“El telón de azúcar”, una visión femenina de la transformación cubana
Camila Guzmán Urzúa nació en Chile el 15 de diciembre de 1971, a los dos años de edad emigra con sus padres a Cuba, donde se exiliaron debido al inicio de la dictadura de Pinochet. Lo que no imaginaba Camila, por su corta edad, es que iba a pertenecer a una generación de los años dorados de la revolución cubana, entre los años 70 y 80. “Hace 20 años tuve la esperanza…” es una de las frases de la directora y guionista Camila Guzmán, al iniciar el documental “El Telón de Azúcar”, proyectado ayer en la Casa de América en Madrid.
“El Telón de Azúcar” es un documental autobiográfico de la autora, donde narra, con fotografías y periódicos antiguos, una parte de la historia de la revolución cubana, además de recorrer la Cuba de hoy a través de imágenes, y voces de protagonistas narra de los años dorados de la revolución, que cuentan cómo la ilusión de los primeros tiempos se convierte al final en desesperanza y decepción. “Pasamos de la felicidad a la infelicidad”, comenta una testigo de los cambios que ha sufrido Cuba en todos estos años.
En el documental la directora y guionista hace especial incidencia en la educación que recibían los niños y niñas de aquellos años dorados, basada en la gratuidad y la lucha contra el analfabetismo, pero un sistema educativo impregnado de los siempre los valores propios de la ideología política y social del líder cubano Fidel Castro.
Niñas en los colegios, con uniformes de color rojo y enarbolando quizás el símbolo comunista, cantando himnos de arenga a la Revolución Cubana, como “Abajo el imperialismo y arriba la libertad”, o “Cuba, Cuba, venceremos al analfabetismo”, recitaban los logros de la Revolución. Esto es sólo una muestra de cómo inculcaban desde la niñez la ideología, protegían la infancia, alfabetizaban, pero tenían que servir para la revolución sin hacer muchas preguntas.
Camila, junto a otras niñas y jóvenes creció participando de un proyecto nacional ilusionante: “Construiríamos una sociedad nueva, una sociedad justa. Conocí un estilo de vida diferente y armonioso. Nosotros, los pioneros, éramos los forjadores del futuro y seríamos la humanidad nueva que había imaginado el Che Guevara”, cuenta Camila en el documental.
En aquellos días, “todo nos parecía posible” pero la metamorfosis que ha sufrido Cuba a lo largo de todos estos años ha estado marcada por la huída de la isla, sobre todo, a Estados Unidos a través del llamado “bombo”, que es un mecanismo de inmigración entre ambos países para evitar las salidas ilegales, pues la economía de Cuba se sostiene gracias al turismo y las remesas extranjeras de familiares que han emigrado hacia diferentes destinos. “Ahora existen dos mundos, uno en divisas y otro en moneda nacional”, comenta la autora, durante la proyección.
Una mujer cubana, vendedora ambulante de refresco y empanadas, comenta en la cinta cómo ha sobrevivido a las transformaciones sociales y económicas. “Fueron cambios muy drásticos y se presentaron situaciones muy difíciles, tal vez por la costumbre de tanta gratuidad, porque no se pagaba ni agua, ni alcantarillado. Pero creo que tenemos capacidad de adaptación muy grande, así como nos acostumbramos y adaptamos a tener familias divididas, a cocinar sin aceite, a bañarnos sin jabón, a desayunar sin leche, nos acostumbramos o nos resignamos” . Termina diciendo esta mujer anónima, con la mirada un tanto perdida y triste a la vez.
Cultura – Cine – 21 febrero, 08 (AmecoPress)