Mirando el urbanismo con las gafas violetas
Madrid, 07 mayo. 15. AmecoPress. Si hay algo que las personas feministas llevan consigo las 24 horas del día son “las gafas violetas”. Este es un concepto muy utilizado en el movimiento para referirse a la acción de contemplar nuestro entorno, desde lo público hasta lo privado, con una perspectiva de género. Ello pasa por observar la actitud de las personas, el reparto del trabajo, la publicidad mientras caminamos por la calle, la televisión o el periódico, los diferentes tipos de violencias que sufren las mujeres etc. Sin embargo, hay un elemento androcéntrico que construye el entorno en el que vivimos y no somos tan conscientes de ello: el urbanismo. ¿Entienden los espacios donde nos movemos de sexo? ¿Qué significa aplicar una perspectiva de género urbanística? A día de hoy ya van existiendo cada vez más estudios sobre feminismo y urbanismo, de la misma forma que se han creado asociaciones especializadas en ello, como es el caso de Col.lectiu Punt 6 en Cataluña.
En primer lugar, debemos saber que el urbanismo es una disciplina que planifica y construye nuestros barrios, pueblos y ciudades. Pero no solo se refiere a lo arquitectónico, sino también a los equipamientos urbanos, el transporte y el entorno. Estos elementos influyen directamente en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, tradicionalmente se ha considera el urbanismo como una materia neutra que no afecta ni beneficia a ninguna persona o colectivo particular. Pero en los años 70 ya se empieza a cuestionar este principio cuando diferentes mujeres feministas son conscientes de que el entorno en el que viven también perpetúa la desigualdad.
En nuestra sociedad los roles de género siguen jugando un papel importante en el desarrollo de nuestra vida y nuestras capacidades, a la vez que se perpetúan también en los espacios urbanísticos. Se vincula a los hombres con el espacio público, donde se suceden las actividades públicas como el trabajo, ocio o vida política. Mientras tanto, a las mujeres se las vincula con el espacio privado, el ámbito doméstico y las actividades de cuidados, aunque hay que tener en cuenta que espacio privado no es solo el del hogar, sino todo lo que este conlleva: la compra, llevar a las niñas y niños al colegio, hacer recados etc. Esta división de los espacios hace la construcción y uso de los mismos sea diferente en cada uno de los casos.
Para construir una sociedad más igualitaria es necesario que lo público y privado sea tratado con una perspectiva de género, incluido el tema que nos concierne en este reportaje. Por ello, Col.lectiu Punt 6 recoge en su guía “Los espacios para la vida cotidiana desde una perspectiva de género” que “se define como transversalidad de género en la gestión urbana el nivel de incorporación del principio de equidad de género en la gestión urbana de forma que sea multiescalar, interdisciplinar y participativa”. Pero debemos añadir que la perspectiva de género también tiene en cuenta la diversidad más allá del sexo, de tal forma características como la edad, etnia, religión discapacidad etc son también el centro de sus reclamos.
Esferas de la vida cotidiana
Col.lectiu Punt 6 ha elaborado varias guías en profundidad es las que recogen una serie de recomendaciones a seguir para poder construir proyectos urbanísticos con perspectiva de género. Entre otras cosas se expone que la vida cotidiana se trata de un conjunto de actividades que las personas realizan para satisfacer sus necesidades en las diferentes esferas de la vida. Concretamente distinguen cuatro y las caracterizan así:
-Esfera productiva: actividades relacionadas con la producción de bienes y servicios, las cuales normalmente suponen una remuneración en forma de salario.
-Esfera reproductiva: Actividades no remuneradas que realizan las personas de una unidad de convivencia para el cuidado de ellas mismas, para los integrantes de la familia o para una familia ajena. Llamadas también actividades domésticas, son las relacionadas con proporcionar vivienda, nutrición, vestido y cuidado.
-Esfera propia: actividades relacionadas con el desarrollo personal e intelectual de cada persona. Se encuentran dentro de esta esfera la vida social, los deportes, el ocio, el tiempo libre, las aficiones etc.
-Esfera política: acción para la fundamentación y conservación de la comunidad política. Crea las condiciones para la continuidad de generaciones, para el recuerdo y para la historia Son las actividades relacionas con la participación social, cultural y política. En la sociedad que vivimos ahora se le da mayor importancia al espacio productivo que reproductivo, reflejo del sistema capitalista. Con ello volvemos a la espiral de siempre, el ámbito reproductivo es el encargado de los cuidados y ese siempre ha sido tarea de las mujeres.
División del espacio
Dependiendo del tipo de actividades que se desarrolle y según la distancia que supone se hacen tres tipos de división del espacio: barrios, espacio de relación y equipamiento cotidiano.
Se especifica que el barrio está formado por “el conjunto de espacios de relación, equipamientos cotidianos, comercios, paradas de transporte público y calles que los conectan, que son utilizados por las personas que viven en el barrio para satisfacer sus necesidades cotidianas”. Habría tres niveles: escala vecindario, que se podría decir que es la misma calle; escala de barrio que ya coge un radio de 10 minutos a pie y escala suprabarrial, que es aproximadamente 20 minutos.
El espacio de relación, como su propio nombre indica, se refiere a aquel en el que las personas pueden interactuar y se refuerza el tejido social de barrio. Se ha tenido en cuenta principalmente aquellos espacios como plazas y lugares abiertos, aunque también se refiere a aquellos intermedios entre lo público y lo privado (pensemos en la entrada de los portales, por ejemplo).
Y, finalmente, el equipamiento cotidiano, que hace referencia a aquello lugares indispensables para el desarrollo de la vida cotidiana en todas las etapas vitales y que mejoran la calidad de vida. Son por ejemplo: hospitales, Ayuntamientos, colegios, polideportivos etc.
En el siguiente esquema podemos ver con claridad cómo la esfera reproductiva es la que más espacio necesita.
Cualidades urbanas
Las cualidades urbanas son aquellas que deben tener los espacios para que se adecúen a la vida cotidiana. Col.lectiu Punt 6 enumera cinco:
1)Proximidad, entendiéndose como tal a la cercanía en la esfera espacio temporal, así como la zona peatonal libre de obstáculos en aquellos espacios de relación, paradas de transporte público, comercios y, en definitiva, todo aquello que permite a las personas efectuar las actividades cotidianas sin impedimentos.
2)Diversidad: son aquellos espacios capaces de albergar a todas las personas independientemente de su género, edad, raza, cultura, diversidad funcional etc.
3)Autonomía: cuando percibimos los espacios como seguros no tenemos ningún tipo de restricción para disfrutar de su uso. Ya no solo nos estamos refiriendo a la seguridad sino también a la capacidad para acceder a ellos. Normalmente este es el punto del que más carecen los espacios actualmente.
4)Vitalidad: se refiere a la realización de actividades en las calles que ayudan a la socialización entre las personas. Normalmente lo que sucede es que hay zonas que están pensadas para determinadas horas del día pero que una vez transcurridas se quedan prácticamente desiertas. Este hecho también afecta directa e indirectamente al punto anterior.
5)Representatividad: se refiere al reconocimiento y visibilidad real y simbólica que se hace de la comunidad y de los colectivos. De esta forma se pretende valorar la memoria y reconocimiento de las personas en las decisiones urbanas.
¿Cómo conseguimos realizar proyectos participativos?
Esta es una de las tareas principales de Col.lectiu Punt 6, pues realiza talleres formativos en materia y hace además marchas exploratorias y de reconocimientos por los barrios. Lo que propone es una Auditoría de Calidad Urbana con perspectiva de Género que dicen es “una herramienta de evaluación urbana que permite comprobar la aplicación transversal de la perspectiva de género en el urbanismo, tanto en los espacios como en la gestión, a partir del análisis integral de los aspectos sociales, físicos y funcionales de un entorno no concreto”.
Para ello habría que realizar un “diagnóstico urbano participado”, que se refiere principalmente a obtener datos cualitativos a través de las personas que viven en el barrio, aunque también debe haber un estudio cuantitativo previo. Esta fase consta de dos partes: la primera de ellas es más individual realizada por las personas encargadas de auditar y la segunda es más colectiva y se cuenta con la vecindad, de tal forma que se puedan contrastar ambas. Esta fase consta de cuatro pasos:
En primer lugar se hacen “recorridos previos de reconocimiento” en los que se llevan a cabo caminatas por las áreas estudias sacando fotografías que ilustren la situación. De esta forma, se realiza a la vez un estudio sobre la red cotidiana que llevan a cabo las personas y se ubican los espacios que más se utilizan. También se rellena un cuestionario que permitirá atender todas aquellas cuestiones físicas y sociales del contexto que se va a analizar.
En segundo lugar la “observación participante” que consiste en estudiar un especio concreto de tal formas que sepamos qué tipo de gente lo frecuenta (personas adultas, mujeres, hombres, niño/as, personas de diferentes culturas…), con qué finalidad utilizan en el espacio etc.
En tercer lugar, las “dinámicas participativas”, que son un conjunto de actividades grupales con gente del barrio que usa los espacios analizados. Lo que se hace es que las personas vecinas expongan individualmente las tareas cotidianas que realizan y los espacios que utilizan, para que así se pueda elaborar un mapa. Después, una vez elegidos los principales lugares, se comentará de forma grupal los aspectos que favorecen o no el desarrollo de su vida cotidiana. A partir de aquí se irán priorizando los aspectos más consensuados.
Y finalmente, en cuarto lugar, las “entrevistas”. Estas pueden ser a viandantes de forma breve y con preguntas muy concretas o bien pueden ser en profundidad y con un guión preestablecido.
Espacios inseguros para las mujeres
La inseguridad en el espacio urbano es uno de los temas que más se ha estudiado desde el urbanismo feminista y más teniendo en cuenta que la ley no recoge muchos otros tipo de violencia que no sean los tipificados como crimen. En este sentido se genera mucho miedo, pero no se tiene el cuenta que el tipo de miedo es completamente diferente en hombres y mujeres. Este es un ejemplo más de la visión androcéntrica sobre la que se construyen las sociedades.
Es muy diferente el miedo a que te asalten o te metan una paliza, que el miedo que se puede tener a ser violada. No solo las consecuencias no son las mismas sino que además la forma de abordarlo es también diferente. La primera se relaciona con el hombre y este, si le ocurre alguna de estas situaciones, es más propenso a contarlo en su entorno y denunciarlo. Sin embargo, si una mujer es violada no lo contará a mucha gente –eso en el caso de que lo cuente- y dependiendo de su situación personal lo denunciará o no.
Col.lectiu Punt 6 ha elaborado un trabajo llamado “Construyendo entornos seguros desde la perspectiva de género” en el que se recogen algunas recomendaciones para hacer de los entornos urbanos lugares más seguros. Algunas de ella pasan por ver y ser vistas con soluciones tan simples como la iluminación. Es necesario tener una buena iluminación tanto para los coches como para peatones, es decir, por ejemplo un modelo de farola que se plantea es aquella que tenga dos focos de iluminación, uno hacia la carretera y otro más bajo hacia la acera.
Otro método también puede ser el de la vigilancia informal, es decir, aquella que sin necesidad de ser vigiladas en el sentido negativo de la palabra permite a todo el mundo estar siempre “echando un ojo”. Concretamente es referido a los pasos subterráneos, que siempre general mucha inseguridad; aceras más anchas; las estaciones de transporte público alejadas del entorno –por tanto con poco tránsito-, la vigilancia de estas (personas revisoras por ejemplo) o el diseño de estas. Una acción positiva que se está implantando cada vez más es poner en las estaciones botones de socorro. También influyen en la sensación de inseguridad los contenedores de reciclaje, pues son demasiado altos y suponen un punto ciego.
Es importante contar las personas vecinas de los barrios, pues nadie mejor que ellas conocen su entorno y las carencias de los mismos. No será la primera vez que salimos a pasear y vamos haciendo observaciones tales como “aquí hace falta más bancos”, “por ese sitio me da miedo pasar porque está demasiado oscuro”, “la estación de autobús está muy solitaria, mejor cojo un taxi”, entre otras tantas. Nos damos cuenta inconscientemente de lo que le falta a nuestro barrio. Si además recibiésemos formación con perspectiva de género haríamos un análisis más exhaustivo del mismo. El patriarcado y el androcentrismo se reproducen en todas las esferas y el urbanismo es otra víctima indirecta del mismo. Lo que hay que conseguir es que las instituciones se pongan las gafas violetas y explicarles que estas no son un complemento de moda sino un estilo de vida.
Foto: Archivo AmecoPress, cedidas por Col.lectiu Punt 6.
Pie de foto 1: Extraída de la Guía “Espacios para la vida cotidiana. Auditoría de Calidad Urbana con perspectiva de Género”.
Pie de foto 2: Extraída de la Guía “Espacios para la vida cotidiana. Auditoría de Calidad Urbana con perspectiva de Género”.
Pie de foto 3: Extraída de la página de web de Col.lectiu Punt 6.
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Sociedad - Política – Política y género – Situación social de las mujeres – Urbanismo – Políticas de igualdad – Feminismo – Movimiento feminista – Empoderamiento – Teoría feminista. 07. mayo. 15. AmecoPress