Guerra en el Congo, diez años de abusos contra las mujeres
La guerra en la República Democrática del Congo, que inició en 1988 y que posiblemente terminará con los tratados del paz firmados ayer entre el gobierno y grupos rebeldes de la región oriental del país, es el conflicto más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial, más personas han muerto allí que en Iraq, Afganistán y Darfur juntas.
En los últimos diez años más de cuatro millones de personas han muerto y las cifras siguen en aumento. Y uno de los blancos más frecuentes son las mujeres, es de hecho una guerra contra las mujeres, y el arma que utilizan para destruirlas a ellas, a sus familias y a sus comunidades es la violación.
El hospital Panzi, ubicado al este del Congo, es uno de los más
frecuentados por las mujeres agredidas, señaló el Dr. Denis Mukwege,
director del hospital. "Sifa M’Kitambala es una mujer que ingreso víctima
de una violación por parte de militares que asaltaron su aldea, a quienes no les importo que ella estuviera embarazada, pero sólo basta una semana para que la sala del hospital se llenes de nuevos rostros, nuevas víctimas".
"Es difícil ver el profundo dolor de estas mujeres, porque va más allá de
un dolor físico, se puede ver el dolor psicológico, además no todas son
adultas, también hay niñas, niños y ancianos, la persona más joven era de tres años y la más grande de 75", explica el doctor Mukwege.
Sin embargo, para poder entender esta situación hay que retroceder una década, cuando el genocidio se cobró más de un millón de vidas en
Ruanda. Desde entonces, el ejército congoleño, los rebeldes y la milicia han estado luchando entre sí por el poder y esta tierra, que tiene algunos de los mayores yacimientos de oro, cobre, diamantes y estaño.
Desde 2005, unos 17 mil soldados y personal de Naciones Unidas han
improvisado una paz frágil que hoy nuevamente pone en riesgo a esta
población y amenaza con caer en la guerra total.
Cada batalla es seguida del pillaje y la violación. Comunidades enteras
viven aterrorizadas y el miedo les obliga a huir de sus hogares. Durante el último año, más de 500 mil personas se han visto desarraigadas, algunas se refugian en los campamentos de hacinamiento que dependen de la ayuda de Naciones Unidas para sobrevivir.
Sin embargo, estos campamentos tampoco son un refugio seguro para las mujeres porque han seguido siendo violadas todos los días. La violación se ha convertido casi en una norma, por lo que es imprescindible la vigilancia de los Derechos Humanos en esta región.
Para el doctor Denis Mukwege, la violencia de la cual son objeto las
mujeres es brutal: "Aquí no las violan porque los soldados estén aburridos y no tengan nada que hacer o ver, es una forma de garantizar que las comunidades acepten el poder y la autoridad de ese grupo armado; se trata de utilizar al terror como arma de guerra".
En algunos pueblos hasta el 90% de las mujeres han sido violadas; mientras, los hombres en los pueblos suelen ser inermes, incapaces de luchar. Es el caso de Lucienne M’Maroyhi, de 24 años, violada en su casa frente a sus dos hijas y su hermano menor. Cuenta que "entraron seis soldados, ataron a mis niñas y a mi hermano, a él le dieron una linterna para que pudiera ver como uno por uno me atacaba".
"Me violaron como si fueran animales. Cuando el primero terminó, me lavaron con agua y me dijeron que me pusiera de pie para que el próximo hombre lo hiciera. Yo pensaba que me iban a matar como lo hicieron con mis padres un año atrás, pero fueron más allá y quisieron obligar a mi hermano a que me violara, y como se negó, tomaron un cuchillo y lo apuñalaron frente a mí ".
Tras la violación, Lucienne fue arrastrada al campamento de los soldados, donde permaneció ocho meses como esclava de los soldados y fue violada todos los días. "Durante ese tiempo no sabía que había pasado con mis hijas, no sabía si estaban vivas o muertas. Cuando escapé y regrese a casa, con un hijo de uno de los agresores, mis niñas estaban vivas, pero mi marido se había ido"
Muchas de las mujeres que se encuentran en el hospital Panzi no sólo se culpabilizan por lo que sucedió, sino también son rechazadas por el temor de que hayan contraído el VIH. Además, se rechazan a sí mismas porque sus violaciones fueron tan violentas que ya no pueden controlar sus funciones corporales.
Según el doctor Mukwege, se realizan hasta cinco cirugías al día, pues
las pacientes a menudo llegan con objetos insertados en sus vaginas, como botellas rotas o bayonetas. A algunas mujeres las matan a tiros.
Tal brutalidad se trata de una demostración de fuerza, de poder, de destrucción contra la persona. La guerra es tan generalizada que se encuentran cada vez más casos de violaciones cometidas por civiles.
* Texto publicado en Women’s UN Report Programa&Network. Traducción de Miriam González.
Internacional- Violencia sexual- 24 enero 08 (AmecoPress)