Niñas víctimas del matrimonio forzado y precoz en Burkina Faso
Madrid, 23 may. 16. AmecoPress. El informe ‘Coaccionadas y privadas de derechos: Matrimonios forzados y obstáculos a la concepción en Burkina Faso’, publicado por Amnistía Internacional (AI) confirma que el matrimonio forzado y precoz sigue siendo una obligación para muchas niñas de Burkina Faso. Con menos de 13 años, el costo de los métodos anticonceptivos y otros obstáculos les impiden decidir si quieren ser madres y cuándo.
El informe de AI saca a la luz a mujeres y niñas que son objeto de amenazas o palizas cuando tratan de tomar decisiones sobre el matrimonio o la procreación. “En Burkina Faso son demasiadas las mujeres y niñas que no tienen ningún control sobre sus vidas: se les niega su derecho a decidir si quieren casarse, cuándo hacerlo, con quién y si quieren tener hijos”, dice Alioune Tine, director regional de Amnistía Internacional para África Occidental y Central.
La descendencia tiene que venir cuanto antes, tras el matrimonio. “Pero los embarazos aumentan el riesgo de muerte o de lesiones físicas entre las niñas, que, además, no tienen oportunidad de ir a la escuela o terminar los estudios”, comenta Alioune. Las probabilidades de morir durante el embarazo o parto se doblan cuando se trata de menores de 20. Sin embargo, entre los 15 y 19 años, casi el 30 por ciento están embarazadas o han tenido su primer bebé.
En algunas regiones de Burkina Faso, más de la mitad de las niñas están casadas antes de los 18 años. El director regional de Amnistía Internacional dice que “esto tiene que acabar. Ni la familia ni la comunidad en general deben tomar decisiones sobre los cuerpos de las niñas, pues así se les niega la oportunidad de cumplir sus propios sueños y esperanzas de futuro”.
Matrimonios forzados y precoces
Según la legislación de Burkina Faso, la edad mínima para el matrimonio de las niñas es de 17 años. Aun así, “Burkina Faso cuenta con una de las tasas más elevadas de matrimonio forzado y precoz del mundo”, según Alioune Tine. En 2015, Burkina Faso aprobó una Estrategia Nacional para reducir el matrimonio precoz en un 20 % en 2025. Pero, desde AI, dicen que se trata de un objetivo demasiado pequeño y tardío.
Las familias suelen casar a sus hijas para consolidar alianzas familiares, adquirir estatus social o a cambio de bienes, dinero o servicios. En algunas partes del país, se practica el “pog-lenga” –“mujer de regalo”- donde una novia puede llevar a su sobrina a la familia de su esposo como regalo adicional por el matrimonio.
Céline, de 15 años, es una víctima de esta práctica. “Yo no quería casarme con ese hombre. Mi tía me dijo: ‘Si te escapas, te destruiremos’. Yo huí de la casa de mi esposo y regresé a mi poblado, pero, cuando llegué allí, mi familia dijo que no podía vivir con ellos en el poblado”. La presión que sufren las niñas que se resisten a los matrimonios es tremenda. María, que con solo 13 años abandonó su hogar, dice: “Mi papá me casó con un hombre de 70 años que ya tiene cinco esposas. Mi padre me amenazó, me dijo: ‘Si no te reúnes con tu esposo, te mataré’”.
La natalidad en manos de los demás
La investigación de Amnistía Internacional ha contado con 379 mujeres y niñas entrevistadas entre 2014 y 2015. Documentaron así la cantidad de obstáculos que les impiden acceder a los servicios de salud anticonceptiva. Y es que, en Burkina Faso, menos del 16 por ciento de las mujeres utiliza métodos de contracepción. “A veces no tenemos dinero para pagar anticonceptivos y por eso he tenido ocho hijos” confiesa Korotimi.
Bintou, de 25 años, relató a AI: “Justo antes de quedarme embarazada de mi hijo más pequeño, intenté inscribirme en la semana de anticoncepción gratuita para que me pusieran un parche anticonceptivo, pero llegué tarde y ya había terminado. Había pedido dinero a mi esposo. Se enfadó. Me lo negó sistemáticamente y, en nuestra cultura, cuando el esposo dice una cosa, las mujeres tienen que callar y obedecer. Si pedir dinero para hacer la compra ya supone que te propinen una paliza, se pueden imaginar lo que ocurre cuando pides dinero para anticonceptivos”.
Necesidad de reformas
La legislación de Burkina Faso prohíbe el matrimonio forzado y a edad temprana, pero de forma inadecuada y discriminatoria. Los varones tienen fijada una edad mínima de 21, mientras que para las mujeres está en los 17. Además, la ley solo se aplica a los matrimonios que registra el Estado –una parte ínfima de ellos-, no a los que se celebran por ritos tradicionales o religiosos. El gobierno se ha comprometido a modificar la ley, garantizando la verificación de todos los matrimonios y estableciendo en 18 años la edad mínima para todas las personas.
El gobierno ha eliminado obstáculos económicos para que las mujeres puedan acceder a atención médica durante el embarazo. Amnistía Internacional ha pedido que faciliten de forma gratuita al menos algunos productos anticonceptivos para la seguridad de las mujeres. A pesar de los esfuerzos del gobierno por reducir el precio de los anticonceptivos, muchas mujeres y niñas afirmaron no poder permitírselos.
Alioune Tine concluye que “es crucial que el gobierno respete el derecho de las niñas a tomar sus propias decisiones sobre sus cuerpos, sus vidas y su futuro. Los recientes compromisos anunciados para acabar con los matrimonios prematuros son una medida que supone un bienvenido paso adelante, pero hasta que esas promesas se conviertan en una realidad cotidiana, las niñas seguirán pagando el precio’’.
Foto: AmecoPress, cedida por Amnistía Internacional
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Internacional - Derechos Humanos - Infancia - Mujeres del mundo - Legislación y género - Salud reproductiva - Violencia sexual; 23 de mayo.16. AmecoPress