La cruel UE cierra sus puertas a las personas refugiadas
Madrid, 16 marzo. 16, AmecoPress. La pasada semana, Europa y Turquía llevaban a cabo un acuerdo que daría un cambio radical en la gestión de la crisis de las personas refugiadas. Los veintiocho pactaban con Ankara, capital de Turquía, para “devolver al país vecino a toda persona extranjera que llegue ilegalmente a las costas griegas, incluidas aquellas que provienen de Siria”. A cambio, la Unión Europea se ha comprometido a traer desde Turquía a un número de personas refugiadas equivalente al de las expulsiones.
Además de esta medida tan polémica, se le ha pedido a Europa otras tres condiciones: aumentar los 3.000 millones de euros destinadas a Turquía para atender a las personas refugiadas, librar a su ciudadanía de la necesidad del visado para entrar en la UE y, por último, avanzar en “el proceso de adhesión del resto de países europeos a este pacto”.
Después de que la Unión Europea diera luz verde a tales medidas, el Acuerdo con Turquía ha llevado a la movilización de las poblaciones, que rechazan el "mercadeo" con las personas refugiadas. En España, por ejemplo, se han llevado a cabo algunos actos en contra de esta iniciativa, entre ellos destaca la reivindicación de algunas organizaciones con el lema “#StopAcuerdo: No al mercadeo de personas refugiadas”.
#StopAcuerdo: No al mercadeo de personas refugiadas
En Madrid, 16 organizaciones llevaron a cabo ayer miércoles un acto público enfrente del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación para pedir al gobierno español que el Acuerdo, cuya aprobación final se debatirá los próximos días 17 y 18 de marzo en el Consejo Europeo, podría suponer graves violaciones de derechos humanos para las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas.
Accem, Amnistía Internacional, Cáritas, Cear, Confer, Coordinadora de ONG para el Desarrollo, Consejo General de la Abogacía Española, Jesuitas Social, Justicia y paz, Médicos del Mundo, Oxfam Intermón, Plataforma del Tercer Sector, Red Acoge, Red Solitaria de Acogida, San Carlos Borromeo y Save the Children; representantes de todas ellas se han plantado enfrente del ministerio para exigir al gobierno español lo siguiente:
– Que rechace de manera frontal el acuerdo de la Unión Europea con Turquía, ya que supondría graves violaciones de derechos humanos para personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas.
– Abrir rutas legales y seguras para estas personas.
– Establecer centros de salud para aquellas mujeres embarazadas, personas enfermas o vulnerables y que puedan disponer de asistencia médica.
– Tomar medidas urgentes ante las condiciones precarias que viven alrededor de 13.000 personas, muchas de ellas mujeres y niñas y niños pequeños atrapadas en la frontera entre Grecia y Macedonia, donde se encuentran con dificultades para acceder a servicios mínimos como agua, alimentos y cobijo.
– Proteger a las personas especialmente vulnerables: mujeres expuestas al acoso, la explotación y la violencia sexual durante el viaje hasta Europa y en suelo europeo.
Mujeres refugiadas
Más de 12 millones de personas han sufrido las graves consecuencias del conflicto armado en Siria. 4 millones de mujeres han tenido que huir de este país arriesgándose a sufrir abusos y explotación sexual.
De las 12 millones de personas refugiadas, 3 millones son mujeres entre 15 y 49 años y, entre ellas, un total de 700.000 mujeres están embarazadas. Factores sociales, culturales y la gran falta de autonomía económica han hecho que las mujeres sean mucho más vulnerables a sufrir situaciones de abusos y explotación sexual. Las refugiadas sufren agresiones físicas, explotación y acoso sexual al atravesar Europa, una verdad latente que no podemos ignorar.
AmecoPress ha podido hablar con Verónica Barroso, de Amnistía Internacional, quien explica que la organización denuncia la situación que viven las mujeres refugiadas de abusos, explotaciones sexuales e incluso explotación laboral. Asegura que, no solo desde Siria, sino también las mujeres palestinas refugiadas en Líbano han manifestado que han sufrido toda clase de violencia por razones de género y debido a la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran.
Barroso explica que “Muchas de las mujeres llegan solas, con sus niños y niñas pequeños, y acaban cayendo en las manos de mafias siendo víctimas de trata, así como también sufren estas violencias por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad de los países de acogida. Además, en algunos de los centros de acogida en Europa, como por ejemplo en Alemania, las mujeres nos relatan que las condiciones no cumplen los estándares internacionales y, por eso, la gran mayoría de las mujeres comparten habitación con los hombres y, como consecuencia no tienen intimidad y sufren acosos y amenazas. Estas mujeres nos han dicho que han tenido mucho miedo.”
Verónica Barroso afirma que no se está teniendo en cuenta las necesidades especiales de mujeres embarazadas, sobre todo en la zona de Idomeni, en Grecia frontera con Macedonia, donde no tienen acceso a servicios especializados, ni tampoco las de mujeres y niñas con alguna discapacidad. También explica que “estas mujeres, para hacerse el permiso de residencia o renovarlo, han tenido que conseguirlo a cambio de relaciones sexuales.”
“Desde Amnistía Internacional pedimos a la Unión Europea que adopten todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los grupos especialmente vulnerables y que cumpla con la normativa europea. En el caso, por ejemplo, de las denuncias que hemos tenido sobre los centros de acogida, pedimos que se cubran las necesidades básicas, es decir, que las mujeres tengan las habitaciones y los aseos separados de los hombres, que tengan centros sanitarios especializados y que se garanticen más rutas legales y seguras para evitar que estas mujeres tengan que embarcarse y emprender viajes peligrosos, arriesgados y sin ningún tipo de protección,”, afirma Barroso.
La organización entrevistó en el norte de Europa a 40 mujeres y niñas refugiadas que habían ido de Turquía a Grecia para después cruzar los Balcanes. Entre ellas se encontraba Nahla, una mujer siria de 20 años, dijo: “El traficante me acosaba. Intentó tocarme varias veces. Cuando estaba mi primo no se acercaba. Yo estaba muerta de miedo, sobre todo porque habíamos oído historias por el camino de mujeres que no tenían dinero para pagar a los traficantes y les daban la opción de acostarse con ellos a cambio de un descuento en el precio”.
Hala, una mujer natural de Alepo de 23 años, dijo a Amnistía Internacional: “En el hotel de Turquía, uno de los hombres que trabajaba con el traficante, un sirio, me dijo que si me acostaba con él no pagaría o pagaría menos. Por supuesto que me negué, era algo repugnante. Lo mismo nos pasó a todas en Jordania. [...]
[...] Una amiga que vino conmigo desde Siria se quedó sin dinero en Turquía y el ayudante del traficante le ofreció que se acostara con él a cambio de una plaza en la embarcación. Ella se negó, claro, y no pudo salir de Turquía, en donde sigue.”
Los gobiernos y organismos de ayuda humanitaria ni siquiera cubren las necesidades mínimas para ayudar a miles de mujeres que viven estas atrocidades cada día. Las mujeres y las niñas sufren estas violencias y agresiones durante todas las etapas de su viaje, incluso en territorio europeo.
Desde CEAR, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, han podido hablar con Suleika, quien era profesora de inglés cuando en Somalia estalló la guerra civil. Ante vislumbrar el peligro de que sus hijos mayores fueran reclutados a la fuerza por una de las milicias, decidió enviarlos a Kenia, dándoles el consejo de que pidieran asilo en España. Un año después huyó ella con sus cuatro hijos. “Para salir al mar con tanto peligro tienes que huir de algo que da mucho miedo. Por eso pido al mundo que abra las puertas y el corazón a los refugiados.”, afirma Suleika.
Atención sanitaria
Muchas mujeres y niñas refugiadas y migrantes han sido expuestas a varias formas de violencia sexual y de género, ya sea en sus países de origen, de primer asilo, o a lo largo de la travesía hacia y en Europa. Por miedo a retrasar sus viajes, muchas de ellas se niegan a denunciar estos crímenes o a buscar atención médica. Estas mujeres tienen que vender su cuerpo para poder pagar el viaje y cumplir su sueño de ir a Europa, son violadas y caen en manos de mafias que trafican con personas.
El pasado 8 de marzo, en el Día Internacional de las Mujeres, el Parlamento Europeo pidió una serie de medidas especiales que garantizaran la seguridad de estas mujeres. Hicieron especial hincapié en poner fin a las detenciones de niños, mujeres embarazadas y víctimas de violación, violencia sexual y tráfico. Mary Honeyball, la socialdemócrata británica ponente en el Parlamento Europeo, dijo que “Las mujeres refugiadas en la UE huyen de la persecución en sus países de origen, acometiendo un viaje peligroso para llegar a un lugar seguro. A su llegada a los centros de recepción, estas mujeres que ya están en una situación vulnerable, que pueden ser víctimas de violencia sexual, tráfico u otros crímenes violentos, afrontan nuevos obstáculos”.
Mujeres y niñas no acompañadas, mujeres que son cabeza de familia y embarazadas, discapacitadas o mujeres mayores corres altos riesgos en el desplazamiento. Desde ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, piden que los refugios donde se hospedan las mujeres debieran ser seguros para ellas y ofrecerles seguridad, así como que las instalaciones sanitarias deberían ser accesibles y separadas para hombres y mujeres. La Agencia pide que se incremente el aprovisionamiento de material sanitario para mejorar las condiciones de salud médica.
Sonia Guinovart, especialista en salud sexual reproductiva de Médicos Sin Fronteras, ha hablado con nosotras y asegura que “la mujer es más vulnerable en el sentido médico porque cuenta con la patología del embarazo y distintos riesgos de salud y, durante los desplazamientos, muchas mujeres que tienen problemas médicos no llegan a los centros sanitarios o llegan con retraso, porque se encuentran en una situación en la que apenas existen los centros de salud, personal sanitario o, directamente, no existen.”
Guinovart afirma que muchas mujeres que huyen de aquellos países en constante conflicto, tienen que caminar muchos kilómetros para llegar a un centro de salud o a un hospital, pero eso no asegura que estos se encuentren en situación de atenderlas. “Básicamente estamos hablando de desplazamientos muy grandes, recorrer muchos kilómetros para llegar a un lugar donde te puedan prestar atención, pero no necesariamente cuando las mujeres lleguen allí se las atenderán correctamente, y muchas de ellas fallecen en el camino o llegan demasiado tarde.”
Muchas mujeres y niñas son más vulnerables respecto a la salud, ya que al vivir situaciones de abusos y violencia sexual, se ven sometidas al posible contagio de enfermedades de transmisión sexual. Estas no reciben una correcta atención médica y, por eso, organizaciones como Médicos Sin Fronteras piden que se mejoren los centros de salud para poder atender a las personas refugiadas y, sobre todo, a las más vulnerables, es decir, las mujeres y niñas.
Situación de las niñas refugiadas
En cuanto a las niñas menores de edad, Michela Ranieri, de Save the Children, aseguraba que desde 2011, cuando comenzó el conflicto interno en Siria hasta la actualidad, ha afectado a un total de 7 millones de niños y niñas, de los cuales más de 2 millones son personas refugiadas. Desde ese año hasta hoy día, la cifra de matrimonios en niñas menores de 18 años se ha incrementado. Las causas de estos datos son el deseo de las familias de proteger a sus hijas a través del matrimonio; la búsqueda de un estatus, las niñas se casan en Siria ya que a los hombres les resulta más fácil cruzar la frontera con una familia; y, por último, dado que muchas niñas han sido violadas, se las entrega en matrimonio para salvaguardar su honor.
Las consecuencias de estos matrimonios tempranos hacen que las niñas sufran abandono escolar, violencia sexual y embarazos prematuros, lo que conlleva a una mayor probabilidad de adquirir enfermedades, y el aislamiento que el matrimonio supone para estas niñas, ya que no tienen el desarrollo que deberían tener como tales.
Por su parte, Verónica Barroso, de Amnistía Internacional, reitera que la organización ha denunciado en Turquía que hay cientos de miles de niños y niñas refugiadas sin escolarizar en este momento.
La situación de violencia física y sexual, abusos, acoso y agresiones a miles de mujeres y niñas refugiadas es una competencia que les corresponde a los organismos europeos. La Unión Europea debe cumplir con su obligación de proteger los derechos humanos y la dignidad de las mujeres y niñas refugiadas. Se deben proporcionar garantías básicas de protección a las mujeres y niñas que viajan desde cualquier país en conflicto, facilitar los procesos de acogida, reunificar a las familias...etc.
Nos encontramos en una situación en la que debemos salvar y proteger a las personas más vulnerables que, en este caso, son las mujeres y las niñas refugiadas que buscan protección en cualquier país y eso es una obligación de los Estados y una exigencia moral de nuestra sociedad.
Foto: Archivo AmecoPress
Pie de foto: 1) Campamento #StopAcuerdo; 2) Suleika; 3) Sonia Guinovart, Médicos Sin Fronteras
Internacional – Mujeres inmigrantes – Mujeres del mundo – Derechos humanos – Salud y género – Violencia en conflicto armado; 17 marzo. 16. AmecoPress