso de sustancias”.
Más del 90 por ciento han sufrido violencia de género
Es importante destacar que, según los datos del informe, un 90 por ciento de las mujeres encuestadas refirió haber sido objeto de algún tipo de discriminación. Los ámbitos más frecuentemente nombrados fueron el social, laboral y la discriminación dentro del propio colectivo LGTB. Más de la mitad dijo haber sido víctima de agresiones físicas y un 93,1 por ciento víctima de agresiones verbales.
Teresa Navazo e Iván Zaro concluyeron la presentación del informe con un “llamamiento a las administraciones públicas por la situación que se está viviendo con la prostitución en espacios abiertos como la calle, y las actuaciones policiales. Las medidas que se están ejerciendo, el acoso, según sus propias palabras, las invisibiliza y hace más vulnerable al colectivo y complica el trabajo de las ONGs y profesionales a la hora de acceder a ellas para ayudar”.
Fotos AmecoPress; Pies de foto: 1) Teresa Navazo, 2) Rueda de prensa 3) Iván Zaro
Sociedad – Sexualidades – Prostitución – Salud reproductiva; 23 enero (09) AmecoPress