Teatro sensorial para mujeres
Un grupo de 60 mujeres entra en la atmósfera del hamman construido por la compañía “Teatro en el Aire” y el público se convierte en protagonista de la representación “La piel del agua”. Luz cálida, sonidos acuáticos, frutas, aromas de afeites y voces que susurran símbolos consiguen desinhibir a las asistentes que se despojan de la ropa por voluntad propia y hasta donde quieren. Empieza el baño.
Su directora, la chilena Lidia Rodríguez, cuenta que la idea surgió en un hamman de Estambul, donde coincidió con una mujer con quién compartía todo menos el idioma. “Salí muy conmovida porque me frotó, me lavó como si fuera mi mamá, no había nada de erotismo, sino una relación fraternal”, relata. Entonces decidió el tema de su siguiente espectáculo: “La piel del agua”, que hoy se representa en la Casa de América de Madrid, en el marco del Festival de Escena Contemporánea.
Su concepción fue recibida con sorpresa y algo de recelo en la compañía, pero tras el éxito de su aventura anterior, “La cama”, en la que compartían lecho 30 personas, se plantearon porqué no recrear el universo de un baño turco que no se sitúa en ningún país concreto y es ajeno al espacio-tiempo.
La compañía “Teatro en el aire” cuenta con su propio espacio escénico, “La caravana”. Junto a uno de sus miembros, el dramaturgo Carlos Javier Sarmiento, Lidia Rodríguez investigó los textos de Gastón Bachelard sobre el simbolismo del agua y se documentó sobre el funcionamiento del Hamman. A estos ingredientes añadió referencias estéticas basadas en los cuadros sobre odaliscas de Ingres, aromas florales y también cítricos para conseguir frescura y alegrar el espíritu.
“Me apetecía muchísimo poetizar sobre la imagen y crear una especie de sueño donde parece que el tiempo se ha detenido y todo está permitido. El público tiene que percibir esa complicidad y tener confianza para hacer lo que ellas quieran: tenderse y jugar con las naranjas, hablar con las amigas del embarazo…Ayer había una mujer embarazada y se hizo un coloquio entre ellas sobre si tener hijos o no”.
“La piel del Agua” es una apuesta por el teatro sensorial que no siempre es rentable desde el punto de vista económicao, pues “hasta ahora no he tenido ningún apoyo ni ningún sostén para mantener de forma estable a la gente que trabaja conmigo”, explica Lidia. Sin embargo, ayuda a seguir adelante el hueco que ha conseguido hacerse en el circuito de festivales nacionales e internacionales. Con todo, Lidia matiza que “lo que hacemos es una delicatessen” dirigida a un público reducido, y esto no siempre interesa a quienes se encargan de programar.
Las entradas para las funciones programadas en Escena Contemporánea se agotaron con semanas de antelación y el espectáculo no defraudó a las bañistas. Las mujeres se implicaron en el ritual, primero descalzas, luego desnudas, dejándose seducir “y participando desde donde entienden el juego”.
Lidia Rodríguez concibe una naturaleza diferente en las mujeres, por eso, piensa que recrear un hamman de hombres no lograría el mismo efecto. Lo dice con conocimiento de causa porque durante los ensayos de “La piel del agua” probaron también a realizar baños de hombres y mixtos, y asegura que la comunicación no fluyó con la misma facilidad. “Por algo será”.
Cultura-cultura y arte; 15 febrero (08) AmecoPress