Lola Robles, una “Fantástika” escritora
Madrid, 05 mar. 18. AmecoPress.- Cuando conocí en 1988 a Lola en los talleres de escritura creativa de Clara Obligado, en la Librería de Mujeres de Madrid, supe de inmediato que su futuro iba a transitar por la fantasía. Era fantástica en toda la amplitud del término.
Como escritora tenía un punto muy especial. Dominaba como nadie la técnica, pero no se notaba. Fluía el relato como si se hubiera escrito fantásticamente solo. Todo era sorpresivo y nos acercaba a un mundo en el que ella se movía como pez en el agua.
Y, además, como mujer era más fantástica si cabe. No se parecía a nadie ni a nada conocido y sin embargo era capaz de parecer la persona más cercana, comprensiva, solidaría y sobre todo humilde del grupo. Todas sabíamos que estábamos delante de una escritora estupenda, pero ella quería que la consideráramos una más. No era posible: era única y personal, en lo físico y en lo transfísico.
Escribes desde los 8 años
Empiezo a leer todo lo que cae en mis manos a los ocho o nueve años, y siempre pensando que quiero dedicarme a escribir, lo tenía claro, la lectura ha sido una obsesión en mi trayectoria. Leía y escribía simultáneamente desde esa edad.
La lectura es el principal aprendizaje para abordar la creación literaria. No se puede escribir, incluso mal, si no se lee. El analizar lo que otras personas escriben es imprescindible para poder abordar con seriedad la creación literaria.
Pero el cine es otra de tus pasiones. Y también los viajes, el senderismo y el alpinismo
Siempre he sido un poco aventurera y sobre todo de mundos insólitos, complejos, un tanto solitarios.
Has compaginado tu trabajo como agente judicial y auxiliar de justicia con la creación literaria. ¿Te ha servido en tu obra esta duplicidad?
Desde 1987 a 2002 trabajé como Agente Judicial en los Juzgados de Distrito, Penal e Instrucción de Madrid; de 2005 a 2006, como Auxiliar de Justicia en el Registro Civil Único de Madrid. Aunque el trabajo era muy rutinario no dejaba de tratar con personajes que podían ser los protagonistas de cualquier novela.
Una obra extensa y desconocida
Tu producción es muy extensa. Has escrito novelas, relatos, ensayos, cuentos, relatos en internet. Tus primeros relatos eran realistas.
Si en principio empecé a escribir temas realistas pero enseguida me decante por la ciencia ficción empujada por mi afición lectora y también como un ensayo literario, para ver qué era capaz de escribir. Luego me planteé si seguir o no abordando el género o volver a la literatura realista, pero ya no volví. La verdad es que no se qué tipo de ficción escribo.
Tu primera novela, La rosa de las nieblas era de ciencia ficción Pero yo que he leído casi toda tu obra, en ese enfoque realista de algunos de tus relatos de inicio siempre se entremezclabas lo realista pero dentro de un contexto mágico
Me siento cerca de lo mágico que plantea, más que temas científicos o técnicos, de los que no sé mucho, temas sociales y políticos, de relaciones humanas... También me ha influido mucho mi pasión por el cine de ciencia-ficción.
También te preocupa utilizar la lingüística como instrumento para la creación de una ficción, igual que en el género se usan tradicionalmente la ciencia y la técnica
En mi segunda novela El Informe Monteverde el tema de la ceguera (los fihdia, habitantes de Aanuk, tienen una lengua única en la galaxia debido a que todas son personas ciegas) y ese tema me interesaba especialmente porque yo tengo un problema visual, que me lleva a hacerme muchas preguntas sobre la forma de vivir (y por qué no, de hablar) cuando tienes esa discapacidad.
Flores de metal es la tercera novela de ciencia ficción que publicaste y tiene mucha relación con la primera. Se dice que es gótica y que te introduces en el ciber-punk.
No es una continuación exacta pero narra una historia paralela que sucede en el otro lado de la galaxia. Es “más urbana y más oscura” y toma referente del imperio romano para describir “al emperador tiránico” que aparece en sus páginas.
No pensé nunca que fuera una nóvela gótica, pero puede ser que haya alguna pincelada. Identifico más a “Flores de Metal” dentro de la novela negra, porque me gusta mucho, dentro de la ciencia ficción, el ciberpunk, que es una especie de novela negra policíaca con ambientes cutres, decadentes o marginales y también con mucha presencia de la tecnología”.
Tu último libro El árbol de Sefarad fue la consecuencia de un viajé a Israel y Palestina en 2005, a un Encuentro de la Red Internacional de Mujeres de Negro contra la guerra, que se celebraba en Jerusalén
En el Encuentro conocí a una mujer judía, nacida en Argentina pero que se había criado en Chile, con una discapacidad visual muy semejante a la mía, de origen ruso (su familia había tenido que huir de los pogromos hacia Sudamérica) y que se había visto obligada a escapar de Chile durante la dictadura, por lo que terminó viviendo en Israel. Era una pacifista convencida de que podía encontrarse una solución noviolenta al conflicto. En una ocasión dijo: «Yo creo que, dentro de quinientos años, nuestros dos pueblos serán uno».
Fue esa frase lo que con el tiempo hizo madurar en mí el proyecto de esta novela corta, El árbol de Sefarad, publicada este año de 2018.
En ella quiero formular una «utopía simbólica»: la posibilidad de que el futuro los dos pueblos se unieran en uno solo, en igualdad, libertad y con todas las garantías
Algunos de tus relatos cortos son una fusión completa entre lo cotidiano y elementos mágicos que todas las personas identificamos: los elfos, enanos, una inmensa sombra impenetrable, el misterio, la espera, la sorpresa…
El relato corto o cuento requiere una técnica más depurada y una condensación que si no la consigues es un relato fallido. Cada planteamiento narrativo tiene su tiempo. Está claro que la calidad de una historia no puede medirse al peso.
La ciencia-ficción ha cultivado mucho el relato y la novela corta produciendo verdaderas joyas, es importante recordarlo. Toda historia tiene su longitud necesaria, y hacerla más larga o más corta no es conveniente.
Talleres de lectura y debate Fantástikas
Desde 2006 imparte el Taller Fantástikas de lectura y debate de textos (relatos y novelas) pertenecientes a los géneros no realistas: fantástico, terror, gótico, ciencia-ficción, maravilloso o fantasía, en especial de escritoras.
¿Cómo te has planteado estos talleres?
El método que empleo es sencillo: yo elijo un texto y las personas que asisten al taller lo leen antes de la sesión de debate. En esta, hago una presentación previa de la autora o de cualquier aspecto de la obra que considere importante, y luego pasamos a desentrañar la narración en sí.
¿Son sólo para mujeres?
Durante algunos años, las participantes eran sólo mujeres. Sin embargo, en los dos últimos cursos se han incluido también algunos hombres. Son respetuosos y nada invasivos, y creo que su presencia beneficia al grupo. Asimismo, aunque la mayoría de las obras tratadas pertenecen a escritoras, siempre procuro introducir las de algún autor varón. Aunque uno de mis objetivos básicos es dar a conocer a las narradoras de estos géneros, de las que en general se sabe muy poco.
Las asistentes a mi taller son muy distintas: puede haber mujeres con estudios básicos y también licenciadas universitarias. Sin embargo, para mí lo más importante es que todas participen y sientan que sus interpretaciones sobre un texto son igual de válidas. Porque realmente lo son. Yo he aprendido mucho con todas ellas.
Sus comentarios se complementan, y con frecuencia una encuentra en el texto lo que otra no ha logrado ver. Se trata de debates en que la gente está dispuesta a escuchar opiniones ajenas y a transformar las suyas, y eso nos enriquece.
¿Crees que asisten a tus talleres para después escribir?
No generalmente. Durante mucho tiempo las mujeres no hemos encontrado demasiados elementos con los que identificarnos al leer ciencia ficción, y los modelos son muy importantes para decidirse luego a escribir obras de este género.
Gracias a ellas se ve muy claramente los prejuicios que todavía existen contra esta literatura en nuestro país, y me parece que sobre todo por parte de las lectoras. Asocian el género con la ciencia y la tecnología que han sido tradicionalmente dominios masculinos.
De este modo durante mucho tiempo las mujeres no hemos encontrado demasiados elementos con los que identificarnos al leer ciencia ficción, y los modelos son muy importantes para decidirse luego a escribir obras de este género. A lo que debo añadir que en España no ha habido autoras de CF con una obra que tenga la suficiente continuidad, extensión y calidad, a diferencia de otras narrativas no realistas, con escritoras de tanta calidad como Pilar Pedraza en lo gótico y Cristina Fernández Cubas en lo fantástico.
¿Cuáles son tus criterios de selección de lectura?
Creo que ofrezco a las asistentes a mi taller textos de ciencia ficción de buena calidad, prospectivos, que no solo tratan los temas científicos y tecnológicos, sino también sociales, culturales, políticos, antropológicos, biológicos, lingüísticos, psicológicos, humanos sin más, les gustan mucho y empiezan a mirar el género de otra manera, lo que les permitirá acercarse poco a poco incluso a la CF hard y al space-opera.
También van conociendo la ciencia ficción feminista, y todo lo que puede ofrecer de subversivo, radical, de crítica a las sociedades existentes, y cómo habla de los problemas del presente más que del futuro, pero también construye alternativas al mundo que conocemos.
Ser queer como forma de destruir y cuestionar todos los géneros binarismos
Tu activismo dentro del feminismo queer se nota en tu escritura y de hecho en casi toda tu producción el tema feminista forma parte de la historia
Afortunadamente también el feminismo se ha ido trasformando. Ya no hay una visión tan esencialista de lo femenino y lo masculino. En realidad, hace mucho que no se puede hablar de «feminismo» sino de «feminismos». Mi postura no es «reconciliadora» ni «igualitaria» entre mujeres y hombres, sino la pretendo mucho más radical: creo que hay que destruir los géneros sexuales.
Y es que la teoría queer y los transfeminismos han venido a recordarnos aquello que ya dijo Simone de Beauvoir de que la mujer no nace sino se hace. En ese sentido estoy asimismo muy de acuerdo con la idea que DonnaHaraway expuso al final de su Manifiesto cyborg: «Prefiero ser un cyborg que una diosa». La diosa remite a una esencia femenina, y la ciborg a una «construcción». El pensamiento queer cuestiona todos los binarismos que hemos creado en nuestra cultura, en especial los de género sexual, ya que son precisamente construcciones sociales, ideológicas, no naturales.
Soy activista feminista, pacifista y LGBTQIA+. De 1986 a 2002 coordiné las actividades culturales de la Biblioteca de Mujeres (Madrid), así como su gestión administrativa y económica.
Fui una de las socias fundadoras de la Red de Bibliotecas y Centros de Documentación de Mujeres, a partir de 1994. Posteriormente he formado parte de la Red Internacional de Mujeres de Negro contra la guerra, y en la actualidad participa en el grupo de debate feminista Las Tertulianas.
“Soy filóloga hispánica, escritora, activista feminista, pacifista y queer y he intentado unir las dos grandes pasiones de mi vida: la literatura y el activismo”, así se define para terminar.
También me indica con ahínco que quiere ser mala malísima e interesada, pero eso es imposible.
(Se adjunta bibliografía)
Fotos: AmecoPress.
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Cultura – Escritoras – Feminismo – Movimiento Feminista. 05 mar. 18. AmecoPress.
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Bibliografía de Lola Robles | bibliografia.pdf
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