“Ante las políticas de horror y muerte, nosotras construimos políticas de amor y de vida”
Madrid, 11 junio. 18. AmecoPress. La peligrosidad de las cuchillas instaladas en las cimas de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla volvió a quedar patente el pasado miércoles tras un nuevo intento de salto en Ceuta. Dos de las 400 personas migrantes que han intentado saltar el vallado ceutí han tenido que ser operadas de urgencia al seccionarse las arterias de ambos brazos.
La nave Aquarius de Sos Méditerranée, que lleva a bordo a 629 personas procedentes de Libia rescatadas la noche del sábado por Médicos Sin Fronteras no podrá atracar en ningún puerto italiano. Así lo anunciaba el domingo el ministro de Interior Italiano, Matteo Salvini, a través de una carta dirigida a las autoridades maltesas en la que exige al país que acoja a la embarcación en sus costas porque “es la opción más segura” y porque Italia “no asumirá ni a un solo inmigrante más”. El nuevo Gobierno español recibió la oferta del Ayuntamiento de Valencia y otros municipios y actuó en defensa de quienes esperaban en el Aquarius: "Es nuestra obligación ofrecerles un puerto seguro", anunció Pedro Sánchez.
Dos noticias en menos de una semana, dentro del mes que “dedicamos” a las personas refugiadas. “Más de 3000 personas asesinadas cada año en el Mediterráneo fruto de la dejación de los Estados que debieran protegerlos”: así sintetizaba Mercedes Hernández, presidenta de la Asociación de Mujeres de Guatemala el pasado jueves la crónica de las políticas migratorias europeas. Lo hacía al presentar la conferencia “El naufragio de los Derechos Humanos en el Mediterráneo” celebrada en La Casa Encendida de Madrid.
En el acto participaron Helena Maleno Garzón, periodista e investigadora especialista en migraciones y trata de seres humanos, con especial atención a mujeres y menores, y Anabel Montes, jefa de misión y patrona de embarcación en 15 de las misiones de rescate de la ONG ProActiva Open Arms, en la que se inició como socorrista voluntaria en 2015, en Lesbos. Estuvieron moderadas por Ana Pardo de Vera, periodista y directora de Público.
La periodista recordó que al menos 3.000 personas han muerto cada año, desde 2013, en las rutas del Mar Mediterráneo, intentando llegar a Europa y 22.439 arribaron a Italia, Grecia, Chipre o España solo en los primeros 122 días de 2018, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). La política de protección de las personas refugiadas en Europa se ha desvelado no solo insuficiente, sino abiertamente contraria a los Derechos Humanos. Pardo hizo autocrítica: “los medios nos acostumbramos demasiado pronto a las tragedias que dejan de ser noticia” dijo, para advertir que “el futuro de Europa y del mundo depende de las respuestas que demos a este tema”. Ana Pardo también enfatizó que las personas inmigrantes reparten riqueza y diversidad a pesar de que el discurso imperante nos evite los aspectos positivos y enriquecedores de la migración.
Desde 2015, la Unión Europea (UE) ha experimentado una afluencia de personas refugiadas sin precedentes. Más de un millón de personas han llegado a la UE, la mayor parte de ellas huyendo de la guerra y el terror en Siria, Líbano y otros países. Procuran utilizar vías legales, pero también se ven forzadas a arriesgar sus vidas, poniéndolas en manos de redes de tráfico de seres humanos, para escapar de la opresión política, la guerra y la pobreza, así como para reunirse con sus familias. La ausencia de puentes seguros y legales rumbo a Europa convierte a las redes de traficantes en las grandes beneficiarias de la desesperación de quienes no encuentran más opciones que lanzarse al mar para intentar alcanzar la costa europea, aún a riesgo de perder la vida.
La UE no solo no ha conseguido garantizar las condiciones de rescate, recepción y asistencia adecuadas a las personas refugiadas, sino que además sus Estados miembros han emprendido una persecución a los agentes de la sociedad civil que luchan por paliar esta catástrofe humanitaria: las ONG Proactiva Open Arms y Proem-Aid o la investigadora internacional Helena Maleno son ejemplo de ello, con sendos procesos penales que criminalizan su labor cotidiana de salvar vidas.
Fronteras como espacios de no derecho
Maleno inició su intervención describiendo cómo se construyen las fronteras como espacios de no derecho. Hay “una guerra” entre las principales industrias que venden el 82% de armamento en países de los que proceden las personas migrantes y que son las que llevan a cabo el control migratorio -con lo cual tienen un doble negocio- y quienes defienden el derecho a la vida. “Tras 20 años de discurso en el que ha aumentado la xenofobia, hemos normalizado que el control migratorio esté por encima del derecho a la vida”, denunció.
Las empresas de la guerra colaboran con la industria de la esclavitud (redes de trata, explotación en campos de fresas o empleadas del hogar en situación de semi-esclavitud) mientras se construye un discurso racista desde el victimismo, la criminalización y el discurso economista que es también racista. “Así se construye el enemigo”, dijo la investigadora.
Otra clave en la construcción de fronteras como espacios de no derecho es la externalización de las fronteras. Las mismas empresas que causan víctimas vendiendo armamento a otros países se ocupan de controlar el flujo migratorio de esas personas. Estas empresas son un lobby político en Europa. Y todo esto se basa en un sistema de impunidad: no hay denuncias.
Frente a esta situación es importante también destacar las resistencias, los procesos de autoorganización de las personas migrantes, la solidaridad. “Hay resistencia cuando ponemos nombre a los que mueren, cuando acompañamos a las familias, como el caso de quienes perdieron a sus hijos y hermanos en la playa del Tarajal” sostuvo Maleno. También destacó el cálido y multitudinario apoyo que ella misma ha podido experimentar en el proceso de criminalización que está sufriendo. “Ha sido muy interesante ver que el derecho a la vida estaba por encima del control migratorio. Me he sentido muy arropada por gente diversa. Eso es la humanidad, lo lógico es encontrarnos, no odiarnos”, afirmó, para concluir: “Ante las políticas de horror y muerte, nosotras construimos políticas de amor y de vida”.
Si alguien muere y no se sabe, es como si nunca hubiera existido
Anabel Montes lucha en el barco en el que se salvan vidas de gente que sigue la ruta entre Libia e Italia buscando refugio. En esos “kilómetros y kilómetros de nada” se han encontrado 3000 cadáveres, pero muchos cuerpos no se hallan. “Y si alguien muere y no se sabe, es como si nunca hubiera existido”, dijo la activista al explicar los motivos de la persecución que sufre su organización.
La visibilidad del trabajo que realizan las defensoras de los derechos humanos es esencial y en ello los medios de comunicación cobran un papel muy importante. Pero también a la hora de presentar a las personas que migran, a las personas refugiadas, a las personas que piden asilo. Hay que evitar el lenguaje que contribuye a generar y fortalecer prejuicios: palabras como “ilegales” o “prostitutas”, o términos que aluden a una supuesta “invasión”. También es recomendable hacer un esfuerzo por ir a las fuentes o, cuando no hay capacidad, buscar fuentes alternativas, pero no quedarse solo con los informes policiales. Y usar imágenes adecuadas: “ningún periodista grabaría un niño blanco ahogándose”.
Una violencia que se dirige a la condición de mujer
Las mujeres migrantes y las mujeres defensoras de los derechos humanos enfrentan una mayor violencia por el hecho de ser mujeres. Existe un machismo institucional. “Existe una violencia que se dirige a la condición de mujer: a tu cuerpo, a tus hijos”, dijo Helena Maleno. Y en el caso de las mujeres que emigran, durante el tránsito y también en el país de destino tienen que enfrentar la violencia sexual, “un peaje que se asume como parte del viaje”. La defensora acaba de participar en un estudio realizado a partir del testimonio de 101 mujeres nigerianas. “Por primera vez las mujeres hablan de feminicidio racial en las fronteras, denuncian que las ven como pobres, putas y malas madres y hablan de la violencia sexual como “una estrategia para no morir””. Y recordó que estas mujeres “tampoco tienen derecho a no migrar”
Mensaje al nuevo Gobierno
Maleno recordó que tenemos que acoger cuando las instituciones no acogen y que tenemos una responsabilidad con el discurso racista, presente incluso dentro de los centros de acogida. “Hay que dar voz a las compañeras. Necesitamos que la acogida sea un proceso y que las mujeres decidan qué hacer y cuando”.
Las activistas lanzaron un mensaje hacia el nuevo gobierno en el Estado español: urge derogar las devoluciones en caliente, cerrar los CIEs, acoger a la gente que viene a nuestro país en patera y cumplir con el porcentaje de personas refugiadas con el que nos habíamos comprometido.
Foto: AmecoPress
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UE – Política – Mujeres inmigrantes – Refugiadas – Derechos humanos – Mujeres del mundo – Feminismo – Encuentros y jornadas; 11 junio. 18. AmecoPress