Las científicas, un esfuerzo no reconocido
Madrid. 07 de noviembre. 17. AmecoPress. Uno de los eventos más importantes de divulgación científica de Europa, la Semana de la Ciencia, será celebrado en Madrid del 6 al 19 de noviembre. Un acontecimiento que intenta acercar la ciencia y la tecnología a la ciudadanía, y que ayudará a reconocer el trabajo de las científicas. Habrá diversas actividades para visibilizar a las mujeres dentro de este campo: talleres sobre Mujeres Nobel, mujeres en la informática, y conferencias sobre científicas imprescindibles en la historia, como Marie Curie. También la Biblioteca Nacional será partícipe de esta semana con la contribución de tres talleres sobre técnicas fotográficas antiguas.
Esta semana se hace todavía más relevante para visibilizar el trabajo de las científicas, ya que en los escritos de historia fueron suprimidas y, actualmente, sigue siendo un problema sin resolver. Mientras que la Constitución española recoge el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo, los datos nos dicen que existe una desigualdad de género en la ciencia.
En el informe de 2017 de la Comisión Mujeres y Ciencia sobre la distribución por sexo del personal del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) se recoge que las mujeres son el 49,42% del total de la plantilla, pero siguen ocupando los puestos más bajos, de manera que la proporción de mujeres investigadoras disminuye de forma considerable con respecto a la de los hombres, en los niveles superiores de la carrera científica.
Asimismo, según el informe 2017 del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), solo el 24,8% de las personas investigadoras mejor pagadas del CSIC son mujeres, y un 75% hombres.
En las 50 universidades públicas españolas, sólo hay 4 rectoras
Mientras que las mujeres son más del 50% de las personas licenciadas, el número de catedráticas y profesoras no llega, ni mucho menos, a la paridad. Solo 20% de los puestos directivos relacionados con la investigación científica (cátedras universitarias y dirección) están ocupados por mujeres, frente a un 80% de hombres.
Adela Muñoz, autora del libro ‘Sabias. La Cara Oculta de la Ciencia’, asegura: “Muchas científicas que han llegado a puestos altos o son solteras o no tienen hijos”. Además, según su experiencia personal destaca: “Mi tesis doctoral estuvo congelada casi cuatro años desde el momento en el que le dije a mi tutor que esperaba un hijo, aunque yo estuviera trabajando en la tesis como mis compañeros. Porque yo era sospechosa de que no me iba a dedicar a la ciencia e iba a tomar un camino familiar”.
Capitolina Díaz, catedrática de Sociología en la Universitat de València, y ex presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), asegura: “Los datos de CSIC son incluso mejores que los de las universidades. El techo de cristal podría haberse reducido mucho más, pero los recortes de plazas en universidades y en el CSIC, han perjudicado notablemente a las mujeres. No hemos seguido la línea ascendente que llevábamos para un cambio a mejor”.
"Las razones de esta barrera son múltiples. Cuando en algunas instituciones hay más demandantes que plazas, empiezan a influir otros elementos que no dependen de la valía personal, sino que toman partido las preferencias masculinas" enfatiza la socióloga. A lo que añade: “Aunque la realidad ha demostrado que las mujeres tienen la misma capacidad científica, cognitiva e innovadora, sigue en la mentalidad social que la ciencia es cosa de hombres”.
Otros de los elementos que favorecen a esta desigualdad son las redes de apoyo masculino. Señala Capitolina: "cuando salen del laboratorio, los hombres van juntos a jugar al fútbol, donde las mujeres no participan. Entonces, si haces amigos en ese círculo informal, cuando vas a juzgar a alguien en el espacio de trabajo, tienes una tendencia a favorecer a esos con los que has establecido relación”.
Para esta catedrática, el plan de actuación Horizonte 2020 planteado por la UE es el camino a seguir en la lucha por la igualdad de género en la investigación científica. Se trata de un programa que establece tres objetivos en materia de género: equilibrio de género en los equipos de investigación a todos los niveles y en la toma de decisiones, integración de la dimensión de género en la investigación, y la innovación de contenido. “Por una parte, la normativa que tenemos europea, que es Horizonte 2020, son medidas que ya prácticamente debieran erradicar las diferencias si se cumplieran. Empezó en 2014 y en dos años de puesta en marcha, se ha aumentado la presencia de mujeres en los ámbitos elevados de la ciencia” concluye.
¿Dónde están las científicas en los Premios Nobel?
A todo esto se añade el escaso reconocimiento de las mujeres en los premios científicos. En la edición de Premios Nobel de este 2017 ninguna científica fue galardonada. Desde el año 1901, cuando empezó la entrega de los Premios Nobel de ciencias, solo 18 mujeres han sido premiadas frente a 581 hombres. Por lo que ellas solo han recibido el 3% de los Nobel de ciencias. Una cifra que, desglosada, incluso asusta más: en Física encontramos 2 mujeres y 205 hombres ganadores (más del 99% de hombres frente a mujeres); en Química: 4 mujeres y 174 hombres (casi el 98%); y en Medicina: 12 científicas frente a 202 científicos (más del 94%).
Estas cifras no se deben a la ausencia de candidatas. Estos últimos años, para el nobel de Medicina, fue distinguida la investigadora Arlene Sharpe por aprovechar las propias defensas del cuerpo para combatir el cáncer. O dos científicas, Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, que desarrollaron una técnica de edición genética que promete salvar millones de vidas a través de la manipulación del ADN. En Física, se distinguía a la danesa Lene Vestergaard Hau por frenar la velocidad de un rayo de luz hasta los 17 metros por segundo. Y en Química, destacaba la estadounidense Carolyn Bertozzi por iluminar la comunicación entre las células, esencial para entender procesos como el cáncer.
Además, en la historia de los Nobel en ciencia, la mayoría de mujeres tuvieron el galardón compartido con hombres. Solo dos científicas fueron distinguidas individualmente, Marie Curie en 1911 y Doroty Crowfoot Hodgking en 1964 por sus Nobel en Química. Y no sólo esto, sino que el poco reconocimiento a las mujeres se ve reflejado, a su vez, en que de las casi 1.600 personas que se han visto reconocidas con sus nombres en cráteres de la Luna, solo 28 son de mujeres.
Según un estudio dirigido por Capitolina Díaz junto a Lydia González y Araceli Gómez Ruiz, titulado ‘Las mujeres en los premios científicos en España 2009-2014’, hay dos manifestaciones principales de la desigualdad de género en ciencia: la discriminación de las mujeres en la carrera científica a través de mecanismos informales indirectos y la invisibilización de las contribuciones de las científicas. Son muchas las mujeres que a lo largo de la historia han luchado anónimas por un mundo más justo e igualitario y han cambiado el mundo a través de la ciencia, no obstante, han estado invisibilizadas o a la sombra de sus maridos, como es el caso de la matemática Milerva Maric, mujer de Einstein; o la primera descubridora de un cometa, Maria Margarethe Winkelmann, que vieron sus logros a la sombra de hombres.
¿No existieron mujeres científicas?
Pese a que filósofos como Aristóteles defendieron la idea de que las mujeres eran seres no capacitados para desarrollar una tarea que requiriera esfuerzo mental, la realidad se aleja radicalmente de esta creencia.
Hay mujeres que se han preguntado por qué las mujeres científicas no aparecen en los libros de historia. ¿Es que no existieron? Esa es la pregunta que se hizo Adela Muñoz Páez, catedrática en química inorgánica en la Universidad de Sevilla. Adela empezó a buscar sobre la existencia de estas mujeres por curiosidad, una curiosidad que se hizo más grande a partir de una publicación de Rosa Montero sobre historias de mujeres. Un día decidió explorar cuáles eran los motivos por los que estas mujeres no estaban representadas, y así surgió su libro: “Sabias. La otra cara de la ciencia”. Los motivos del no-reconocimiento de las mujeres científicas, se encuentran en la civilización griega, “las mujeres tenían un papel muy secundario. No podían votar, no podían participar en el gobierno de la ciudad, ni tener propiedades. Había una exclusión de las mujeres en la vida intelectual” explica Adela.
Una prohibición del acceso al saber que se hacía más complicada en el entorno científico. Así, la catedrática señala: “Virginia Wolf hablaba que una mujer para ser escritora necesitaba un cuarto propio en el sentido más amplio de un espacio y un tiempo propio. Para ser científica una mujer además necesitaba formación y que se le diera acceso a una biblioteca”.
El libro visibiliza a 20 mujeres de diferentes ámbitos de la ciencia, y realiza un recorrido histórico a través de varios países. Aunque no pudo incluir todas las disciplinas científicas, como la medicina y las matemáticas, insiste en la necesidad de visibilizar a mujeres de estos dos ámbitos, como Ada Lovelace, la primera programadora de ordenadores. Una mujer que tenía una capacidad extraordinaria para las matemáticas, lo que según su profesor “podía ser malo para su salud”. Esta creencia ha sido muy arraigada a lo largo de la historia, de tal manera que se llegaron a hacer estudios científicos a mujeres para comprobar si tras haber estudiado habían tenido problemas para tener hijos e hijas. Tal vez por ello la profesión de medicina para las mujeres fue todavía más complicada, ya que “a ellas se les negaba el acceso al conocimiento y el acceso al poder, que da la capacidad de curar” destaca Adela.
Hay esperanza para las mujeres en el mundo científico
Los datos evidencian que las carreras no tienen género. Pero seguimos encontrando un techo de cristal, un techo posible de erradicar a través de medidas, como el plan Horizonte 2020, que ha conseguido aumentar la presencia de mujeres en puestos importantes; o mediante “los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, incluidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, que invitan a todos los Estados Miembros a que organicen actividades de educación y sensibilización pública a fin de alentar una mayor participación de las mujeres y las niñas en la ciencia, promover las perspectivas de carrera y reconocer los logros de las mujeres científicas. Normas que, si se hicieran correctamente, llegarían a poner fin la desigualdad de género en la carrera científica.
Sin embargo, tenemos una imagen masculinizada de la ciencia, lo que lleva a que las niñas infravaloren sus capacidades y pierdan interés en la materia. Para fomentar la vocación investigadora en las niñas, es importante hacer visible el trabajo de las científicas. Las nuevas generaciones necesitan conocer que fueron muchas las mujeres que cambiaron el mundo a través de innovaciones científicas y terminar así con la creencia de que la ciencia es cosa de hombres.
Por este motivo son tan importantes iniciativas como la de Principia Kids que hacen visible, a través de sus publicaciones, exposiciones y actividades, el trabajo de miles de mujeres que hicieron grandes cambios en el mundo de la ciencia, favoreciendo así la igualdad de género en este ámbito. Al igual que es importante que exista una Semana de la Ciencia que ayude a través de sus actividades a visibilizar a las mujeres en el mundo científico, y terminar con la idea de que la ciencia es cosa de hombres.
Fotos archivo AmecoPress tomadas del Informe de 2017 de la Comisión Mujeres y Ciencia y de Hypatia.es
Sociedad- Voces de mujeres - Educación - Ciencia y Tecnología - Género y desarrollo - Empoderamiento; Madrid. 07 de noviembre. AmecoPress