La pertinaz incoherencia de la Comisión Europea
Barcelona, 30 sep. 14. Donesdigital/AmecoPress.- La Comisión Europea no parece tener demasiada fe en sus propios datos, a tenor de lo sucedido hace unos días. Un informe reciente de la propia Comisión planteaba que una mayor igualdad entre hombres y mujeres conduciría al crecimiento económico en todos los países europeos. Y ello, tanto por la riqueza que implica emplear a las mujeres de acuerdo con sus niveles profesionales, como por la probada aportación que estas realizan cuando se hallan en equipos directivos.
Pues bien, llegado el momento de constituir el nuevo grupo rector de la Comisión, solo 9 de los 28 puestos son considerados adecuados para ser ocupados por mujeres, el mismo número que en la legislatura pasada pero todavía lejos de la reivindicación de la paridad de sexos.
La propia Comisión, de la mano de Vivian Reding, su comisaria de Justicia, ha adoptado como objetivo la paridad en empresas para el año 2020 (2018 para las empresas públicas), no sin numerosos obstáculos durante el proceso. ¿Es posible que la Comisión Europea no siga sus propias indicaciones a la hora de constituirse?
La dificultad de acceder a puestos de decisión es bien conocida por las mujeres, sean feministas o no. Hemos denunciado, con razón, la resistencia masculina a ceder espacios en los que son hegemónicos, y debemos seguir haciéndolo sin tregua ni descanso.
See more at: Sin embargo, se habla menos de otra resistencia, la protagonizada por las propias mujeres, ya que no todas ellas están de acuerdo en defender la presencia femenina en los cargos que conllevan poder establecido. Esta cuestión no me parece menor sino que la considero especialmente relevante ya que resta fuerza a la reivindicación de paridad.
Cuando leo, como me ha ocurrido estos días, algunas críticas a la defensa del empoderamiento por parte de las mujeres, aduciendo que “el poder es masculino” siento una inmensa frustración. En las clases de historia feminista se explica la división clásica en torno al ejercicio del poder que han protagonizado las diversas facciones feministas. Durante todo el siglo XX unas han defendido “huir del poder” porque no puede comportar más que corrupción y otras asumirlo para poder modificar las estructuras e incidir en el mundo. Esta discusión sigue vigente, como podemos observar en cualquier foro actual de mujeres.
Si hemos leído a Foucault, sabemos que no se puede huir del poder porque éste es inherente a toda relación humana. Otra cuestión es qué uso hacemos de él. Detentar poder permite realizar acciones y proyectos, desarrollar actuaciones y programas, crear y evolucionar, pero también explotar, humillar y destruir. Las filósofas Amelia Valcárcel y Celia Amorós lo han explicado magistralmente. Obviamente, las mujeres son personas muy diversas; algunas querrán mejorar la sociedad y otras solo beneficiarse personalmente, del mismo modo que observamos que ocurre entre los varones, pero estoy convencida de que su derecho (y su deber) a participar en el mundo de la política, la ciencia, la cultura y la economía es indiscutible.
Cuando no apostamos por estar en los lugares de decisión cedemos la conducción del mundo a otros y, en cierto sentido, nos alienamos. Dejamos de participar en el diseño del futuro y eso disminuye nuestra libertad, la de todas. Del mismo modo, cuando no hay mujeres en lugares clave como la Comisión Europea recién constituida, se pierde la oportunidad de reforzar los valores de igualdad y libertad que las feministas defendemos de la mano de mujeres que crean en ellos. Pero, aún más grave es que se merma sustancialmente la calidad de una democracia que deja de ser auténtica y de dar respuesta al objetivo para el que fue creada.
La autora, Sara Berbel, es Doctora en Psicología Social y autora de “Directivas y empresarias. Mujeres rompiendo el techo de cristal”
Foto: Dones Digital
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Opinión – Unión Europea – Política – Política y género – Empoderamiento. 30 sep. 14. AmecoPress.