Cristina del Valle: “La ley integral es un dardo venenoso contra el sistema porque reconoce la violencia de género como un problema de Estado”
No es un hecho gratuito que Raquel Orantes sea miembro de honor de la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género. Su madre, Ana Orantes, fue quemada viva por su ex marido después de denunciar los malos tratos que sufría en un programa de televisión. Ocurrió en 1997 y significó un antes y un después en el tratamiento de la violencia de género, pues a partir de entonces pasó a considerarse un problema público y no privado, porque es un fenómeno que afecta a todas las mujeres, al margen de su condición social, nivel de estudios, nacionalidad o credo.
La muerte de Ana Orantes fue el detonante de la movilización de las artistas de nuestro país -algunas de ellas, víctimas también de violencia en sus hogares- contra el maltrato a mujeres. De la mano de la cantante Cristina del Valle, nació la Plataforma de Mujeres Artistas. A punto de sacar nuevo disco y con todos los preparativos del lanzamiento en marcha, abre las puertas a AmecoPress para explicar en detalle las actividades de la Plataforma en todos estos años, desde que en el 2000, coincidiendo con la Marcha Mundial de Mujeres, presentaron públicamente la Plataforma.
¿Cuál ha sido vuestra trayectoria en todos estos años?
Empezamos a trabajar buscando el reconocimiento de otras mujeres y poniendo voz a quienes están en situación de desprotección y no empoderamiento. Partíamos de una estrategia distinta porque teníamos visibilidad y acceso a los medios y eran dos elementos fundamentales de los que carecía la violencia de género, y queríamos aportar espacios donde escucharlos y voces. El tema de la violencia era para nosotras de primer orden porque veíamos que afectaba a todo el sistema social, educacional y cultural de forma transversal. Muchas veníamos de hogares violentos, como muchas de las mujeres españolas lo habíamos vivido en nuestras carnes.
¿Qué se puede aportar desde el mundo artístico a la lucha contra la violencia de género?
El hecho de ser mujeres artistas nos permitía llegar al ámbito político. Teníamos una pauta fundamental, jamás trasladar el mensaje desde el victimismo, sino desde la denuncia, la toma de conciencia, el conocimiento y la exigencia. Ubicamos la violencia como un tema de derechos humanos de las mujeres, y en estos años hemos aprendido y desarrollado la “sororidad”, que no es lo mismo que la solidaridad, sino el aprendizaje y conocimiento de la otra, tanto sea del lugar en el que vivimos como de otra parte del mundo.
Ese concepto de sororidad os ha llevado a trabajar con mujeres de otras culturas, de otros lugares del mundo, y a reclamar la igualdad en las instancias internacionales.
Otra de las formas del patriarcado se produce en el mundo árabe y creíamos que era fundamental intervenir en la búsqueda de ese diálogo de civilizaciones pero aplicando la perspectiva de género. Hemos ido al Parlamento Europeo, a organismos representativos de la ciudadanía, para demostrar que lo privado es político, universalizar los derechos de todas no sólo en nuestro país, sino reconociendo la realidad de otras mujeres en otros puntos del mundo y trabajando con ellas, con actuaciones y estrategias concretas; intercambiando experiencias culturales en escenarios del mundo, pidiendo la paz, el fin del feminicidio y la no impunidad, y trabajar compartiendo experiencias con otras mujeres del mundo.
Utilizar la imagen pública de una artista a favor de una causa humanitaria ¿qué consecuencias profesionales tiene?
Ha habido momentos muy duros. Cuando fuimos a Iraq fue muy emocionalmente, muy dramático y muy duro profesionalmente. Muchas estábamos colaborando en medios, teníamos contratos, y fueron rotos los de la mayoría. Hubo un enorme daño mediático: Salimos como pacifistas y toda la prensa del Gobierno popular de entonces nos machacó. Fue duro no sólo el ataque y los insultos, si no por la experiencia vivida, por el dolor que supone estar en un lugar cuyo horror tiene fecha.
VIAJE A PALESTINA
Habéis denunciado los feminicidios de Ciudad Juárez, en Méjico, habéis visitado los campamentos saharauis, habéis estado Argelia, en Iraq… y la Navidad de 2008 la pasaréis, una vez más, en Palestina. ¿Cuál es vuestro trabajo allí?
Estamos trabajando por la paz. Hay una organización que nos interesa especialmente, Círculo de Familias por la Paz, que defiende el concepto de pacifismo y reconciliación. Son familiares de ambos lados, Palestina e Israel, que trabajan por el impulso de un proceso de paz desde la empatía con el otro. También trabajamos con otros grupos de mujeres que defienden el conocimiento mutuo y con organizaciones presas, como Addameer (Asociación de Defensa de los Derechos Humanos y Apoyo a los Presos), y otras asociaciones israelíes que trabajan con las presas palestinas. Hay muchas organizaciones de mujeres que están denunciando que la mujer palestina no interviene en los procesos y su imagen está llena de estereotipos porque sólo aparece en los medios llorando o muy contenta porque su hijo se ha inmolado.
¿La Plataforma persigue algún objetivo concreto en este viaje?
La meta es la liberación de las presas palestinas, visibilizar a las mujeres dentro del colectivo de presos, trabajar el tema de la violencia de género en los territorios ocupados, fundamental para la democratización de los países, y luego intercambiar experiencias para que ésto no se quede en encuentros esporádicos. Hemos creado una red con los Ayuntamientos de PSOE de Madrid para que doten de infraestructura y podamos traer mujeres para trabajar en formación y liderazgo, con el fin de que después puedan desarrollar su aprendizaje en Palestina.
LIBERACIÓN DE PRESAS
Cuando nosotras lleguemos allí habrá habido cambios en el mapa político internacional, después de las presidenciales de Estados Unidos y con nuevos representantes también en Israel, donde Tzipi Livni, aunque es del mismo partido, estará presidiendo el Gobierno israelí. Es un momento fundamental para pedir la liberación de las presas palestinas y abrir vías de entendimiento en este tema tan sensible, y con un colectivo de12000 presos, 88 de ellos mujeres (las cifras varían), que por ser menos numeroso no es menos importante. Además se dan situaciones específicas que tienen que ver con la violencia de género, la discriminación, y es un elemento que no se ha reflejado en la mayoría de los informes internacionales sobre derechos humanos que se han hecho. Ninguno ha analizado las particularidades, la doble discriminación de las presas. De ahí que nosotras hayamos elaborado un informe específico para la causa palestina desde la perspectiva de género, que vamos a trasladar a Naciones Unidas y al Parlamento Europeo. Lo presentaremos en diciembre y estamos coordinando reuniones al más alto nivel para entregarlo a las autoridades israelíes.
¿Cuál es la situación de las presas palestinas?
Las condiciones de encarcelamiento impiden el pleno ejercicio de los derechos humanos de las presas. En la prisión de Damoon, sólo hay cuatro cuartos de baño, las celdas no tienen duchas y las presas tienen que usar baños comunes que están fuera de las celdas, abiertas en periodos determinados del día.
2 ROLLOS DE PAPEL HIGIÉNICO Y 10 COMPRESAS AL MES
Cada mujer recibe dos rollos de papel higiénico y diez compresas al mes. A los familiares les prohíben llevarles productos, ni siquiera alimentos. La prisión no les proporciona ni detergente, ni pasta de dientes, jabón o champú, y tienen que comprarlos en la tienda de la cárcel a alto precio. Las cárceles no cumplen unas mínimas condiciones higiénicas, son frías y húmedas en invierno, y extremadamente calurosas en verano. La falta de luz solar, la inadecuada ventilación y la humedad provocan la aparición de moho en las paredes. Por todas estas condiciones, muchas padecen asma, problemas de piel, oftalmológicos… Las presas se quejan con frecuencia del estado de abandono de las instalaciones médicas, del tratamiento médico inadecuado, de la falta de reconocimientos especializados, ausencia de equipos ginecológicos y de la propagación de infecciones de origen desconocido.
Respecto a la mujeres palestinas, ¿qué principales estereotipos de hay que destruir?
Hay que quebrar la idea de que las mujeres palestinas, y las árabes en general, no están en los procesos y que están absolutamente encerradas en sus casas, tapadas con un velo y son sumisas. Históricamente trabajan en organizaciones, pero la ocupación ha generado retrocesos en muchos momentos. Por ejemplo, la violencia económica del gobierno israelí hacia Palestina les ha obligado a veces a dejar de trabajar, rompiendo las infraestructuras, campos de cultivo, escuelas, universidades, centros de trabajo… la ocupación ha agravado la dificultad de autonomía económica de las mujeres. Con una media de 6 a 8 hijos, muchas de ellas tienen a sus maridos presos o asesinados, entonces la economía familiar y la tarea del cuidado recae sobre ellas. Con todo, están trabajando en redes asistenciales -tienen mucha más dinámica y experiencia en el ámbito comunitario- con la creación de cooperativas, por ejemplo. En lo político algunas en Al Fatah, donde hay un alto número, otras han estado en el Ministerio de la Mujer o en Asuntos Sociales, hay mujeres diputadas, mujeres en el Frente Popular, en la Tercera Vía, en ONG’s, etcétera.
CARGAS FAMILIARES
La mujer palestina está muy activa en la sociedad, lleva la responsabilidad familiar y soporta toda la presión del cuidado. Todas las religiones, judía, cristiana, musulmana, hacen a las mujeres portadoras de la cultura y de la etnia, y el cuidado del otro es la valoración. Frente a una sociedad tradicional, donde ha habido una regresión, el voto de Hamás no es porque sí, si no que es fruto de la desprotección, del sentimiento de soledad, de la decepción respecto a la postura ética de la comunidad internacional que ha sido muy poco decente en el tema de Palestina, la economía… frente a todo esto ha habido un proceso también de incorporación de las mujeres a las universidades y a los espacios públicos.
En Belén, destino de su viaje, la Plataforma cuenta con una casa de acogida para mujeres maltratadas ¿Es más sangrante este fenómeno en Palestina?
Se agrava con la ocupación pero el problema no es más incipiente ni menos que en otros países, porque la violencia hacia las mujeres es un hecho que se produce en democracias con derechos reconocidos y que, en algunos casos, como Francia, no se computan para ocultar el problema ni hay estructuras para combatir la violencia. Es un problema universal, el fondo es el mismo, el patriarcado como forma de poder, aunque cambian los procesos en función de las condiciones de cada lugar.
MÁS CASAS DE ACOGIDA
Nuestra contraparte palestina está trabajando con asociaciones de mujeres con las que nos hemos reunido otros años, feministas, que trabajan temas específicos de violencia de género, colaboran en la casa de acogida para maltratadas, ubicada en Belén, donde este año se trasladarán una treintena de expertas españolas para utilizar la casa como centro de operaciones de todos los talleres que hagamos allí. Es un lugar creado para que las mujeres no tengan que vivir escondidas, para que la sociedad palestina conozca el centro, y vienen mujeres de otros ámbitos para mostrar que es un problema que existe. Además, el Gobierno palestino está implicado en la seguridad y el apoyo a este centro, pionero por ser el único en los territorios ocupados. Nos hemos reunido en Madrid con un representante de la Autoridad Nacional Palestina y nos hablaba que sería fundamental intentar buscar apoyos para crear al menos dos casas de acogida más.
¿Cómo es esta casa de acogida?
El modelo es muy parecido al español, tanto en la metodología como en los servicios, la formación, con centro para niños, etc. La idea es reforzar la solidaridad de las mujeres en el tema de la paz, porque estamos hablando de una situación de desprotección brutal de las mujeres, donde es muy difícil denunciar, moverse, carece de infraestructura, etc. España está jugando un papel fundamental, con la Ley Integral a la cabeza, con la Ley de Igualdad, y haciendo un esfuerzo importantísimo en transversalizar la perspectiva de género en todos los ministerios. Es fundamental que este trabajo se comparta con las mujeres árabes, especialmente a las árabes-palestinas, que representan en estos momentos la gran herida abierta en el mundo árabe, la gran situación de violencia extrema, y creo que es muy importante el aporte y el a poyo del conocimiento mutuo de ambos lados.
3 AÑOS DE LA LEY INTEGRAL
La aprobación de una Ley Integral contra la Violencia de Género fue una de las demandas de la Plataforma. Después de tres años de su puesta en vigor ¿cómo analizan la norma?
Lo que ocurre con la violencia, primero, es que era invisible en España. Se computa desde el 2002, hasta entonces se ocultaban las cifras porque sólo se compatibilizaban las que morían a manos de sus maridos y había un sesgo evidente que mostraba los asesinatos como casos aislados. Cuando sale a la luz, las mujeres empiezan a desarrollar su autonomía, a decir no a relaciones no igualitarias, y el sistema se opone. La ley integral era un dardo venenoso contra el sistema porque reconocía que la violencia de género era un problema de Estado.
Lo que hay que atacar es el sistema. A las mujeres las matan porque, desde la lucha por la igualdad, transforman, agreden y suponen una quiebra en el sistema patriarcal, que no ha cambiado su fondo, sólo sus formas. Aquí no te ponen un burka como hicieron los talibanes en Afganistán pero las mujeres dejan de comer para responder a un modelo de belleza impuesto, se operan de todo para responder a ese modelo creado desde el ámbito masculino y lo hacen desde la perversión de que el fin es sentirse bien consigo mismas.
Los índices más graves de violencia se dan en lugares como Finlandia, con alto nivel de desarrollo, porque el avance de las mujeres toca de lleno las estructuras de poder y ahí hay una complicidad internacional total. La Ley integral no es una ley cualquiera, que penaliza, sino que da luz a algo que ocurre en el ámbito privado y lo traslada al ámbito público. No es casual que los impedimentos a la ley provinieran del Consejo General del Poder Judicial, de los estamentos políticos de la derecha, y por supuesto, de la Iglesia católica. Cuando se replantea desde la ley el concepto de familia, la libertad de las mujeres… el sistema se quiebra y aparecen los micromachismos. Estamos desnudando toda una cultura y toda una forma de estar en el mundo. Ocurre lo mismo que con la esclavitud: Mientras el esclavo asume su papel, el sistema funciona, y al esclavo se le educó en que las cosas eran así, normalizando una situación. A las mujeres también se les crea todo un sistema de control para evitar su libertad y su autonomía.
Entrevistas; internacional- violencia de género-violencia en conflicto armado; 17 octubre (08) AmecoPress
Documentos
Cristina del Valle-Plataforma de Mujeres Artistas | Cristina_del_Valle.mp3
MP3 | 137.5 KB